Vuelve la Pastorela de El Carmen, en el Instituto Cultural Helénico, con música, cena y piñatas
En la Navidad se evocan recuerdos de otras navidades que se convierten en una tradición. Así ha sido por siglos, desde que los españoles de la Colonia trajeron las pastorelas, que al paso del tiempo fueron adaptadas a las expresiones mexicanas. Será por eso que hay familias –tanto de la capital como del interior del país— que no faltan año con año a la Tradicional Posada y Pastorela Mexicana de El Carmen que se presenta ahora en el Claustro del Instituto Cultural Helénico, y la han convertido, por definición, en la más importante de esta capital, una ciudad de ángeles y demonios a la vez, como la vida misma.
Tal vez por esa dualidad que todos llevamos dentro se nos salen las risotadas –las carcajadas, más bien— al escuchar las puntadas de una veintena de estupendos actores y músicos con los que, de alguna forma, identificamos la vida cotidiana y los signos culturales que nos pertenecen: Ahí están sintetizadas nuestras debilidades, alegrías, ilusiones, costumbres, dichos y canciones. Y la peculiar forma en que entendemos el Cristianismo –religioso o no—, donde cabe rebelarse a la solemnidad sin perder el respeto y se da “permiso” al juego pícaro y chusco entre el bien y el mal. Ambos son personificados en esta espectacular puesta por los pastores (que son guiados por el Arcángel San Miguel, caracterizado por Rogelio Guerra) y un pelotón de demonios (que representan los siete pecados capitales) quienes, a la orden de Lucifer, intentarán sin éxito impedir que los seres bondadosos lleguen a Belén a adorar “al hijo de Dios que ha nacido entre los mortales”. Al final, claro está, deberá ganar el bien, pero más que como un asunto moral como el anhelo de un mundo mejor, que se renueva cada Navidad y que lo queremos compartir con nuestros seres más queridos.
El espectáculo (que se presenta en el claustro de la Capilla Gótica del Instituto Cultural Helénico, construida con elementos principalmente románicos de los siglos 12, 13 y 14), tiene de preámbulo un breve concierto de flauta presentado por una “angelita” barroca (Guadalupe González Muciño), que se disfruta con un ponche de frutas calientito. Estelar es el momento que cautiva a los niños en que aparecen los títeres de los Reyes Magos con las voces de tres primeros actores: Héctor Bonilla, Juan Ferrara y Enrique Rocha.
Pero la Pastorela Mexicana de El Carmen es también fiesta familiar, y por eso culmina en una Posada con merienda a base de tamales y atole, rifa de piñatas y cánticos. Por eso desde que llegan los espectadores se les ha entregado la clásica “letanía”, con la que buscarán “posada” entre los bellos jardines del Instituto Cultural Helénico. De tal forma, acudir a la Pastorela Mexicana –que se ha presentado durante 22 años consecutivos– es también una oportunidad de sumarse al interés por preservar nuestras tradiciones más bellas y profundas, que son las que “visten” eso que conocemos como “identidad”. Lo demás consiste en una experiencia propia que no se puede contar. Como los recuerdos de Navidad que se nos quedan desde niños.
Los boletos están a la venta en las taquillas del Instituto Cultural Helénico (avenida Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn) y en el sistema Ticket Master (5325-9000). La temporada comienza este viernes 17 de diciembre y termina el 30, con dos funciones diarias a las 6 y 8:15 pm. No hay función el 24. El precio es de 280 pesos y los niños pagan a partir de los tres años.