Ciudad de México, septiembre 7, 2024 17:52
Gerardo Galarza Opinión Revista Digital Julio 2024

SALDOS Y NOVEDADES / Derecho al recreo

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

El verano, al contrario de marzo, el del inicio de la primavera, tiene buena prensa. El verano es el veraneo, el descanso, la relajación, las vacaciones, los bikines, el sol, el de los amores de ocasión…

POR GERARDO GALARZA

Dicen que el verano comienza con el día más largo del año. No puede ser. Todos los días del año tienen 24 horas; eso nos enseñaron desde la primaria (bueno, por lo menos era lo enseñaban en los tiempos de la niñez del escribidor).

Lo que se quiere decir es que el verano empieza con el día en el que la Tierra recibe la luz solar por más tiempo en las 24 horas del día y por lo tanto “el día” es más largo que “la noche”. Lo que lo que los científicos llaman el solsticio de verano, claro en el hemisferio norte, porque en el sur es el solsticio de invierno. (Cabe recordar que la tierra es redonda).

Veraneo en el Parque Lira. Foto: Especial

Los que saben de a deveras explican que el inicio del verano en el hemisferio norte, (del Ecuador hacia arriba, pa´que se entienda), es un hecho astronómico por la inclinación de la Tierra, de norte-sur en dirección al Sol, “el momento exacto en que la estrella solar se encuentra más cerca del Trópico de Cáncer en el hemisferio norte.

Uno de los efectos que provoca el solsticio de verano es que elPolo Norteestará inclinado por más tiempo a una distancia cercana al sol, más que cualquier otro día del año, por tanto, en elhemisferio norte es el día es más largo y la noche más corta, mientras que en el hemisferio sur es el día más corto y la noche más larga”; es decir, allá inicia el invierno.

Pero, a la mayoría, eso nos vale…

Postal promocional del Hotel Ritz de Acapulco de mediados de los años cincuenta. Foto: Especial

En México, el verano de este 2024 inició a lñas 14:30 horas del jueves 20 de junio, y el día tuvo un poco más o menos de 13 horas contra una noche de 11 horas.De acuerdo con investigadores de la UNAM, -que no se sabe si cuentan conla autorización de la Rectoría para hablar en nombre de la institución para dar un dato científico-, “a lo largo del año, hay dos días en los que la duración del día y la noche es igual, es decir, 12 horas. Estos días se llaman equinoccios y siempre ocurren en marzo y septiembre”, es decir, los inicios de la primavera y el otoño.

También es de suponer, sólo suponer por la experiencia propia, que los días del verano son los más calurosos del año por la inclinación de la Tierra frente al Sol.

Cursos e verano. Especial

Además, en eso de los solsticios y equinocios solares es en lo que están basados los horarios de verano e invierno que rigen en los países más o menos civilizados. México, como se sabe, a partir de este sexenio se rije por el “horario de Dios”, lo que eso signifique con todo y apagones.

En esta columna se ha dicho que hay meses o épocas del año que no tienen buena prensa, como, por ejemplo, el mes de marzo, ése en el se inicia la primavera, que los poetas y los comunes y correntes identifican con abril y con mayo.

También aquí se ha escrito que el verano es bienvenido con la celebración en México del día y en Europa, con la noche San Juan, en la que comparten su pan, su mujer y su gabán gentes de cien mil raleas, según ha dejado establecido el poeta Joan Manuel Serrat.

Sí, el verano tiene buena prensa. Se le identifica con las vacaciones, con el calor, seguramente por influencia europea, aunque en México no siempre haya sido así.

Papá juega con su hija en un puente del Parque España. Foto: Especial

Hace poco más de 60 años, el escribidor inició su educación (es un decir, claro) primaria en 1962 en el mes de febrero y su curso concluyó a finales de noviembre, para ir de vacaciones en diciembre y en enero y en los siguientes años “el calendario” se fue recorriendo. En 1967, ya inició el curso escolar en septiembre para terminar a principios de julio y poder disfrutar de sus vacaciones de verano.

En el inconsciente y el consciente colectivos, verano significa sol, playa y mar, aunque no se viaje, pero es el cliché social (el escribidor ignora si ahora se diga así); la época de los fines de cursos escolares (misa incluida) y de las graduaciones, desde preescolar hasta preparatoria.

Es época propicia para los amores, de esos que sólo durarán semanas (las del verano). Amores de estudiantes, el primer amor, según la canción de Roberto Jordán, quien tenía un hermano jugador del Atlante, quien se apellidaba Pérez Flores, o la de Leonardo Favio: “…fuiste mía un verano”.

El verano, al contrario de marzo, el del inicio de la primavera, tiene buena prensa. El verano es el veraneo, el descanso, la relajación, las vacaciones, los bikines, el sol, el de los amores de ocasión.

El verano es, de alguna manera, el recreo del mundo: cada cuatro años son los Juegos Olímpicos de verano (ahora están punto de iniciar en París) y, dentro de dos años, será el Mundial de Futbol en Estados Unidos, Canadá y México, pero para calmar las ansias en estos días se han jugado las copas de América y de Europa.

Los recreos del mundo, aunque apenas sean cada dos años. Bueno, así son más deseados.

Los veranos son festivos.

También fue época de “solidaridad” con los jodidos. En un verano, Barack Obama fue “cooperante” solidario con los pobres de América Latina.  El escribidor debe contar que en los veranos de su vieja niñez o su temprana juventud, a su pueblo llegaban los “gringos”, jóvenes preparatorianos o iniciando sus carreras universitarias estadunidenses para hacer “servicio social”: esencialmente alfabetización, servicios y educación de de salubridad, y, hay que decirlo, concientización, ideologazación, simpre liberal, o como se quiera llamársele hoy, casi siempre convocados por alguna organización religiosa. Eran los años sesenta.

También le contaron que en el verano de esos años llegaban las gringas a la Zona Rosa de la Ciudad de México.

El verano es ahora el tiempo de los “cursos de verano” para los niños latosos que tienen vacaciones en sus escuelas y necesitan quien los “entretenga” para que su padres cumplan con sus obligaciones laborales, porque las vacaciones de verano para los trabajadores no son de tres meses, sino -en el mejor de los casos- de quince días.

Peor aún: el verano es una época de gastos familiares; las vacaciones en su caso, los nuevos uniformes y útiles escolares (aún cuando la escuela sea pública, en donde se piden cuotas voluntarias para el nuevo ciclo escolar, sin que se sepa cual es su destino final; en la educación privada también existen esos fenómenos pero al menos se tiene la certeza de que ese dinero será para quienes son los dueños o para quienes administran el “cole”.

No todo es perfecto. El verano es la época del calor (la canícula entre julio y agosto, aunque ahora pocos sepan qué es), las lluvias causantes de inundacaciones por que el agua ocupa el lugar que antes tenía y, ahora (misterios del cambio climático) huracanes, que antes eran del otoño o por lo menos eso creíamos.

Socialmente, el verano es identificado siempre como una época de luz, de fulgor, de éxito, de satisfacción, de esplendor, de celebración… la Noche de San Juan, en Europa, y el Día de San Juan, en el pueblo del escribidor, así lo demuestran.

Acá en mi pueblo sabemos que el Día de San Juan, para que sea Día de San Juan, debe llover para poder bailar o gritar o reír o gozar bajo la lluvia, cuya agua está bandita.

Sí, al verano -en junio el hemisferio norte y en diciembre el hemisferio sur- se le identifica como una especie de recreo. Gócelo, que ya habrá tiempo para sufrir. Y sí, es cierto, el verano no está sobrevalorado.

Veraneé, pues. Tiene todo el derecho.

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