Ciudad de México, noviembre 21, 2024 14:23
Nancy Castro Opinión

Vivir para trabajar

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El sometimiento y la explotación son factores que fomentan condiciones arbitrarias al trabajar, una cadena interminable que va deteriorando tanto las condiciones como los derechos de los trabajadores.

POR NANCY CASTRO.

La idea de sentirse privilegiado por estar en el sitio laboral apropiado para el desarrollo profesional suele ser una trampa. El reconocimiento de quién se inserta en el mundo laboral suele someterse a un camino de resistencia, en el que muchas veces se pone a prueba no sólo las capacidades resolutivas sino, hasta en un caso extremo, la salud física y mental.

El trabajo es un fenómeno psicosocial en permanente evolución marcado por condiciones como es el salario, horarios, tareas, periodicidad y formación, beneficios asociados a factores sociales y culturales que se establecen en una franja muy determinante de edad, a partir de los 40 una persona deja de tener ofertas laborales y a la edad de 20 se denomina al postulante “el sin experiencia”.

El sometimiento y la explotación son factores que fomentan condiciones arbitrarias, una cadena interminable que va deteriorando tanto las condiciones como los derechos de los trabajadores. “El sin experiencia” quiere tener experiencia a costa de lo que sea, trabaja más de las horas establecidas aceptando una paga muy por debajo del salario mínimo, eso por lo tanto pone en riesgo el índice de competitividad profesional. Una de las razones de por qué se da la precariedad laboral es por aceptar lo que sea a costa de lo que sea, un contradictorio hábito que a veces salva la vida de quien está al límite.

No se trata de trabajar mucho y aceptar poca paga, sino valorar el tiempo que invertimos a mediano plazo y reflexionar si reditúa equitativamente entre condiciones laborales y nuestras capacidades. Pasamos toda una vida trabajando, de hecho me atrevería a aseverar que sin el trabajo sentimos que nuestra vida es un despropósito -a menos de haber nacido en cuna privilegiada con herencia solvente- hasta los más deshonestos, políticos, delincuentes, etc, trabajan para tener lo que siempre anhelaron.

Nos encontraremos, por tanto, con dos clases de trabajadores y dos formas diferentes de vida, la de aquellos que tienen un trabajo asegurado y pueden realizar planes a futuro, de inversiones, de relaciones, y organizar su tiempo y expectativas, y aquellos sometidos a una incertidumbre constante de lo que puede pasar con su vida la cual puede llegar a ser un impedimento en la toma de decisiones. Estos, sometidos a este tipo de trabajos temporales requieren una continua y acelerada adaptación a la tarea para hacer frente a los cambios y a la falta de rutinas laborales.
Se requiere altos niveles de atención y estrés para adaptarse a los requerimientos del trabajo (contenido, ritmo, procedimientos); sobrecargas cognitivas (esfuerzo de atención, fatiga percibida, cantidad de información, percepción subjetiva de dificultad, presión del tiempo); adaptación al entorno físico y social (estilo de supervisión y de relación laboral), etc.

Con la entrada de la 4T y sus políticas populistas fomentando el apoyo a los jóvenes y adultos mayores por medio de becas, qué tipo de estímulo es este, que entorpece la cadena de producción y el mercado laboral…”

La misma necesidad del reconocimiento laboral nos lleva a engancharnos como a una droga. Diversos estudios coinciden en que cerca del 8 por ciento de la fuerza laboral global es adicta al trabajo. Un estudio noruego de prevalencia de workaholism no encontró diferencias entre hombres y mujeres, clases sociales, solteros o casados, trabajadores contratados y autónomos. La única singularidad que reportaron fue entre los profesionales veteranos y los más jóvenes: estos últimos tenían una conducta de riesgo que los acercaba peligrosamente a la adicción a trabajo. Una de las maneras de saber si somos workaholics es aplicarnos la Escala de la Adicción al trabajo, desarrollada en 2014 por investigadores de la Universidad de Bergen, en Noruega.

-Piensas en cómo sacar más tiempo de otras actividades para poder trabajar.

-Pasas más tiempo trabajando de lo que inicialmente habías previsto.

-Con el trabajo consigues aliviar sentimientos de culpa, ansiedad, impotencia o depresión.

-Otras personas te dicen que trabajas demasiado, pero nunca haces caso.

-Te estresas y te pones de mal humor cuando te prohíben trabajar.

-Restas prioridad a tus hobbies, actividades de ocio o deporte por tu trabajo.

-Trabajar mucho ha afectado negativamente tu salud.

En el caso de México como en el resto de América Latina, la situación laboral implica factores determinante que no están a favor: educación escolar, formación profesional, salarios competentes, derecho al seguro social y regularización del trabajo informal. Casi 32 millones de trabajadores tienen ocupaciones informales, lo que implica mayor vulnerabilidad en materia de derechos laborales básicos.

Con la entrada de la 4T y sus políticas populistas fomentando el apoyo a los jóvenes y adultos mayores por medio de becas, qué tipo de estímulo es este, que entorpece la cadena de producción y el mercado laboral. Los jóvenes necesitan vislumbrar un futuro más promisorio para invertir en su formación, y no esperar a que papá gobierno con estirar la mano les dé tres pesos y luego los emplee en la Guardia Nacional. Se requieren dos ingredientes fundamentales: un sistema educativo de calidad que permita el desarrollo de talento y un mercado laboral que absorba el trabajo calificado y prometa buenas remuneraciones.

“En México se trabaja mucho y se paga poco” Itzel 28 años, diseñadora gráfica.

“Tenemos muchísimo talento pero nadie lo valora, un mexicano con una corcholata y dos cables te produce un sistema de iluminación” Tamara 20 años, estudiante de producción teatral.

“Te dicen que te pagarán más cuando tengas experiencia, entonces te pagan el mínimo, me pagaban $4,500 y a veces me tenía que llevar trabajo a casa, al final trabajaba hasta 40, 45 horas a la semana, por eso decidí renunciar”. Antonio, 30 años, contador público.

La población productiva global está en una media de edad entre los 20 a 60 años. Según la Encuesta de Ocupación y Empleo elaborada por el INEGI a partir del 2021, el nivel de desempleo subió 2.1 millones. Para el tercer trimestre del 2022, el 40.1 por ciednto de la población se encontraba en pobreza laboral, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Es decir, 51.6 millones de personas viven con un ingreso laboral inferior al valor monetario de la canasta alimentaria.

Mientras siga habiendo desigualdad económica y riqueza repartida entre unos cuantos. Mientras que siga habiendo analfabetismo, y el trabajo siga siendo una actividad explotada y enajenante y el auge del capital financiero siga promoviendo la privatización de recursos naturales promoviendo marginación bajo crecimiento económico. Entonces seguiremos muy alejados de lo que realmente nos pertenece.

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