San Pedro de los Pinos, donde los perros sí respetan a los humanos
Foto: Francisco Ortiz pardo
En el Parque Pombo, de San Pedro de los Pinos, se han instalado rejas metálicas que protegen a los jardines de la invasión destructiva de las mascotas ilegalmente sueltas.
STAFF / LIBRE EN EL SUR
Dos calamidades agobian a los jardineros encargados de cuidar nuestros parques. Ambas tienen que ver con las dificultades que implica el mantener verdes y bellos los jardines, lo que incluye el cuidado esmerado de plantas y árboles. Una de esas lacras es la escasez frecuente de agua tratada para riego. La otra es la presencia de los perros sueltos que invaden las áreas enjardinadas y destruyen las plantas, sobre todo las de especies pequeñas y los arbustos.
Por eso resulta ejemplar la iniciativa de los vecinos de San Pedro de los Pinos, para proteger los jardines del parque Pombo, el que con su kiosco hace las veces de zócalo del antiguo pueblo ubicado al norponiente de la alcaldía Benito Juárez.
Además de la prohibición expresa mediante letreros ahí colocados de introducir mascotas a esas áreas verdes, que lamentablemente muy pocos respetan, para proteger esas áreas verdes se decidió enrejarlas, del modo que ya no puedan ser invadida por los canes que sus dueños, incumpliendo la Ley de Cultura Cívica, dejan correr sueltos, sin correa.
Esta infracción es la que está detrás del problema, que afecta por igual a parques como el Hundido, el de los Venados, el de San Lorenzo, el de la colonia Álamos o el de Miraflores. Y a pesar de que en todos los parques de la demarcación existen actualmente áreas confinadas para disfrute exclusivo de las mascotas, que ahí sí pueden estar sueltas sin afectar a nadie. En algunos casos hay hasta juegos especiales para ellas.
La prohibición de soltar a los perros sin cadena o correa fuera de esas áreas especiales está contenida claramente en el artículo 28 de la citada Ley, que establece ahora sanciones de entre mil 141 hasta cuatro mil 149 pesos a la persona que permita que su mascota transite en áreas públicas sin las medidas de seguridad necesarias, lo cual es además por la tranquilidad de nuestros propios animalitos.
“Por más que nos esmeramos en conservar la vegetación, vienen los perros y la destruyen”, dice uno de los encargados de los jardines del parque Tlacoquemécatl. “Me parece que la solución es primero aplicar la Ley y luego en efecto proteger los jardines con rejas metálicas”.
Hay que precisar que en el caso del parque Pombo, se instalaron rejas pintadas de verde con un diseño que no choca con el entorno. Al contrario. Son suficientemente cerradas para impedir el paso de mascotas aun pequeñas pero a la vez respetan la visibilidad. El resultado está a la vista: los jardines lucen impecables, hermosos, verdes. Ojalá cunda el ejemplo.