Ciudad de México, abril 26, 2024 01:55
Junio 2020

La ‘influenza española’ de 1918 en CDMX

La Ciudad de México padeció hace 102 años una pandemia atroz conocida como “influenza española” causada por un enemigo enigmático. Las medidas tomadas frente a esa pandemia que mató a más de siete mil capitalinos, acusan similitudes notables con las actuales.

POR FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI

La cuarentena o aislamiento para evitar mayores contagios en una pandemia es práctica vieja en Ciudad de México. Hace 102 años, la llamada “influenza española” obligó a las autoridades a adoptar medidas muy similares a las que hoy vivimos ante el ataque del Covid-18. Los códigos sanitarios vigentes desde finales del siglo 19 y principios del 20 ya especificaban que para prevenir el contagio de cualquier epidemia se debía efectuar el aislamiento, la cuarentena, la vacunación y la desinfección, así como las medidas impuestas por los higienistas de la época. Estas acciones se realizaron en forma  inmediata a partir del brote de gripe de 1918 que azotó a nuestra capital, al país y al mundo entero.

La epidemia de Influenza Española. Mientras en México se dice que ha disminuido en el Norte, de Monterrey se reciben noticias de que el mal se recrudece. Los muertos mueren asfixiados (sic). Desde hoy se hará el regado de las calles de la metrópoli con desinfectante”, publicó El Universal.

Una diferencia sustancial con la pandemia actual es que en la de 1918 se desconocía su origen. Es más, ni siquiera se conocía entonces la existencia de los virus, por lo que la devastación sanitaria fue atribuida a un microbio o bacteria denominado “bacilo Pfeiffer”. Se luchaba entonces contra un enemigo desconocido, un fantasma. Y tuvieron que pasar 80 años para que los científicos identificaran al virus H1N1, con genes de origen aviar, como el causante verdadero de la tragedia.

Hay que aclarar que esa terrible pandemia no tuvo su origen en España, como pareciera indicar el nombre con el que se le conoció. Lo de “gripe española” o “influenza española” se debió a que la prensa de ese país ibérico difundió antes que nadie amplias noticias sobre la pandemia que ya atacaba a Europa, mientras en otros países se ocultó la información durante un buen tiempo.

Las cifras que se conocen de los estragos son escalofriantes: en Ciudad de México murieron siete mil 343 personas; en la República Mexicana hubo entre 300 mil y 500 mil decesos; y en todo el orbe, los cálculos oscilan entre los 50 y los 100 millones de víctimas. Y se calcula que alrededor de 500 millones de personas, o un tercio de la población mundial, se infectó con este virus.

Si bien no hay un consenso universal respecto de dónde se originó, se propagó a nivel mundial durante 1918-1919 y todavía hubo brotes aislados en 1920.  Se detectó por primera vez en Estados Unidos durante la primavera de 1918, entre el personal militar. En ese país vecino murieron unas 675 mil personas. Eso explica que a nuestro país haya llegado por el norte, donde se registraron los primeros casos conocidos. Se supone que se propagó a través de los ferrocarriles hacia el centro del país, aunque hay también registros de su arribo en barco por puertos del Golfo de México como Veracruz y Tampico.

La mejor manera de mirar los que ocurrió en aquella época es sin duda a través de los periódicos que circulaban en ese tiempo. Así lo hicieron las antropólogas Lourdes Márquez Morfín y América Molina del Villar, autoras de una admirable investigación hemerográfica publicada hace unos años. La primera nota periodística sobre la influenza en Ciudad de México apareció en el periódico  El Demócrata el 10 de octubre, en su primera  plana: “La epidemia de influenza toma incremento. La peste amenaza llegar a la ciudad de México”. Un día después El Universal informó en sus primeras columnas: “La epidemia de Influenza Española. Mientras en México se dice que ha disminuido en el Norte, de Monterrey se reciben noticias de que el mal se recrudece. Los muertos mueren asfixiados (sic). Desde hoy se hará el regado de las calles de la metrópoli con desinfectante”.

Sólo hasta el 21 de octubre apareció una nota de mayor alarma en el periódico El Nacional, titulada: “Hay más de 50 mil enfermos de ‘influenza española’ en la capital, pero la enfermedad solamente ha hecho 100 muertes diarias”. Esta cifra fue proporcionada por el Consejo Superior de Salubridad, encargado del maneo de la pandemia.

En nuestra capital, que tenía entonces cerca de un millón de habitantes, el primer registro de la presencia del mal ocurrió en una de las municipalidades de las afueras de la ciudad de México, La Villa de Guadalupe Hidalgo, donde había un cuartel militar. En dicho lugar apareció el primer soldado enfermo, el 10 de octubre, y tan sólo en la semana del 18 al 25 de ese mes se hablaba de 200 enfermos. Para finales de octubre los reporteros mencionan el contagio de 45 por ciento de los tres mil pobladores del lugar y la muerte de entre 18 y 20 personas por día.

El Departamento de Salubridad emitió una “serie de prescripciones y advertencias para la curación del terrible mal, así como para preservarse de él”. Entre estas medidas destacaban los impresos en los que se recomendaba no saludar estrechando la mano. El Hospital General de la ciudad de México fue el principal nosocomio donde se recibieron y recluyeron los enfermos de influenza. Se acondicionó el pabellón número 25 para los “atacados por la influenza”; allí los pacientes permanecieron aislados. En la prensa se publicaban constantemente los principales síntomas de la enfermedad: fiebre mayor de 40 grados, hemorragias por boca y nariz, expectoraciones sanguinolentas y trastornos nerviosos. Algunas casas comerciales y despachos comenzaron a colgar letreros que decían: “¡No dé usted la mano!”

También se enlistaron algunos procedimientos para combatir la influenza:

  1. La influenza es un mal que se propaga en las aglomeraciones, por lo que evite estar en cines, teatros y lugares de reunión mal ventilados.
  2. Sofoque sus estornudos y su tos con un pañuelo
  3. Todas las Naciones Civilizadas tienen leyes prohibiendo escupir el suelo. Obsérvelas, por algo han sido promulgadas.
  4. El saludo, entre hombres, dando la mano y entre mujeres con el beso, es un modo muy eficaz de transmitir el microbio. Adopte un saludo higiénico.
  5. Su nariz, no su boca, sirve para respirar. ¡ÚSELA! Veinte inspiraciones profundas al día le darán salud.
  6. Ventile las habitaciones, evite excesos y haga ejercicios tres horas a la semana para destruir los gérmenes.

Los casos de influenza en la ciudad comenzaron a descender en la primera quincena de diciembre o por lo menos disminuyó su virulencia, debido quizá a que mejoraron las condiciones climatológicas; pero el invierno estaba próximo y en enero se presentó el segundo brote de la enfermedad, hecho que requiere investigarse más.

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