Ciudad de México, abril 25, 2024 03:54
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El futuro de las ciudades

De acuerdo con la reciente publicación de la Cepal: “Perspectivas económicas de América Latina 2017. Juventud, Competencias y Emprendimiento”, para el año 2050 cerca de 673 millones de latinoamericanos radicarán en ciudades (86 por ciento de la población). Es decir, casi nueve de cada 10 habitantes tendrán como lugar de vida una metrópoli.

La Zona Metropolitana del Valle de México concentra todos los días a más de 20 millones de personas. Vivimos en un área geográfica con altos índices de urbanización cuyas problemáticas sociales demandarán cada vez un mayor número de respuestas y donde los actores sociales ganarán en diversidad y fuerza. No estaremos exentos de fenómenos como el relatado.

Las cifras evidencian la necesidad de contar con planes a largo plazo, pensar la ciudad, la Zona Metropolitana, a 15, 20 y 30 años y con miras al crecimiento poblacional previsto.

Desafortunadamente, existe una circunstancia que contrasta con la ya manifiesta necesidad en términos del bono demográfico. Me refiero a la inversión pública destinada a las Tecnologías de la Información y la Comunicación, TIC. Para el año 2016, dicho monto disminuyó a nivel nacional en 56 por ciento respecto a 2015, según relató la agencia de análisis The Social Intelligence Unit (The-SIU).

Sin inversiones que permitan a los jóvenes desarrollar las herramientas de innovación encaminadas a producir tecnología propia y en consecuencia crecer de manera interna, será prácticamente imposible planificar con visión estratégica y de largo alcance. Cabe resaltar que mediante las TIC mejora la productividad del capital humano y son una condición necesaria para ejercer derechos fundamentales como la educación y la información.

Destinar recursos al desarrollo tecnológico permitirá también generar los medios para enfrentar y encontrar soluciones a problemáticas urbanas como el acceso al agua, servicios de salud, transporte, manejo de residuos, entre otros.

Planificar con visión estratégica y de largo plazo constituye una posibilidad firme de disminuir el déficit democrático y equilibrar la relación entre demandas sociales y entramado institucional. Factores como el crecimiento y desarrollo económico, la productividad y la competitividad van de la mano con el progreso de urbes como la nuestra, determinan su viabilidad, y alcanzarlos depende de nuestra capacidad para pensar el futuro de la ciudad.

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