Ciudad de México, abril 26, 2024 06:01
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Política, mecanismo contra la desigualdad

Ante los hechos concretos a nivel mundial de carácter económico y político, diversos analistas y especialistas se preguntan si estamos ante un cambio de época. Cada vez más organismos, gobiernos y ciudadanos en general advierten que las difundidas recetas en pos de un supuesto progreso representó tal condición para muy pocos. Hoy, millones de personas alrededor del mundo fenecen en busca de un futuro que no tuvo lugar para ellos.

Todas las vicisitudes propias en el tránsito del ser humano en su carácter gregario nos colocan ante la necesidad de replantear el papel de diversas instancias. Es preciso enfatizar: del tipo de política que elijamos depende el tipo de humanidad que seremos. El filósofo alemán Johann Gottlieb Fichte (1762-1814), escribió que si nada en la naturaleza se contradecía, “¿ha de ser sólo el hombre una criatura contradictoria?”.

Resalto lo anterior porque quizá la principal contradicción manifiesta en la mayor parte de las sociedades sea la que enmarcan el progreso tecnológico y la desigualdad. Resolverla –mediante la política— debe ocupar a los gobiernos y redimensionar el papel del Estado. Recientemente la Cepal publicó: “Panorama social de América Latina 2016”, documento que destaca la necesidad de implementar un cambio estructural progresivo.

Un apartado que llama la atención es el relacionado con la juventud. De acuerdo con el texto, es en esta etapa donde las desventajas y desigualdades sociales se ensanchan, adquieren otra dimensión, haciendo imposible de superar el déficit en la edad adulta. Es decir, no se trata nada más de disponer cierto número de oportunidades, sino de construir capacidades desde la niñez. Asimismo se refiere a la falta de aprovechamiento de una condición como el bono demográfico, pues la transición entre estudio y trabajo no se da de la mejor manera y ni qué decir de quienes por ausencia de condiciones no forman parte del mercado laboral ni pasan tiempo en las aulas.

Sin duda constituye un buen signo que cada vez mayor número de instancias coloquen en el centro de las discusiones la problemática que representan las asimetrías de toda índole en que suceden las relaciones humanas. No obstante es preciso partir de diagnósticos certeros y que nos acerquen cada vez más a soluciones de fondo, el tiempo apremia y dilapidar la capacidad creadora de las nuevas generaciones es un riesgo que un país como este no puede correr, resultaría inadmisible caer en la trampa del excesivo diagnóstico con nulas acciones.

Es fundamental intentar comprender el fenómeno de la desigualdad, tal y como lo establece el informe de la Cepal, como “el resultado de procesos acumulativos en el tiempo de decisiones, carencias, ventajas, eventos y experiencias que se articulan con los arreglos institucionales y el contexto social y económico”.

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