Los Nacimientos Navideños: Una tradición que cumple 800 años este 2023
Nacimiento Monumental en Metepec. Foto: Artemio Guerra / Cuartoscuro
La tradición del Nacimiento, iniciada en 1223 por San Francisco de Asís en un pueblito de Italia, se ha arraigado en la sociedad mexicana y hoy persisten ejemplos notables de esta costumbre cristiana en nuestra capital.
STAFF / LIBRE EN EL SUR
Este año se cumplen justo ocho siglos la tradición cristiana del Nacimiento. Su instauración se atribuye a Francisco de Asís, que habría hecho la primera representación en diciembre del 1223, hace 800 años, en una ermita del pueblo italiano de Greccio. Según testimonios de frailes discípulos del Santo, su objetivo era dar a conocer a la comunidad el nacimiento de Jesús, para instruirlos en la Santa Doctrina; pero principalmente “buscaba contemplar la encarnación del Hijo de Dios mediante el silencio”.
Precisa la propia tradición que esa primitiva versión del Belén, como también se le llama, fue montada por Francisco con seres vivos, para lo cual invitó a frailes de su convento y a habitantes del poblado a participar, asumiendo los diversos personajes, como San José y la Virgen María, el Niño Dios y los Reyes Magos, así como animales como el bey, el burro y la vaca, los borregos y algún caballo.
Posteriormente, esos personajes fueron sustituidos por figuras hechas de pasta o madera, con lo que el Nacimiento adquirió la fisonomía que perduraría hasta nuestros días. La tradición se extendió a toda Italia y pasó a otras naciones de Europa. Y cuando ocurrió el descubrimiento de América y la Conquista, los misioneros la trajeron a México. Hay evidencias de que las primeras representaciones del Nacimiento en nuestro país fueron realizadas por los frailes franciscanos del convento de Santo Domingo, en el viejo pueblo de Mixcoac, ubicado en la actual alcaldía Benito Juárez. Los Belenes fueron un recurso muy valioso en la evangelización del nuevo mundo, a través de la conversión al cristianismo de los pobladores originarios.
El Nacimiento fue adoptado primeramente en los conventos y monasterios de la Nueva España y ya en el México independiente se convirtió con el tiempo en una costumbre muy arraigada de las familias mexicanas, en todo el país. En la capital, ya en el siglo 20 hubo nacimientos que adquirieron fama y celebridad, como el que año con año montaba el poeta Carlos Pellicer en su casa de la Lomas de Chapultepec, así como otros que instalaban familias en colonias como la Del Valle, Narvarte, Santa María la Rivera y San Rafael.
Diversas circunstancias, incluidas razones económicas, provocaron la desaparición paulatina de la mayoría de esos nacimientos famosos, aunque a la fecha han proliferado expresiones notables de esta tradición, auspiciadas por entidades públicas y privadas.
Asimismo, se ha desarrollado toda una artesanía especializada en el tema. Entre los lugares que destacan por su elaboración de nacimientos son: Metepec en el Estado de México, Tlaquepaque en Jalisco, Tolimán en Guerrero y Tzitzuntzan en Michoacán. Hay nacimientos elaborados en barro, resina, arcilla, cerámica, hojas de maíz, entre otros materiales.
Los elementos fundamentales de la representación son la casita de madera, donde va el nacimiento navideño y esta debe de ser sencilla, pues representa la humildad y sencillez del lugar donde nació el Niño Jesús. El pesebre, es el contenedor de madera donde los animales de granja consumes, que de acuerdo con la historia fue la cuna improvisada para el recién nacido. La estrella de Belén que fue la guía para que todos pudieran llegar a presenciar el nacimiento del Hijo de Dios.
Entre los personajes imprescindibles están en primer lugar el propio Niño Jesús, la figura principal del Nacimiento navideño. También la Virgen María, San José, que es el papa el papá del Niño Dios. Los Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltazar acompañados de sus animales en los que se habrían transportado: un caballo, un elefante y un camello. También debe estar el Ángel, el que anunció el nacimiento del niño Jesús y que cuidó a la Virgen María y a San José, y condujo los pastores que acudieron a adorar al Niño.
Entre los animales suelen incluirse también el buey, que mantenía caliente el pesebre; el burro, en el que se transportaron María y José hasta Belén; las ovejas, que acompañan a los pastores, y otras especies que en la versión mexicana se han incorporado a través de los años: gallinas, patos, guajolotes, perros, mulas y hasta peces.
Una figura no siempre presente, pero incorporada sobre todo en los nacimientos grandes, es el Diablo –símbolo de los Siete pecados capitales– de color rojo, con su cola y sus cuernos, que con mil artimañas trató de distraer a los pastores para que no llegaran al nacimiento del Niño Jesús.
Entre los Nacimientos que vale la pena visitar en este mes de diciembre en la Ciudad de México destacan:
—Fonart, de avenida Patriotismo 691, en Mixcoac, alcaldía Benito Juárez. Es la sede del XVII Concurso Nacional de Nacimientos. Se otorgan 44 premios, con un valor conjunto de un millón de pesos.
—Kiosco Morisco de la alameda de Santa María la Rivera.Calle Salvador Díaz Mirón
—Museo Casa del Risco, en Plaza San Jacinto número 5, San Ángel, alcaldía Álvaro Obregón. Hasta el 15 de enero.
—Jardín Santiago, ubicado en la colonia Tlatelolco sobre la avenida Ricardo Flores Magón, alcaldía Cuauhtémoc.
—Museo del Carmen, en avenida Revolución 4 y 6, entre Monasterio y Rafael Checa, colonia San Ángel, alcaldía Álvaro Obregón. Este año participan 52 nacimientos que participaron en el Concurso Nacional de Nacimientos Mexicanos. Hasta el 5 de febrero.
—Parque Tezozómoc, en Manuel Salazar S/N, Hacienda del Rosario, Prados del Rosario, alcaldía Azcapotzalco. Hasta el 8 de enero.
–Museo Nacional de las Culturas. Exposición compuesta por 50 pasajes bíblicos, incluyendo el nacimiento. El proyecto fue creado a principios del siglo XX y busca rescatar la obra del artista Felipe Nieva.Moneda 13, Centro Histórico, alcaldía Cuauhtémoc.
También hay Nacimientos monumentales muy afamados en Metepec, Estado de México; Pátzcuaro, Michoacán, y Querétaro, Querétaro, entre otros. Visitar alguno de ellos es la mejor manera de conmemorar los 800 años de esta entrañable costumbre cristiana, tan arraigada entre nosotros.