La enfermedad del plomo
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Saturnismo es un nombre derivado de viejos alquimistas, una enfermedad llamada también plumbosis o plombemia consistente en el envenenamiento producido por el plomo. Su vía de contagio es digestiva o respiratoria y son especialmente vulnerables a ello los trabajadores de minas, de soldaduras, de aleación de metales, así como en pintores, ceramistas y vitralistas, entre otros.
POR NADIA MENÉNDEZ DI PARDO
El Saturnismo, también conocido como plumbosis o plombemia, es una afección que concierne al envenenamiento que produce el plomo (Pb) cuando entra en el cuerpo humano, la cual ha sido históricamente estudiada y documentada. Este padecimiento es conocido como saturnismo ya que -en la antigüedad- los alquimistas le denominaban “Saturno” a dicho elemento químico, haciendo referencia al Dios Romano Saturno, cuyo planeta -de acuerdo con las creencias de la antigüedad- irradiaba la melancolía y la bilis negra, alterando el balance de los llamados “humores” (i.e., los cuatro “líquidos básicos” del cuerpo humano).
De acuerdo con fuentes diversas, el origen de la identificación por intoxicación por plomo, la realizó Nicandro de Colofón -de origen griego- en el siglo II A.D.
El saturnismo es un padecimiento crónico provocado por la intoxicación por plomo, y su vía de contagio suele ser respiratoria y digestiva. Recordemos que el plomo es una sustancia neurotóxica que históricamente se ha manifestado –de manera destacada- en trabajadores adscritos a espacios de trabajo específicos; por ejemplo, en trabajadores de minas, de soldaduras, de aleación de metales, así como en pintores, ceramistas y vitralistas, entre otros. De hecho, se le llegó a denominar “la enfermedad de los artistas” debido a la concentración de plomo que predominaba en la pintura.
El auge de esta enfermedad -y del conocimiento asociado a la misma- tuvo lugar durante los siglos XIX y XX, cuando el uso industrial del plomo aumentó en diversos países, a la par de la revolución industrial y de la introducción del tetra-etilo de plomo como elevador del octanaje (explosividad) en las gasolinas, en la década de 1920.
Cabe recordar que este padecimiento ha sido investigado desde las perspectivas médica, epidemiológica y siquiátrica; los síntomas y signos de esta enfermedad se manifiestan de diferentes maneras, involucrando tanto alteraciones físicas, como mentales. En lo que respecta a las alteraciones físicas, se incluyen dolores agudos de cabeza, trastornos cardiovasculares, problemas en los riñones, afecciones dermatológicas, debilidad muscular, anemia, pérdida de peso, mareos, vómitos y puede provocar infertilidad.
Las alteraciones siquiátricas incluyen pérdida de memoria y de coordinación, insomnio, irritabilidad, angustia, ansiedad, falta de concentración, depresión y estrés. El nivel y gravedad de dichas afecciones y malestares depende de la concentración de plomo en la sangre de cada sujeto. No obstante, vale la pena destacar que uno de los riesgos principales asociados al plomo se enfoca en el sistema nervioso, ya que el saturnismo puede provocar convulsiones y -por consiguiente- la muerte del sujeto, mientras que en infantes puede producir encefalopatías que pueden llegar a ser fatales.
Como se mencionó, esta enfermedad ha sido profundamente estudiada y analizada por autores de diferentes países, incluido México, los cuales han orientado sus esfuerzos a definir y mejorar métodos de prevención y de tratamiento para este padecimiento.
En la actualidad el saturnismo continúa siendo un problema grave de Salud Pública; por ello es importante acotar que, siendo una enfermedad tan grave, de carácter progresivo y que puede tener consecuencias fatales, no se le ha dado la importancia y la significación que tiene en la práctica, tanto a nivel individual como en el plano social.
Al respecto, de acuerdo con Elise Gould en “Childhood Lead Poisoning: Conservative Estimates of the Social and Economic Benefits of Lead Hazard Control”, por cada dólar invertido en la eliminación de pinturas domésticas con plomo en los EE.UU., se obtiene un retorno mínimo de alrededor de USD $17.00, o un retorno agregado (a nivel nacional) de entre USD $181,000 y USD $269,000 millones para el sistema de salud estadounidense en su conjunto.
Si bien no se conocen los montos correspondientes para el caso mexicano, cabe suponer que las magnitudes también deberían ser altamente significativas para nuestro país.
Cabe indicar, sin embargo, que -si bien la pintura (o, más específicamente, la pintura pulverizada -por su antigüedad- que flota en el ambiente) y las cañerías con plomo constituyen dos de las más importantes fuentes de intoxicación- su uso se ha erradicado de manera drástica en décadas recientes, aunado a la reinstalación de sistemas de drenaje y tuberías libres de plomo en el ámbito de la construcción. Sin embargo, en virtud de la heterogeneidad en la antigüedad de las edificaciones, tanto en la Ciudad de México como en el resto del país, sería conveniente realizar un análisis robusto para determinar la necesidad de sustitución de pinturas y cañerías en zonas con construcciones mayormente antiguas, a fin de eliminar –o mitigar- estas fuentes de contaminación.
En este orden de ideas cabe recordad que, a lo largo del siglo XX, las gasolinas constituyeron una de las principales fuentes de contaminación por emisiones de plomo a la atmósfera. No obstante, esta situación se vio drásticamente reducida en la década de 1990 con la sustitución del tetra-etilo de plomo por metil ter-butil éter y etil ter-butil éter como componentes para mejorar la combustión (explosividad) de la gasolina automotriz.
No obstante, continúa la prevalencia de otras fuentes de contaminación por plomo en el medio ambiente y en la sociedad actual; al respecto -y dada la coyuntura que se vive actualmente en el ámbito energético de México- vale la pena destacar el hecho de que el uso de combustóleo (Fuel Oil No. 6, en el argot técnico) para la generación de energía eléctrica constituye una de las fuentes de contaminación continua por plomo más arraigadas en nuestro país.
En ese sentido, sería conveniente que la reciente reforma energética, en la que se ha decidido priorizar la generación de energía eléctrica en plantas de ciclo combinado basadas en combustóleo, fuera ser sujeto de análisis y reevaluación, tanto desde una perspectiva holística –en términos ambientales generales- como desde una perspectiva de salud pública más enfocada; específicamente, considerando sus efectos en la prevalencia del plomo en el medio ambiente y –por ende- del potencial para el incremento de casos de saturnismo en diversas regiones del país, sin menoscabo de su evaluación desde la perspectiva de los costos – económicos y humanos- que el saturnismo implica para la población de esas regiones, y para nuestra sociedad en su conjunto.