8M: De las protestas a la acción
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Operativo de seguridad en el 8M. Crisanta Espinosa / Cuartoscuro
En esta temporada de campañas electorales las mujeres, que somos el 52% del padrón electoral del país, debemos analizar qué candidatas y candidatos son verdaderos aliados de nuestras causas, porque la “Legislatura de la Paridad” poco sirvió para que nuestra agenda tuviera avances sustantivos.
POR ITZEL GARCÍA MUÑOZ
De nueva cuenta estamos en la marcha del 8 M en la Ciudad de México con la que se conmemora el Día Internacional de la Mujer y, aunque no tenemos cifras de cuántas mujeres, adolescentes y niñas participan en estas movilizaciones, cierto es que en 2023 fuimos más que en la marcha de 2020, que fue la última movilización antes del cese de actividades que generó la pandemia del virus COVID-19.
Si bien es cierto que el hecho de que las mujeres accedan a poder representa un buen ejemplo para el sector femenino, también es verdad que la famosa “paridad en todo” no sirve de mucho cuando las mujeres que ocupan cargos de decisión, ejercen el poder de manera masculina; y, sobre todo, cuando la mayoría de las políticas públicas no son realmente eficaces para empoderar a las mujeres, así como para prevenir, combatir, sancionar y erradicar la violencia contra éstas y las niñas.
Los datos demuestran, una y otra vez, que en nuestro país la situación de las mujeres, adolescentes y niñas poco ha cambiado. A principios de febrero de 2024, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó los resultados estadísticos de los Centros de Justicia para Mujeres que durante 2023 atendieron un millón 361 mil 653 incidentes de violencia. Los casos más reportados fueron de violencia física, seguidos de las denuncias por violencia psicológica (24.9 por ciento). Asimismo, la violencia sexual reportó un ligero repunte de 4.6 por ciento con respecto al ejercicio anterior.
Como abogada que soy no puedo ni quiero dejar de señalar que los “avances” legislativos que tanto cacarean nuestras parlamentarias han resultado insuficientes en un país que carece de instituciones fuertes, autónomas y profesionales para atender las problemáticas de las mujeres. Para muestra de ello, un botón: el 1o de febrero de 2007, o sea hace 17 años. entró en vigor la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, que tiene como objetivos prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres, adolescentes y niñas; y garantizar el goce y ejercicio de sus derechos humanos. Con el transcurso de los años, en razón de mi historia personal y de los casos que me ha tocado atender, puedo concluir que dicho cuerpo de normas es más bien un catálogo de buenas intenciones.
Además, un claro reflejo de la ineficacia del Estado en la materia es el hecho de que cada 8 de marzo, miles de mujeres, adolescentes y niñas salimos a protestar en una especie de desahogo frente a las grandes injusticias que vivimos todos los días.
En esta temporada de campañas electorales, las mujeres, que somos el 52% del padrón electoral del país, debemos analizar qué candidatas y candidatos son verdaderos aliados de nuestras causas, porque la “Legislatura de la Paridad” poco sirvió para que nuestra agenda tuviera avances sustantivos. Hoy en día, estamos exigiendo un diálogo franco, abierto y transparente; y una serie de compromisos a quienes aspiran a puestos de elección popular con las colectivas de mujeres, feministas o aliadas, todas cabemos. Sin la participación de las mujeres de a pie en la elaboración de las políticas públicas no hay democracia, porque la democracia debe incluirnos a todas.