JUVENTUD COMO SISTEMA / Segregación ocupacional
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DINORAH PIZANO OSORIO
Escuchamos y constatamos por diversas vías la necesidad de igualdad que revela el contexto generalizado en que viven las mujeres diversas realidades sociales alrededor del país. Son tiempos en los cuales encontramos mensajes en función de motivar simpatías, generar empatías e intenciones en pos de un objetivo político, donde los asuntos de género ganan espacio. Sin embargo algunas mediciones e investigaciones nos obligan a repensar cómo leemos el contexto actual.
Entre las funciones que corresponden a las instituciones de una democracia podríamos ubicar el hecho de disminuir los obstáculos con la intención que las sociedades sean más iguales y abandonen cualquier viso de opresión. Para que la modernidad, progreso, futuro o cambio en realidad provean significantes, es preciso revertir algunas condiciones como las que encontramos en el análisis “Discriminación estructural y desigualdad social”, a cargo de Patricio Solís y publicado por el Conapred.
Por ejemplo, y dice mucho de la cultura que priva en todo el país y refuerza la necesidad de modificar la manera en que vemos las problemáticas. El trabajo no remunerado continúa como una constante, como una realidad que toca a casi la mitad de las mujeres involucradas en la investigación.
Cuando nos referimos a obstáculos nos referimos a la manera en que incluso participando de actividades remuneradas, existe una práctica que relega a labores ocupacionales concretas, sin tomar en cuenta capacidades, perfiles y desempeños. A ello se le conoce como segregación ocupacional.
Hemos llegado a tomar como normal el hecho que las mujeres se ocupen de las catalogadas como actividades asalariadas no manuales de rutina en administración y comercio, en el trabajo calificado o semicalificado por cuenta propia, venta en pequeños comercios, en el asalariado manual de baja calificación de tipo informal y en puestos técnicos.
Lo anterior contrasta con cifras dadas a conocer recientemente durante el foro “La mujer como capital humano en los negocios, la administración pública y en la propuesta del nuevo Gobierno de la República”, según las cuáles a nivel empresarial únicamente el seis por ciento de los consejos de administración son ocupados por mujeres.
Las supuestas mejoras producto de seguir recetas no impactan a la mayoría de la población, en este caso las mujeres, y el futuro que asoma en el horizonte es frío, sin espacio para pasar de la subsistencia al emprendimiento de proyectos. La necesidad de justicia en todos los ámbitos de la vida es hoy urgente. Representa el componente fundamental para que el pacto social tenga viabilidad.