Ciudad de México, octubre 21, 2025 23:28
Dar la Vuelta Opinión

Obras urbanas (i) lógicas

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Algunas veces he estado como ese personaje de Eugenio Derbez que no encontraba la lógica de un asunto y gritaba: “¡Que alguien me explique!”

POR ERNESTO LEE

El mantenimiento y mejora del entorno urbano es una necesidad y una responsabilidad primaria de las autoridades locales. Sin embargo, algunas veces, la lógica o el razonamiento sobre cómo se establecen las prioridades conlleva un misterio insondable para los habitantes de esta metrópoli.  Aquí les dejo un breve recuento de algunas que me ha tocado padecer recientemente en la Alcaldía Benito Juárez.  

Hace unas semanas, en la avenida Insurgentes Sur, a la altura de la colonia Nápoles -sin previo aviso como suele suceder-, trabajadores empezaron a romper el pavimento adyacente a la acera para abrir una zanja, lo que afectaba principalmente a los ciclistas, porque es el área que corresponde a la ciclovía, que tenían que salir al arroyo vehicular para esquivar a los trabajadores. ¿Para qué era esa obra? Me preguntaba. Lo descubrí unos días después, era para tender un cableado subterráneo de electricidad para unas nuevas lámparas, adicionales a las del alumbrado público, que tienen una leyenda que dice “camino seguro”.

¿Era necesario agregar más luz a una de las avenidas más iluminadas de la ciudad? Me parece un despropósito cuando hay muchas calles transversales a la Avenida Insurgentes que tienen poca iluminación -la calle Millet me viene a la mente, por ejemplo-. Mientras tanto, la calle Goya lleva meses sin que prendan varias lámparas del alumbrado público, dejando en total obscuridad zonas donde transitan estudiantes de la secundaria Leopoldo Ayala y de la Universidad Panamericana. Desconozco si las autoridades universitarias de la UP o de la escuela secundaria se han percatado de esto y si han hecho algo al respecto.

Supongo que a las autoridades de la Alcaldía Benito Juárez y del Gobierno de la Ciudad les resulta más lucidora y políticamente rentable decir que la avenida Insurgentes es un “camino seguro” por el simple hecho de que tiene más lámparas y que mucha gente se dará cuenta porque es una de las más transitadas, aunque no necesite más luz.

Pero la historia no termina aquí, si usted camina por la acera entre Millet y Avenida Félix Cuevas, corre el riesgo de tropezar y caer en esa pequeña zanja que se abrió para los cables de electricidad porque los trabajos no han concluido y pareciera que la obra ha quedado abandonada. Colocaron las bases prefabricadas para las lámparas con unos tornillos que sobresalen varios centímetros del suelo y pueden ser riesgosos, así que más le vale tener cuidado si camina por ahí. Entre las calles Nueva York y Nebraska ya colocaron las lámparas pero ¡no encienden! Eso sí, los residuos del material de la obra siguen ahí tirados.

Otro caso de antología: en el parque San Lorenzo, colonia Tlacoquemécatl del Valle, hace apenas unos meses colocaron bolardos y abrieron rampas para las personas en sillas de ruedas, pintaron las guarniciones de las aceras de amarillo, lo cual podría estar muy bien aunque las calles que rodean al parque están plagadas de baches desde muchos meses atrás. Pero ¿qué cree? hace unas semanas tuvieron que retirar los bolardos porque no midieron bien y ¡no cabían las sillas de ruedas! Después pusieron unas baldosas podotáctiles en las rampas -para ayudar a las sillas de ruedas, quiero pensar- y ¡volvieron a colocar los bolardos en el mismo lugar! Mientras tanto, las calles siguen con los mismos baches.

En la colonia Nápoles existe un pequeño cruce en la confluencia de las calles Kansas y Nebraska, muy transitado porque es una salida y entrada a esa colonia. La historia es que por el tráfico pesado y seguramente por las “lluvias atípicas”, el pavimento se habían deteriorado severamente en esos tramos; intentaron tapar los baches pero solo lograron acentuar la irregularidades de las calles. Entonces tomaron una medida drástica, realizar una reparación en serio; con maquinaria de excavación retiraron buena parte del pavimento y descubrieron cables de alumbrado, tuberías de desagüe, de agua potable, de teléfono, etc. Seguramente las obras resultaron más complicadas de lo esperado, porque llevan casi dos meses y ¡no pueden terminar la obra! Con los consecuentes inconvenientes para transeúntes, automovilistas y establecimientos comerciales cercanos.

Algunas veces he estado como ese personaje de Eugenio Derbez que no encontraba la lógica de un asunto y gritaba: “¡Que alguien me explique!”

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