Ciudad de México, septiembre 7, 2024 17:25
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Tiene 400 años el Señor del Buen Despacho; es de colorín y pesa sólo 14.7 kilogramos

Explican restauradoras el procedimiento a que fue sometida la imagen, que data de entre 1610 y 1630.

El Cristo, el Señor del Buen Despacho, de un tono más claro gracias a la limpieza que recibió, regresó a su altar en vísperas de las fiestas patronales que culminaron el pasado domingo en el templo de la colonia Tlacoquemécatl del Valle, en BJ.

STAFF/LIBRE EN EL SUR

La milagrosa imagen del Señor del Buen Despacho que se venera en su templo de la colonia Tlacoquemécatl del Valle, en la alcaldía Benito Juárez, es una escultura novo hispánica que data del primer tercio del siglo XVII.

“Concretamente, podemos fijar su elaboración entre 1610 y 1630″, explicó la restauradora Claudia Alejandra, al describir el procedimiento a que fue sometida la figura del Cristo Crucificado para restablecer su apariencia.

Es decir, cumple ya cuatro siglos y es una reliquia colonial catalogada.

 

El Señor el Buen Despacho, joya de Tlacoquemécatl.

La especialista explicó que la restauración de una escultura como esta no consiste en “dejarla como nueva”, sino en restablecer su apariencia y su policromía lo más posible.

Aclaró que toda intervención que se realiza a una figura como ésta debe ser supervisada por los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y que así se hizo en el presente caso.

También ha podido comprobarse que el Cristo está hecho de madera de árbol de colorín y que es sumamente ligera: pesa apenas 14.7 kilogramos.

Las restauradoras.

La restauración del Señor del Buen Despacho, cuya fiesta patronal se realizó el pasado domingo 21 de julio, fue llevada a cabo a iniciativa del actual párroco Álvaro Lozano y requirió poco más de un mes de trabajos.

Estuvo a cargo de la propia Claudia Alejandra, auxiliada por su colega Naitza Santiago. Ambas expusieron los pormenores  de su trabajo luego de que la imagen fue nuevamente colocada en su sito detrás del altar, en vísperas la festividad patronal.

Ellas detallaron que la escultura está armada en dos partes, unidas por un adhesivo y que es parcialmente hueca, pues por su parte posterior del dorso y parte de la cabeza fue vaciada por sus autores, probablemente para aminorar su peso.

Lo anterior pudo establecerse luego de un estudio radiológico practicado a la imagen. Los rayos X permitieron  también descubrir que la actual policromía que cubre a la escultura está sobrepuesta a la original.

“Nuestro trabajo consistió básicamente en realizar una limpieza de la imagen, que estaba cubierta de polvo y partículas”, explicó Claudia. “Fue un trabajo delicado y paciente, porque lo fundamental era no alterar en lo absoluto la pintura.

Dijo que ésta presentaba desgaste en pequeñas áreas, por lo que tuvo que realizarse un meticuloso trabajo de resane con el empleo de pinturas especiales, semejantes a las originales, todo ello previamente autorizado por el INAH.

También se rellenaron algunos huecos, para lo cual se utilizó madera de colorín semejante a la empleada para la elaboración de la escultura.

Otro dato interesante es que a diferencia de otras figuras religiosas de la época, la del Señor del Buen Despacho no tiene el cabello tallado en la madera, sino que porta una peluca.

Finalmente, dijeron que pudo establecerse fue que la imagen había sido restaurada al menos una vez más, hace alrededor de entre 50 y 60 años. Lamentablemente en esa ocasión se utilizó amoniaco para limpiarla, por lo que la policromía sufrió algún deterioro.

Actualmente el Cristo muestra un color más claro que antes de la restauración, debido fundamentalmente al trabajo de limpieza a que fue sometida, ya que en general, y particularmente en su espalda, presentada tomos oscuros e incluso negruzcos.

La restauradora Santiago precisó que la corona que luce el Cristo es de metal sin mayor valor y de hechura relativamente reciente.

Fin de fiesta.

Cabe mencionar que a los pies del Señor del Buen Despacho, se conserva una piedra labrada de origen prehispánico que fue hallada durante las excavaciones para la construcción del actual templo ubicado en el parque Tlacoquemécatl de la colonia del mismo nombre, a mediados del siglo pasado.

Se trata de un “cuauhxicalli” (cuauhtl = águila y calli = casa: la casa del águila), recipiente utilizado por los aztecas para colocar los corazones de los humanos sacrificados en ceremonias de las que existen diversos registros históricos. Fue descubierta e identificada en 1982 por la arqueóloga Ángeles Segura.

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