Ciudad de México, noviembre 24, 2024 06:24
Opinión Arantxa Colchero

Cuando iba a la escuela

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Habrá que recurrir a medidas más básicas y muy estrictas. Podría ser importante también retrasar la fecha del regreso a clases hasta que la curva de casos baje, que será pronto.

POR ARANTXA COLCHERO

Siempre me gustó ir a la escuela. Disfrutaba mucho los inicios escolares, con lápices, plumas, reglas, escuadras, cuadernos nuevos y demás aditamentos necesarios. Me gustaba dedicar tiempo para forrar libros y cuadernos. Yo siempre estaba lista para el regreso.  Aunque mi letra nunca ha sido bonita, ni legible, tenía muy organizados mis cuadernos con diferentes colores para resaltar títulos o palabras importantes. No era de las que se ponían hasta adelante pero nunca atrás. Me gustaba tener la distancia suficiente para ver bien el pizarrón y escuchar la clase.

Mi primera escuela fue un kínder que estaba muy cerca de casa. Me gustaba porque era chico, tenía un área grande de juegos porque lo usaban también como salón de fiestas y los salones eran cómodos. A mi hermana no le gustaba que saludara de beso al vigilante que nos recibía en la entrada, pero para mi era muy amable.

El último año de kínder y casi el resto de mi educación hasta la preparatoria la hice en el Liceo Franco Mexicano. Me gustó mucho. Todas las clases eran en francés y como entré desde kínder, aprendí a leer y a escribir primero en francés, que es un deleite de idioma. Aunque había en la escuela niños de padres diplomáticos o familias con muchos recursos, nunca me sentí rechazada o inferior por ser hija de profesionistas, al contrario, me sentía orgullosa de ellos y en la escuela había de todo tipo de perfiles y alumnos de todas las clases. Hice amigos entrañables.

Sin duda me faltaron buenas clases de inglés, clases de música que son básicas en la formación de los niños y quizá que fuera menos competitiva. aunque pienso que no me afectó porque no quería ser la mejor del salón, solo que me fuera muy bien y eso me motivó para seguir estudiando.

Fui muy afortunada de vivir la experiencia de estar en dos escuelas en Francia cuando era chica. Mi hermano y yo podíamos ir caminando solos a la escuela todos los días. Conocimos la cultura francesa de cerca, la importancia de la educación pública sin distingo de clase, de gran calidad. Teníamos amigos en condiciones sociales difíciles, migrantes españoles, argelinos y otros en mejor posición, franceses que nos acogieron con mucha calidez y apertura, a pesar de no saber dónde estaba México. 

Pero nunca se interrumpieron mis estudios por una pandemia como sí le pasó a mi hijo que hoy tiene 11 años y que anhela volver. Le hace mucha falta.

Estoy de acuerdo con que los niños regresen a clases después de un año y medio de no ir a la escuela por el daño emocional y por el retraso en su desarrollo. Sin duda los niños que no sufrieron ningún tipo de violencia en casa o de familias muy marginadas, pudieron aprovechar la pandemia, sobre todo al inicio, para darse cuenta que lo tienen todo, que no necesitan más para pasar un bien día, para ser creativos con lo que hay, para darse la oportunidad de contemplar. Pero ya pasó mucho tiempo, tienen que volver y dejar de tener clases virtuales y usar pantallas sin límites.

El regreso es un enorme reto, sobre todo para las escuelas públicas que no tienen suficiente infraestructura y disponibilidad de agua para seguir las medidas sanitarias, pero hay que volver. Uso de cubrebocas, distancia y lavado de manos o uso de gel son medidas prioritarias. Los niños ejercerán el auto-cuidado más de lo que pensamos si se acompaña de reglas muy claras y estrictas de las autoridades escolares. Detectar contagios y hacer estudios de casos será importante para cortar la transmisión. Aplicar pruebas en estos contextos podría ser útil pero quizá el país no cuente con los recursos y la capacidad para llevarlo a cabo. Vacunar a niños de 12 a 18 años sin haber completado la vacunación a mayores de edad, no sería ético.

Habrá que recurrir a medidas más básicas y muy estrictas. Podría ser importante también retrasar la fecha del regreso hasta que la curva de casos baje, que será pronto.

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