Tercer parte de guerra
Tercer parte de guerra. No reconocida como tal por el gobierno federal, que se debate en sus propias batallas y pifias políticas, la guerra contra el narcotráfico y entre diversas bandas de narcos continúa con sus caudales de sangre, dolor y cuantiosos daños colaterales. Al tiempo que se extiende a lo largo del país y se recrudece en sus escenarios habituales.
Tan sólo ayer los diarios nacionales, al quitar el foco de atención en las exequias del Divo de Juárez, volvieron su mirada a los escenarios de batallas. Así, Reforma reporta que en Michoacán: “Un grupo criminal derribó un helicóptero del Gobierno del estatal, mismo que apoyaba un operativo para frustrar el plagio de un agricultor en la región de Tierra Caliente. El ataque provocó que murieran el piloto y tres elementos de la Procuraduría General de Justicia del Estado, según informó el Gobernador michoacano, el perredista Silvano Aureoles.
“La Administración estatal manifestó que un cuarto policía fue reportado como herido y después canalizado a un hospital cercano para su atención médica. La aeronave cayó en un terreno serrano conocido como La Angostura luego de una serie de enfrentamientos, en los que fuerzas federales habrían dado muerte a Alonso Andrade, hermano de Ignacio Andrade Rentería, “El Cenizo, a quien se le atribuye busca retomar el control de Los Caballeros Templarios luego de la captura de su líder, Servando Gómez, “La Tuta”, en febrero de 2015″.
Al mismo tiempo pero más al norte, cerca de la frontera con los Estados Unidos, en Tamaulipas se registraron enfrentamientos y balaceras a lo largo del día entre sicarios de bandas rivales que se disputan el control de la plaza, sin duda una de las más importantes para el trasiego de drogas. Cabe señalar que dicha entidad encabeza la lista de personas desaparecidas, que junto con cinco estados más concentran el 61.5 por ciento de las personas sin localizar, así la cifra de los ausentes al cierre del año pasado sumaron 27 mil personas.
Las cifras de la Secretaria de Gobernación apuntan a que son más los jóvenes, entre 15 y 20 años, los que desaparecen en estados como Tamaulipas, pero se suman también los estados de México, Jalisco, Nuevo León y Sinaloa. Perder anualmente a tal cantidad de personas y en dicha edad es en verdad una tragedia de suma importancia, como lo es el número de desplazados. Hablamos de hombres y mujeres en plena flor de la vida, víctimas colaterales de la guerra contra y entre las bandas criminales.
El diario Milenio, en un gran trabajo de investigación, proporciona cifras alarmantes y trágicas sobre el número de desplazados por los conflictos violentos entre bandas criminales. Y claro Tamaulipas es la entidad que también registra no sólo el mayor número de desaparecidos, sino también de desplazados.
Señala el matutino que con base en cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), del año 2009 al 2014 más de 185 mil personas tuvieron que migrar de sus lugares de origen a otros puntos del país o a los Estados Unidos, abrumados o asustados por la violencia. Empero, el Reporte Global Sobre Desplazamiento, hecho por la Organización de Naciones Unidas apunta a que la cifra es de 1.7 millones de seres desplazados en el periodo que fue del 2006 al 2011. La cifra es tan sorprendente como aterradora. Más aún si consideramos que detrás de cada número hay un sin fin de calvarios, que se significan con familias enteras que deben moverse de los lugares donde nacieron, crecieron, fincaron y murieron sus padres y nacieron sus hijos,y tienen que abandonar todo en busca de seguridad y protección.
A Tamaulipas le siguen Sinaloa, Guerrero y Michoacán como las entidades que más arrojan a sus ciudadanos víctimas de la violencia que ha desbordado a los cuerpos encargados de brindar seguridad y ha obligado a cerrar negocios y abandonar casas.
Más datos revelan que según las organizaciones que atienden a emigrantes en las ciudades fronterizas de México han detectado un nuevo fenómeno social:
Desde 2013 se ha registrado un aumento en la cantidad de personas que llegan a las entidades de la frontera para buscar asilo en los Estados Unidos. Un estudio elaborado con una base de datos con 1.106 casos que se detectaron en el centro Madre Asunta de Tijuana, Baja California revela que se encontró que el 73,2% de las personas entrevistadas provienen de Guerrero y Michoacán, dos de las entidades más violentas del país. El 18% de los desplazados manifestaron que ellos o sus familiares cercanos fueron víctimas de algún delito o acto de violencia.
Sin duda las cifras de los desparecidos y los desplazados ilustra la crueldad y la tragedia que encierra ésta guerra que parece no tener fin, y en la cual pareciera que las fuerzas del orden pierden batallas más frecuentemente de las que ganan.
La gente huye por miles de las zonas de guerra.
La seguridad sigue como deuda pendiente.