La ley al servicio del hombre, no del mercado (II)
La semana anterior planteé la pregunta: “¿Cómo sanear la deuda hacia los jóvenes y darles herramientas para brincar la franja de la pobreza?”. La palabra “deuda” no constituye un recurso discursivo, se trata de una condición objetiva cuya presencia abarca casi 40 años.
Julio Boltvinik y Araceli Damián, expertos en temas relacionados con el bienestar social, analizan la metodología oficial para medir la pobreza y enfatizan, entre otros datos, que la incidencia de dicha condición fue más alta en 2014 que en 1977 (Acta Sociológica, año XLV, núm. 70, mayo-agosto de 2016 http://www.revistas.unam.mx/index.php/ras/issue/view/4465 ).
Lo anterior contribuye a afirmar con mayor contundencia que el modelo político y económico impuesto desde el Estado se agotó, no es funcional ni benéfico para los sectores de la población con cualquier tipo de carencia, aun se intente paliar el concepto de pobreza bajo diversos métodos. Un país como el nuestro no puede continuar dilapidando generaciones de jóvenes y tirando a la basura el enorme potencial que representa el bono demográfico. Esa es la deuda.
Reparar un daño intergeneracional requiere de acciones concretas, concertadas y con algo más que objetivos inmediatos o diatribas oficiales que hacen de los maestros un problema y de la aplicación de medidas neoliberales en la praxis educativa un fetiche. El trazo legal para colocar a los jóvenes en vías de empoderarse en términos políticos, económicos y sociales demanda planificar con visión de izquierda y abandonar la simple administración del caos capitalista.
Asimismo comenzar a corregir paulatinamente el error de encadenar el desarrollo nacional al de Estados Unidos, construir el futuro y dejar de observar el pasado. “Trump es la expresión más cínica de un sistema que llegó a su límite”, afirmó el profesor Gabriel Vargas Lozano, profesor-investigador del Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-Unidad Iztapalapa) y profesor definitivo de la cátedra de Filosofía de la Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México (UNAM), durante la presentación de su libro Marx y Freud. Hacia una racionalidad de la sociedad y de la historia.
Contrario a lo que funcionarios del gobierno federal en turno expresan como dogma en los medios de comunicación, irrumpir en la arena global y moderna no es un proceso lineal, cuantitativo ni que se aplique por igual a quienes desde que nacen enfrentan severas desigualdades.
Encontrar un modelo de crecimiento a la mexicana tiene como piedra de toque a los jóvenes, y una de las principales herramientas para que puedan salir de la pobreza sistémica radica en diseñar leyes que los conviertan en actores colectivos de la historia. Por ello la ley debe estar al servicio del hombre, no del mercado.