Ciudad de México, abril 26, 2024 19:58
Cultura

Fanatismo, el lado oscuro del ser humano: Salman Rushdie

El autor de Los versos satánicos explora con las armas de la literatura los riesgos que entraña el odio religioso: Enrique Díaz Álvarez

GACETA UNAM

“Lamento no haber escrito un libro más crítico”, contestó Salman Rushdie en un programa de televisión, horas después de que el ayatola Jomeiní lo condenara a muerte por escribir Los versos satánicos. Era febrero de 1989.

Rushdie se había refugiado en sótanos, en casas de seguridad, vivía protegido las 24 horas por la policía británica. En su libro Memorias: Joseph Anton, relata esa persecución y zozobra: “La manera más eficaz de atacar un libro es demonizar al autor, convertirlo en una criatura con motivos viles e intenciones malévolas”. En esas páginas define el fanatismo como “el lado oscuro del ser humano”.

En una entrevista publicada el 16 de febrero de 1989 en el Daily Express, Rushdie declaró: “Los judíos y los cristianos pueden bromear eventualmente sobre su religión, pero los imanes no tienen sentido del humor. Si Woody Allen hubiera sido musulmán, sería ya hombre muerto”.

Pasaron 33 años de aquel decreto que ordenaba su muerte (fetua), y Salman Rushdie había acudido a ferias de libro internacionales, participado en películas, charlas literarias y nada le había ocurrido. Hasta que Hadi Mattar, un hombre de 24 años, quien vive en Fairview, en Nueva Jersey, lo atacó a puñaladas en un evento en la Institución Chautauqua el viernes 12 de agosto en Nueva York. Mattar fue acusado formalmente de intento de asesinato y agresión, ambos cargos en segundo grado.

Según la cadena de noticias CNN, Salman Rushdie “está despierto y se expresa con ‘elocuencia’ en sus conversaciones con los investigadores, mientras permanece hospitalizado por las heridas graves de apuñalamiento que sufrió”.

El escritor y académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Enrique Díaz Álvarez, señala que el brutal ataque a Salman Rushdie recuerda lo conscientes y preocupados que están los autoritarios y fundamentalistas por el alcance social y político de la imaginación.

Uno puede rastrear, agrega el Premio Anagrama de Ensayo 2021, esta clase de censura y persecución desde la expulsión de los poetas en el Libro X de la República de Platón. Si hoy se amenaza y se intenta asesinar a autores como Rushdie, “es porque escriben historias que importan, relatos que nos permiten ajustar cuentas con el tiempo presente. Basta leer Shalimar el payaso para advertir ese compromiso por explorar, con las armas de la literatura, los riesgos que entraña el odio religioso y la manipulación política de ciertas emociones. En lo personal, también destacaría el sentido del humor de ese novelista; algo que, como bien explica Amos Oz, es lo que menos tienen y soportan los fanáticos de todo tipo”.

Díaz Álvarez añade que pensando en México y Latinoamérica, “creo que si algo podemos sacar de este lamentable suceso, es la necesidad que tenemos de acompañar y proteger a cientos de periodistas que han sido amenazados, que se han exiliado –ahí está Lydia Cacho– y se juegan diariamente la vida por informarnos de lo intolerable. Hablo de crónicas e investigaciones que dan cuenta de las violencias, de la corrupción y de la impunidad que nos atenaza. En un país en el que crecen las ‘zonas de silencio’ y en el que los periodistas han tenido que salir a la calle a manifestarse para visibilizar su vulnerabilidad, desprotección y exigir justicia –han sido asesinados 13 periodistas en lo que va de este año–, habría que entender que es nuestra propia libertad lo que está en juego”.

Los hombres que detentan el poder saben muy bien lo peligroso que es el lenguaje”

Alejandro Peña

Un libro condenado.

Alejandro Peña, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, indica que la libertad no es algo ganado de una vez por todas. “La libertad en todos los sentidos, y en particular las libertades de expresión y de creación –que son formas en las que se realiza lo plena y auténticamente humano– siempre estarán en riesgo. El atentado contra Salman Rushdie reaviva un calvario personal (el del escritor sentenciado a muerte por un poder político-religioso desde 1989; es decir, desde hace más de 30 años) y lo lleva al paroxismo. ¿Por qué tanto odio e intolerancia en contra de un escritor y su ‘blasfemia’? Creo que se trata de un miedo a la crítica. Los hombres que detentan el poder saben muy bien lo peligroso que es el lenguaje, las posibilidades subversivas de la literatura (así como del periodismo y otras artes)”.

Hay muchos otros casos de persecución a escritores y artistas, precisa, “pero este se conformó en un lamentable símbolo de los tiempos desde finales del siglo pasado. Se resiente este atentado contra la vida y la libertad de expresión de un escritor como un atentado a la humanidad misma. Y por tanto hay que desear la vida de Salman, pues esto significa anhelar la vida creativa, valiente y crítica donde quiera que se encuentre”.

La escritora Irene Vallejo rememoró en Twitter la espiral de odio contra Salman Rushdie: “En 1991 fue asesinado por traducir Los versos satánicos el catedrático japonés Hitoshi Igarashi. En julio de 1993, en la ciudad de Sivas (Anatolia), extremistas islámicos prendieron fuego al hotel donde se alojaba el traductor turco del libro. Él sobrevivió, pero murieron quemadas 37 personas”.

Salman Rushdie ha vivido 33 años perseguido por el rencor, el odio y el fanatismo y se ha recuperado.

Esto escribió sobre esos primeros momentos en sus memorias: “Después de la fetua de Jomeiní volvería a tocar fondo, y una vez más hallaría ahí las fuerzas para seguir adelante, y para ser él mismo de manera más plena”.

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