Ciudad de México, octubre 14, 2024 14:32
Francisco Ortiz Pinchetti Opinión

POR LA LIBRE/ Carcamanes

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

El nombre de Los carcamanes le llamó la atención a mi querida Becky (…) porque allá en Guanajuato, de donde era oriunda, existe un Callejón de Carcamanes. Y, periodista al fin, se puso a indagar…

FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI

A inicios de la pandemia, hace un par de años, un grupo de amigos del estado de Chihuahua abrió un grupo de zoom para reunirnos a distancia, cada viernes por la tarde noche. Prácticamente todos ellos son periodistas. Los conocí y conviví con ellos durante muchos años allá en 1986, cuando hice la cobertura del proceso electoral para la renovación de la gubernatura en esa entidad, en la que el PRI y su gobierno cometieron un escandaloso fraude electoral, que por cierto constituyó un parteaguas en la transición mexicana hacia la democracia.

Posteriormente volví a Chihuahua para realizar otros trabajaos periodísticos y también de vacaciones, con Laura Elena, mi hija, una vez y con mi inolvidable compañera Becky otra. En ambas ocasiones viajamos a la sierra Tarahumara y también volví a reunirme con algunos de mis queridos amigos y colegas.

Al grupo de Zoom  le pusieron “Los Carcamanes”, porque así se llama un grupo de camaradas que se reunían en una cervecería de la capital chihuahuense todos los viernes por la tarde antes de la pandemia (y que ahora han vuelto a hacerlo). Lo de carcamanes es en relación nuestra edad: carcamán es sinónimo de “viejo”, según el diccionario. “Hombre que es viejo y de mal humor”, pone. Cascarrabias, digo yo.  

El nombre de carcamanes le llamó la atención a mi querida Becky, fallecida hace cinco meses, porque allá en Guanajuato, de donde era oriunda, existe un Callejón de Carcamanes. Y, periodista al fin,  se puso a indagar. Luego escribió sobre sus hallazgos al respecto en la columna que cada semana publicaba en Libre en el Sur.

En un ameno artículo sobre los múltiples callejones de Guanajuato incluyó el caso del de Carcamanes. Explicó que se trata de una  de las más céntricas e importantes vialidades de la ciudad, que incluye una plazuela; “pero eso no es todo: también hay una leyenda, considerada como una de las más trágicas,  que en realidad poco o nada tiene que ver con el significado del nombre”.

Y relató: 

Así, la historia trata de dos hermanos, Arturo y Nicolás Karkamán, quienes llegaron desde Europa a la ciudad de Guanajuato para establecerse en el entresuelo de una casa, cerca de la Plazuela de San José.  Ambos eran comerciantes conocidos y la fortuna les sonreía. Hasta  que conocieron a una hermosa joven que vivía en uno de los pisos de la misma casona, con la cual sostuvieron relaciones amorosas ¡los dos al mismo tiempo!

Un día de junio de 1803, Arturo no soportó los celos. Esperó a su hermano y lo retó a un duelo a muerte. Nicolás quedó tendido mientras que Arturo, pese a también estar herido, tuvo la fuerza suficiente para ir al lecho de la mujer y darle muerte, para después suicidarse.

Con el paso del tiempo, el apellido Karkamán se convirtió en Carcamán. De ahí el nombre de la calle y la plazuela, donde aún se encuentra la casa que fue escenario de la tragedia. Dice la leyenda que si se acude de noche a dicho lugar se corre el riesgo de encontrarte con alguno de los tres espectros… quienes aún lamentan su suerte.

Hasta aquí el texto de Becky, publicado originalmente en este espacio el 28 de julio de 2021..

El tema viene al caso porque después de una interrupción debida al regreso de la “normalidad”, que incluyó la reanudación de las tertulias presenciales en la cervecería La House de Chihuahua (en las que ni mi querida comadre Lety Castillo ni yo podemos estar, por razones obvias: ella vive en Ciudad Juárez y yo en Ciudad de México), acabamos de retomar nuestros encuentros a través del Zoom, sólo que ahora los jueves por la tarde. Ya les contaré. Válgame.

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