Ciudad de México, diciembre 7, 2024 18:49
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El Día de Mancera

El día de Miguel Ángel Mancera, que no de los ciudadanos.

De regreso de Ensenada, Baja California, una hermosa ciudad costera,me entero que Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de la ciudad de México rindió su IV informe de labores al frente de los designios de los capitalinos. Me entero porque en todos los diarios apareció su foto en primera plana, así como algunos titulares desplegados. Mi primera pregunta es ¿cuánto habrá costado eso al gobierno de la capital del país? Dinero, que por supuesto proviene de los recursos públicos, es decir de nosotros los ciudadanos.

Luego leo con cuidado las notas referentes a “su” evento magno y viene la desilusión y las preguntas surgen, pues a lo largo de casi una hora y media de discurso (político, que no de rendición de cuentas) presumió de todo pero no nos informó nada: un incremento de 11.93% en la inversión acumulada; un crecimiento económico del cuatro por ciento; dos millones 462 mil hogares visitados con Médico en tu Casa; 27 mil 500 créditos otorgados; creación de 90 mil empleos formales en lo que va del año. Y prometió, pues eso no cuesta: alianza por el salario mínimo; transporte público (25 camiones) por lo segundos pisos para beneficiar a 30 mil personas al día; construcción de la Línea 7 del Metrobus; plantas para convertir en energía hasta 6 mil toneladas de basura.

Así, el que debería ser un acto republicano de rendición de cuentas como lo exigen las democracias modernas, se convirtió en un evento faraónico al estilo del viejo PRI, donde el centro de atracción fue quien debería informar puntualmente a la ciudadanía. Miguel Ángel Mancera en su IV informe de gobierno fue cobijado por los suyos que acudieron en montón a apoyarlo y rendirle pleitesía. A su paso, rumbo al Pleno de la Asamblea Legislativa, fue ovacionado y lanzado a los cuernos de la luna: “se ve se siente Mancera Presidente”, le gritaba y ovacionaba una multitud de seguidores traídos (¿o acarreados?) de diversos puntos aún gobernados por los perredistas.

Ya en su alocución aprovechó la presencia del representante del gobierno federal, Miguel Ángel Osorio Chong para pedir “con respeto, pero enérgicamente” que no se ahorque a la ciudad de México y se le otorguen recursos al fondo de capitalidad, pues afectara obras de infraestructura comprometida para el 2017 que benefician” a millones de millones de capitalinos”. En éste punto centró su atención a lo largo de su alocución y enfatizó una y otra vez.

La mayoría de las bancadas de los partidos presentes apoyaron el llamado y evitar, así, la paralización de la ciudad capital del país.

Sin embargo fueron evidentes los silencios ante los problemas torales que aquejan a la ciudad capital y sus habitantes, algunos –como el de la inseguridad– fueron escasamente mencionados pese a los focos rojos encendidos en materia de secuestros, en el cual la ciudad de México ocupa ya el quinto lugar y ha llamado la atención mundial por el plagio y posterior asesinato de una dama española de alta alcurnia, relacionada con las altas esferas del futbol mundial. El escándalo ya es mayúsculo.

Ni sesgadamente se habló del rezago en el desarrollo urbano; el colapso en la movilidad y, sobre todo, la creciente privatización del espacio público y el uso del suelo. Temas fundamentales para quienes vivimos aquí, y ni siquiera merecieron un párrafo en el triunfalista y optimista discurso de Mancera.

De las escasos cuestionamientos, vale retomar el de los representantes de Morena que le advirtieron: “efectuaremos todas las acciones necesarias en apoyo de un presupuesto que garantice la defensa y progresividad de los derechos sociales, si éste es el espíritu de la defensa presupuestal a la que usted nos convoca, contará con los ciudadanos y con nosotros, pero si de lo que se trata es de garantizar presupuesto para seguir comprando voluntades y lealtades con programas de empleo temporal para hacer proselitismo político, ahí sí que no cuente ni con la gente decente que exige pulcritud democrática.”

¿Y no han sido muchas de las acciones del gobierno capitalino clientelares? Valdría recordar la entrega de tinacos.

Las preguntas surgen, pues al colapso en la movilidad que tiene ya saturadas las líneas del Metro y del Metrobus, la respuesta fue subir camiones a los segundos pisos para tratar de beneficiar a 30 mil personas. Vialidades elevadas fueron diseñadas para la circulación de automóviles. ¿El paso de unidades más pesadas y en horas pico no dañara la estructura de dichas obras? Si diariamente se movilizan más de cinco millones de capitalinos por las arterias subterráneas del Metro ¿no sería mejor eficientar el servicio para que éste fuera suficiente cómodo, seguro y expedito?

Tampoco se dijo nada de la creciente privatización de la ciudad de México. Del hecho de que la ciudad sigue creciendo para arriba a costa de la dotación de servicios tan básicos como fundamentales como son: el agua, la recolección de basura, los espacios y áreas verdes que se agotan, más espacios para estacionar vehículos. Nada se dijo tampoco de la creciente deforestación en la ciudad, el ecocidio continua para dar lugar a la construcción de colosales edificios multifamiliares y vías rápidas y deprimidos (o sea túneles). Para muestra basta con pasar por Insurgentes y Río Churubusco y zonas anexas, donde prevalece el caos por las obras que costaron la vida de miles de árboles.

Nada se dijo tampoco del enriquecimiento de diversas constructoras en contubernio con funcionarios públicos de la administración capitalina, que sin mayor estudio del uso de suelo o las condiciones geológicas, de impacto ambiental o vecinal, otorgan permisos para más y más edificaciones de colosales proporciones, y que en mucho impactaran el entorno ya de si enrarecido por la contaminación ambiental.

Cierto es que la ciudad ya no puede crecer horizontalmente, sino que por circunstancias propias del agotamiento del espacio disponible, ahora lo debe hacer hacía arriba ¿pero a qué costo?

Tampoco se mencionó un plan integral para el reordenamiento del ambulantaje, del transporte público concesionado, del desorden de los taxis piratas, concesionados y de empresas privadas. En fin que fueron más las presunciones y ofertas a futuro que planteamientos estratégicos de largo alcance que le devuelvan la viabilidad a nuestra atribulada ciudad.

En fin, que quede decepcionado.

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