Ciudad de México, mayo 2, 2024 07:05
Opinión Nancy Castro

Los herederos de Ayotzinapa

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

“Han transcurrido seis años, nueve meses desde entonces, Ayotzinapa ha sido una herida que no ha cicatrizado (…) A la verdad se llega no solo por la razón sino también por el corazón…

POR NANCY CASTRO.
Joanna, de sus tres hermanos es la de en medio, a los siete años de edad, estaba en segundo de primaria. De su abuela heredó la misma forma rasgada de ojos, fenotipo que caracteriza a su familia, razón por la cual a su tío Jhosivani lo apodaban “El coreano”.

El 26 de septiembre de 2014 Joanna veía la televisión con sus hermanos El Coque y Yocelyn junto a sus padres, cuando su madre Anayeli recibió una llamada. La voz del otro lado del teléfono le preguntó si sabía lo que había ocurrido con los estudiantes de Ayotzinapa, pero contestó no saber nada. Minutos más tarde volvió a recibir otra llamada, esta vez para que fueran a la Normal. Su esposo la acompañó.

La Normal Isidro Burgos se encuentra en la localidad de Ayotzinapa, la cabecera es el municipio de Tixtla en el estado de Guerrero. Allí se encontraron con los padres de Anayely, Martina y Margarito que viven en Omeapa, localidad de Tixtla a siete kilómetrops de Ayotzinapa. La Normal, esa noche y durante la madrugada estuvo concurrida por padres que buscaban a sus hijos; el Comité Ejecutivo Estudiantil organizaba movilizaciones para salir a Iguala, municipio del mismo estado de Guerrero donde sabían que más de 70 de sus compañeros habían sido perseguidos y atacados por la policía del estado; los estudiantes emboscados se dirigían al DF en cinco autobuses con motivo de la Conmemoración de la masacre de los estudiantes del 2 de Octubre del 68 en Tlatelolco. Parte de su formación como maestros rurales está el eje político- ideológico social. Cada año organizan manifestaciones, encuentros con las otras Normales rurales, en su haber 17 en todo el país.

Mientras tanto, la familia Guerrero De la Cruz buscaba a Jhosivani durante toda la madrugada, algunos estudiantes decían haberlo visto, otros intentaban sosegar la preocupación de los padres diciéndoles que sus hijos aparecerían, y sí, 19 de ellos regresaron a sus casas dos días después. Hubo 3 fallecidos, pero desde entonces 43 siguen desaparecidos, entre ellos se encuentra Jhosivani, tenía 19 años de edad y tan solo un par de meses de haber ingresado a la Normal, el Alma mater de Lucio Cabañas profesor egresado en 1950, dejó precedente en el liderazgo estudiantil, fundador del Partido de los Pobres y es a quien se le debe en gran medida el eje ideológico de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, Cuna de la consciencia social.

La última vez que sus sobrinos vieron a Jhosivani fue el 9 de Agosto de 2014, un mes y medio antes de su desaparición; en el desfile que se realiza en Tixtla con el motivo del Aniversario del Natalicio de Vicente Guerrero lo vieron desfilar de lejos y ese es el último recuerdo que tienen del tío más pequeño de los ocho hermanos, el que les hacía bromas, el que llegaba con bolsas de sabritas cuando los visitaba, jugaba con ellos y a veces los hacía llorar a Joanna le decía “Juanita la huerfanita”.

La primera semana después de esa noche del 26 los tres hermanos estuvieron encargados con personas que organizaban actividades para niños en las aulas de la Normal, o con sus propios familiares; en las instalaciones se respiraba un ambiente de solidaridad, hermandad y apoyo para las familias de los 43; gente de todo el país se movilizó, se montó un campamento permanente en la Normal para salvaguardar a los estudiantes sobrevivientes y familiares de los desaparecidos. Organizaron un Comité de padres de familia que salían a buscar a sus hijos.

La consigna “¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos!” encontró eco en todo el mundo, ha resonado y seguirá.

Cuando Joanna volvió a ver a sus abuelitos una semana después les preguntó por su tío pero ellos sólo dijeron que estaba detenido en la comisaría y que al día siguiente lo sacarían.

El tiempo transcurría, entre dolor, tristeza, rabia, impotencia y de esta manera los niños aprendían cosas nuevas. Algunos dejaron de ir un tiempo a la escuela, toda la energía se volcaba en la búsqueda de los 43. Cuando salían a las primeras manifestaciones con sus familia lo primero que aprendieron fue gritar consignas, subirse a los templetes y hablar desde su sentir la falta que les hacían sus familiares, muchos de los desaparecidos habían dejado niños pequeños y bebés que han crecido con la ausencia.

A Joanna se le ha dado desde niña muy bien sonreír. En esos días escuchaba y examinaba a los adultos que llegaban a la Normal, y si le inspiraban confianza se acercaba y platicaba con ellos, su voz dulce picaresca siempre la ha expresado por lo bajito, a diferencia de su hermana Yocelin que es más temperamental con voz fuerte y directa; a pesar de su aparente timidez se ha puesto frente al micrófono en más de una ocasión, a esa edad ya sabía hablar de desaparición forzada, porque policías se llevaron a su tío. Rezaba con sus hermanos acompañando a sus abuelitos todas las noches, le ha pedido a Dios para que Jhosi un día regrese con ellos.

Entiende que la injusticia es la que cometieron con su tío y sus 42 compañeros al no castigar a los culpables, habla de derechos humanos al exigir con pancartas, un trato digno para su familia y las de los demás.

Ha acompañado a sus abuelitos durante estos años y a su madre que ocupaba el lugar de doña Martina cuando esta no podía asistir a las marchas los días 26 de cada mes a causa de la descompensación en un nivel alto de acido urico.

A la verdad se llega no solo por la razón sino también por el corazón. A doña Martina le han dado en dos ocasiones la noticia de haber encontrado el cuerpo o los restos de Jhosi, pero su instinto de madre la ha favorecido, tras descubrir respuestas erróneas.

Los primeros meses fueron los más exhaustivos para las familias, no sólo por lo que había que gestionar en el día a día para seguir con la búsqueda, su estado emocional y físico era y sigue siendo el que menos atención ha recibido, se han enfermado, flaqueado, vendido lo poco que tenían para continuar tocando puertas que apoyen su lucha, algunos desgraciadamente han muerto y no volvieron a ver a sus hijos. Sin saberlo se convirtieron en activistas por los derechos humanos.

Muchos de ellos hace tiempo que dejaron sus casas, duermen donde sea, donde les toca manifestarse.

Si la base de toda familia es la que edifican los padres y en estos momentos ellos no tienen cabeza para atender lo que sucede al interior de la misma. ¿Cómo han crecido los niños, los jóvenes? ¿Cómo reconstruir 43 familias?

La desaparición forzada causa traumas muy profundos, la vida de los padres está en un “espero encontrar a mi hijo” permanente, no hay espacio para nada más que “la esperanza”, por lo tanto la vida de los niños involucra ese sentimiento y esa ausencia, que se va matizando entre rabia, angustia, enojo, coraje, sentimientos que la mayoría de las veces no encuentran un espacio adecuado para la sanación.

Han transcurrido seis años, nueve meses desde entonces, Ayotzinapa ha sido una herida que no ha cicatrizado. El 14 de junio de este año le comunicaron a la familia Guerrero De la Cruz, tras un estudio en vértebra lumbar de ADN nuclear por la Universidad de Insbruck, Austria, que se trataba en alto porcentaje de un resto de Joshivani. Para ellos no es creíble porque en el gobierno ni en las autoridades confían ya, “siempre ha habido irregularidades en el informe que les han entregado a mis abuelitos” dice Joanna en estos momentos, a la edad de 14 años, quien lanza el siguiente mensaje a las autoridades:

“Deben seguir investigando, dar respuestas claras para llegar a la verdad y saber que fue lo que pasó con los 43”

Joanna sigue conservando esa sonrisa y alegría, desde hace seis años es jugadora de Basquetbol en su natal Tixtla, con el equipo Consumadores antes 100% Tixtla. (Antes jugó con Cebolleros) Si las medidas sanitarias lo permiten el siguiente año regresa a la escuela a cursar el último año de secundaria. Tiene muy claro lo que quiere estudiar, Medicina. Su futuro lo visualiza logrando cada uno de sus sueños.

Hace 6 años cuando nos conocimos en las canchas de Básquet de la Normal escribió este acróstico a su tío:
Juro
Hermano
O tío
Sostener
Imposible
Volar
Ante
Nieve
Imparable.

Si ellos son el futuro, cerremos la herida. Las cicatrices bien curadas no dejan rastro.

No debemos olvidar hasta sanar. Por su derecho a crecer y vivir en paz.

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