Ciudad de México, abril 26, 2024 00:15
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Los Papeles de Panamá o el tamaño del cinismo

Por María Luisa Rubio González

Amanecimos la semana con una bomba informativa: la filtración de 11 millones de documentos, más de 2 Tb de información, que documentan 40 años de operación de la firma panameña Mossack Fonseca, y que revelan el entramado de empresas fantasma y offshore que han sido utilizadas para puentear recursos financieros a paraísos fiscales.[1]

Esta se trata, dicen, de la investigación periodística más grande de la historia actual, conducida por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, del que forman parte dos medios mexicanos: Proceso y Aristegui Noticias, y que involucra a mandatarios retirados y en activo, altos ejecutivos de empresas y organismos internacionales, y personalidades del fútbol y la cinematografía, entre otros.

¿Qué significa, en términos reales, este escándalo? Para empezar, la disponibilidad de información de primera mano, que documenta la operación del entramado financiero, y en la que es posible identificar nombres, cantidades, fechas y destinos. A estas alturas, ya se sabe que Juan Armando Hinojosa Cantú, dueño de Grupo Higa, empresa involucrada en el escándalo de las “casas blancas”, realizó una operación a través de Mossack Fonseca para ocultar 100 millones de dólares, a mediados del año pasado.

Dejemos en claro que poseer y amasar grandes fortunas no es ilegal. De hecho, no es ilegal la creación y operación de las llamadas offshore. Lo interesante comienza cuando nos preguntamos: ¿De dónde viene ese dinero? ¿para qué la creación de seis, siete, nueve empresas, sociedades, fideicomisos?. Sabemos las respuestas: para evadir impuestos y para lavar dinero. Eso sí es ilegal.

Pienso en Leo Messi, uno de los nombres que salió a relucir, y cuyo ingreso de 2015 se calculó en 65 millones de euros. Ya se anunció la investigación en su contra por evasión de impuestos. Almodóvar y su hermano, también mencionados, reconocieron la creación, operación y cierre de una offshore, y declararon que no tienen pendientes con el fisco en su país. En México, el Sistema de Administración Tributaria anunció también “procederá conforme a derecho” y abrirá revisión a los contribuyentes referidos “en los casos que sea procedente”.

El de Islandia es un caso que habrá que seguir de cerca. Recordemos que en 2008 Islandia enfrentó una crisis financiera grave, provocada por la quiebra de instituciones financieras, cuyo rescate con dinero público fue aprobado por el Congreso. Igualito que nuestro Fobaproa. Nada más que allá la gente se organizó, descubrió la bancarrota fraudulenta, encarceló a los banqueros y destituyó a la clase política involucrada. Bueno, pues resulta que el primer ministro de Islandia está en la lista de clientes, con grandes cantidades de dinero que no declaró al presentarse a la candidatura para su puesto actual. En Islandia están llamando a elecciones anticipadas.

A estas alturas, también sabemos que a través de Mossack Fonseca se ocultó el botín del llamado robo del siglo: 70 millones de libras actuales, entre oro, diamantes y dinero en efectivo, sustraídos del Brink’s Mat en 1983, en Gran Bretaña, y que la firma fungió como asesora legal de los responsables del robo.

El tamaño de lo develado por esta investigación es enorme, y su alcance es global. Es una gran oportunidad para emprender campañas internacionales en contra de la opacidad financiera y la corrupción. De otra manera, cada país lidiará con el escándalo de acuerdo al tamaño de su cinismo.



[1] En 2012, la Red de Justicia Impositiva (Tax Justice Network) calculó entre 21 y 32 trillones de dólares la cantidad colocada en paraísos fiscales, con base en información del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización de las Naciones Unidas, y los bancos centrales de 139 países, sin poder determinar el origen lícito o ilícito de esos recursos.

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