Ciudad de México, noviembre 10, 2024 10:10
Vestigios Reporte especial Revista Digital Febrero 2022

Se lleva el virus tres restaurantes icónicos de Insurgentes Sur

Con otro puñado de establecimientos desaparecidos, El Candelero, El Buen Bife y El Gallito forman parte ahora de las leyendas culinarias de BJ

La pandemia y sus consecuencias económicas tienen también efecto en la fisonomía de las ciudades y las costumbres de sus habitantes, como ocurrió con estos establecimientos de gran tradición.

FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI

En el lapso de un mes, tres restaurantes que se habían convertido en verdaderos íconos de la alcaldía Benito Juárez, los tres ubicados sobre la avenida de los Insurgentes Sur, cerraron sus puertas… y sus largas historias. Ambos formaban parte ya de la vida cotidiana de esta demarcación y su fama trascendía a otros ámbitos de la capital mexicana. Su clausura se dio en el marco de la pandemia del Covd-19 que ha afectado severamente a los establecimientos comerciales de Ciudad de México.

El Candelero, restaurante de comida mexicana fundado según sus dueños en 1893; El Gallito, la taquería emblemática de la colonia Del Valle,  y el Buen Bife, especializado en cortes estilo argentino, desaparecieron irremediablemente y hoy son pérdidas lamentables para la gastronomía y la fisonomía de Benito Juárez. A ellas se agregan otros dos establecimientos adyacentes al Buen Bife y que formaban parte del mismo consorcio, el restaurante japonés Bokenka y la cervecería y restaurante La Chopería.

El desalojo en El Buen Bife. Foto: Francisco Ortiz Pinchetti

Tanto el Buen Bife y sus filiales, como El Gallito, sufrieron además la afrenta de un desalojo en horas de la madrugada, derivados ambos de un mandato judicial promovido por los respectivos propietarios de los locales en que operaban. Juan Miguel Colín, el dueño del restaurante de comida argentina, explicó que por la pandemia no pudo sostener las rentas acumuladas, estimadas en “millones” de pesos a lo largo de casi dos años de contingencia. En el caso de El Candelero, en cambio, su muerte fue literalmente por inanición.

Estas nuevas  pérdidas, por cierto, su suman a la desaparición en los últimos años de otros restaurante emblemáticos que funcionaban en la misma avenida de los Insurgentes Sur, en territorio juarense: La Veiga, cafetería tipo español, en la esquina con la calle Empresa de la colonia Extremadura Insurgentes; el Konditori, especializado en comida nórdica, en la misma colonia, y Los Guajolotes, una de las ms afamadas rosticerías y loncherías de la capital, en la confluencia con la avenida San Antonio de la colonia Ciudad de los Deportes.

El Gallito apagado. Foto: Francisco Ortiz Pardo

La Veiga se inició como panadería, la primera en la ciudad de autoservicio por cierto. Posteriormente abrió su cafetería-restaurante, en la que eran célebres la pechuga a la parmesana y, los domingos, la paella valenciana. Muchos aficionados a la tauromaquia concurrían a degustarla antes de la corrida en la cercana  Plaza México. Era sitio de reunión y tertulia de intelectuales, periodistas y universitarios y en sus últimos años abrió también una terraza-bar que daba a Insurgentes.

En el Konditori solían departir políticos de diversos colores. Además de su buena comida, era un sitio ideal para departir y realizar entrevistas, juntas de trabajo y festejos diversos. Era frecuente que ahí se celebraran conferencias de prensa. Varios informadores tomaron la parte alta del local como sede de su grupo “AA”, que sesionaba ahí cada jueves.

Aquel Konditori. Foto: Francisco Ortiz Pinchetti

Los tacos de Los Guajolotes eran favoritos de personajes como el periodista Julio Scherer García, fundador del semanario Proceso. Vecinos del rumbo eran frecuentes compradores de los pollos, asados a la leña. En temporada navideña no faltaba el pavo relleno y el buen bacalao a la vizcaína. El lugar era un tanto lúgubre, pero tenía su encanto.

De los tres lugares recientemente clausurados, El Candelero era con mucho el más antiguo. Aunque se ostentaba como “desde 1893, el lugar ideal para experimentar un viaje al pasado, adentrándonos en los ricos tesoros de nuestra alta cocina mexicana”, lo cierto es que funcionó durante décadas en lo que  queda del casco de  una hacienda del siglo XVIII. En su fachada hay un muro con su nombre y la inscripción “Año de 1771”. De cualquier manera, con mucha tradición y muy pintoresco.

Ocupaba diversos espacios, muy gratos y acogedores y llenos de plantas de ornato, en torno a una bella fuente central cubierta siempre de pétalos de flor. Tenía privados y también espacios amplios que se prestaban para la realización de bodas y otras festividades. Había además  una barra o mostrador, que funcionaba como bar y en la que se servían tragos a los comensales antes de pasar al comedor.

Era un lugar relativamente caro y su especialidad era la comida tradicional mexicana. Destacaba en su menú la sopa de tortilla, el pollo al horno en su jugo, los moles, la pechuga rellena de huitlacoche,  la arrachera en mole chichilo, los chiles en nogada (temporada), la lengua a la veracruzana y los plátanos con crema, el postre que era especialidad de la casa.

Interior de El Candelero. Lo que fue. Foto: Especial

En El Gallito muchos vecinos de Benito Juárez merendamos sus famosos tacos y aliviamos a veces la resaca de la madrugada o el amanecer, púes estaba abierto día y noche.  Ahí llegaba gente de toda la ciudad. Y aunque su carta incluía carnitas de cerdo, tacos de costilla, quesadillas, pozole, caldos de pollo, queso fundido, frijoles de la olla y tortas, todo ello muy sabroso, lo suyo eran los tacos al pastor, tanto de la bola como de la olla, bien servidos, que eran una delicia. Había una barra que daba a la calle, en la que se servían los tacos a parroquianos que optaban por comer parados y a la carrerita.  

Como anécdota curiosa, los que éramos asiduos a ese lugar recordamos la presencia permanente de sus dos dueños en la caja del establecimiento, que a la vez que revisaban las cuentas  parecían vigilarse con celo uno al otro. ¡Se cuidaban mutuamente! Lo más increíble es que, años después, los hijos de ambos socios y seguramente sus herederos estaban siempre ahí, en la caja, en igual actitud…

Cuando brillaba El Gallito. Foto: Especial

En cuanto a El Buen Bife, este restaurante ubicado en Insurgentes Sur y Duraznos, en la colonia Tlacoquemécatl Del Valle, fue la matriz hace tres décadas de una serie de sucursales que se abrieron en distintos rumbos de la capital, de los cuales sobreviven uno en Coyoacán y otro en un centro comercial del eje 7 Sur Félix Cuevas, además de una tienda de cortes de carne e implementos para asadores, en la misma arteria.

Fantasmas. Foto: Francisco Ortiz Pardo

Era un sitio de categoría, bien montado y con  excelente servicio. Se distinguía por la calidad por sus cortes de carne estilo argentino, asados al carbón traído expresamente desde el país sudamericano. Eran memorables su bife de chorizo, la matambre, el vacío, el lomo y la tira de asado. Tenía además pastas italianas, ensaladas y pizzas hecha en horno de leña, y variados postres entre los que destacaban por supuestos los alfajores argentinos.

Hoy, tristemente, El Candelero, El Gallito y el Buen Bife sólo forman parte ya de las leyendas culinarias y la historia de nuestra demarcación.

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