Ciudad de México, diciembre 14, 2024 10:58
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Los buenos ciudadanos, ¿nacen o se hacen?

Por Patricia Alfaro Moreno

Después de los terribles días que pasamos de contingencia ambiental, me puse a pensar en aquellas campañas de los años 70 y 80, quizá algunos de ustedes las recordarán, hasta con la tonadita: “Ponga la basura en su lugar”, “Ciérrale” (hablaba del agua) y “Adopta un árbol”.

A 40 años de esas campañas, lejos de haber conservado el medio ambiente como estaba, cada vez estamos peor. No queremos hacernos responsables de lo que pasa, pues nos echamos la bolita: los ciudadanos le echamos la culpa al gobierno y el gobierno nos hace responsable a los ciudadanos, cuando se trata de una responsabilidad compartida.

La buena educación empieza por casa y la mejor enseñanza es el ejemplo, entonces ¿en donde quedó todo eso que aprendimos las generaciones pasadas? ¿no lo trasmitimos a las nuevas generaciones?. Una de dos: o no lo aprendimos muy bien o no supimos trasmitirlo.

En los años 70 hubo una reforma educativa radical. En esos cambios, el civismo fue sacrificado y desapareció del programa de estudios. Es hasta la reforma educativa de 1993, que reintegró la asignatura de civismo en las primarias, e incorporó la enseñanza de temas como los derechos humanos.

En los libros de texto todo se ve precioso y si se llevara a cabo viviríamos en un país en que todo marcharía a la perfección, pero ¿qué pasa cuando los niños aprenden lo que viene en el libro, lo recitan a la perfección y sacan 10 en la materia y saliendo de la escuela se dan cuenta de que, en su casa, sus padres cuentan el moche que dieron en el Verificentro para que su auto pudiera pasar la verificación, porque sino no le daba el holograma doble cero?, ¿o cuando ve que el camión recolector de basura, que por cierto trae pegada en la puerta una gran calcomanía que dice SOLUCIONES, al momento de arrancar deja una nube de humo que no lo deja ver y lo hace toser?, ¿o cuando ve que para que se haga una nueva vialidad están tirando un montón de árboles?, ¿o que su vecino saca a pasear a su perro y no recoge las heces?, ¿o que los botes de basura del parque se desparraman de basura?, ¿o que los árboles de su colonia tienen colgados letreros que les han puesto con clavos?, ¿o que las calles están llenas de vendedores ambulantes que tiran los restos de aceite en las alcantarillas?.

No me puedo ni imaginar lo que debe pasar por la cabeza de esa criatura; se debe de sentir tan pequeño e indefenso, cuando levanta su voz y le dice a su papá: Papi ¿hay alguna manera en que pudieras pasar la verificación sin tener que dar eso del moche?. Y el padre le conteste: Ya cuando seas grande entenderás por qué lo tuve que hacer, ¿o acaso quieres ir a la escuela en el metrobús donde van todos apachurrados?.

Y es así como el niño recibe la mejor lección de su vida y va por la vida pensando que lo aprendido en la escuela nada tiene que ver con la realidad que él ve día a día.

Y así llegamos a la edad adulta y nos enteramos que hay una seria de leyes y reglamentos que deben de cumplir tanto autoridades como ciudadanos. Un ejemplo es la Ley de Cultura Cívica que dice en su Artículo 1:La presente Ley es de orden público e interés social, regirá en el Distrito Federal y tiene por objeto:

a) Establecer reglas mínimas de comportamiento cívico;

b) Garantizar el respeto a las personas, los bienes públicos y privados y regular el funcionamiento de la Administración Pública del Distrito Federal en su preservación, y

c) Determinar las acciones para su cumplimento.”

¿Cuántos de nosotos conocemos esta ley, y más que conocerla, la cumple y hace que se cumpla?

¿Quién de nosotros ha ido ante el juez cívico a levanter una denuncia?

Una manera de prepararnos como buenos ciudadamos es tomar los cursos que imparte la Escuela Ciudadana por la Transparencia del InfoDF. Para más información comunícate al 56-36-21-20 ext. 149, 231 y 234.

Te dejamos la liga para la Ley de Cultura Cívica http://www.aldf.gob.mx/archivo-0f05874fac7a0a4b94b9935dd0998eae.pdf

Si quieres vivir en un mejor lugar, te invitamos a ser parte del cambio.

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