POR LALIBRE/ Ciudad sedienta
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Foto: Cuartoscuro.
Adicional a la escases de agua potable proveniente del Sistema Cutzamala, está la pérdida de líquido a través de fugas en la red, que equivale ni más ni menos que al 40 por ciento del total de agua que recibe la ciudad. Eso quiere decir que casi la mitad del caudal se pierde en el subsuelo a través de las rupturas que presentan las tuberías, muchas de ellas con más de cincuenta años de antigüedad.
POR FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI
Cada semana nos enteramos de un agravamiento mayor de la escasez de agua potable en el Valle de México. Este miércoles, la Comisión Nacional del Agua nos informó que la situación de las presas que alimentan el Sistema Cutzamala –que a la vez surte a 12 alcaldías capitalinas y a 18 municipios conurbado del Estado de México– se ha agudizado por la ausencia de lluvias en la región.
Este miércoles, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) nos informó que en lo que va del año, la precipitación media de agua acumulada en la Cuenca del Valle de México es de 1.8 milímetros, es decir, 94 por ciento por debajo de la media. Precisó que la Presa El Bosque tiene 51.6 por ciento de llenado, la Presa Villa Victoria 37.9 por ciento y la Presa Valle de Bravo con 51.9 por ciento. E hizo un nuevo llamado a la población afectada a redoblar los esfuerzos para ahorrar el líquido.
Desgraciadamente esta historia no es nueva. Parece repetirse con relativa frecuencia, sobre todo en aqueos años en que es más aguda la sequía. Y cada vez pensamos con alarma que llegará el momento en que el Cutzamala seas absolutamente insuficiente y sobrevendrá una crisis hídrica de consecuencias inimaginables. Lo peros es que eso es absolutamente posible.
Las fuentes que surten a la gran metrópoli, efectivamente, son cada vez más insuficientes. Y en consecuencia se tiene que recurrir a otras, más distantes, para enfrentar los requerimientos del futuro. Sin embargo, parece el cuento de nunca acabar: ¿está la metrópoli contienda a muerte por la falta de agua potable?
Ante el inminente próximo cambio de gobierno en la Ciudad, el tema puede ser un elemento de decisión clave para los electores. Se trata de un asunto tan importante para la vida de los capitalinos que esta vez deberá ser verdaderamente prioritario.
Mientras los expertos contestan esa interrogante terrible, enfrentamos una calamidad cotidiana tal vez más grave: el desperdicio de agua potable debido a las fugas que existen en la red de suministro de la capital. Se calcula que esa pérdida equivale ni más ni menos que al 40 por ciento del total de agua que recibe la ciudad. Eso quiere decir que casi la mitad del caudal se pierde en el subsuelo a través de las rupturas que presentan las tuberías, muchas de ellas con más de cincuenta años de antigüedad.
Así las cosas, si bien la falta de lluvias es origen de gran parte del problema, la otra mitad es debida a la indolencia de sucesivos gobiernos de la CDMX que a pesar de existir pleno conocimiento del problema del desperdicio no se actúa con eficacia. Es más fácil culpar a los usuarios del despilfarro que efectivamente se hace con frecuencia de un elemento que es vital y pedir que se hagan mayores esfuerzos por ahorrar agua. De acuerdo, es muy importante ese ahorro, que puede conseguirse reduciendo al mínimo nuestro consumo, haciendo baños más breves, evitando el regar las aceras y los jardines, etcétera.
El esfuerzo mayor, sin embargo, debe ser de las autoridades.
En el actual gobierno se tiene plena consciencia de ese desperdicio, pero eso no parece ser razón para destinar al tema mayores recursos. La propia jefa de Gobierno ofreció desde su campaña electoral de 2018 atender prioritariamente ese tema toral, mediante la sustitución de tuberías deterioradas y viejas. Han pasado prácticamente cinco años y salvo algunos programas “piloto” que se ha llevado a cabo en algunas zonas reducidas, el gran problema sigue sin atacarse. La razón suena sencilla: obras como el remplazo de las tuberías son poco visibles, por su obvia naturaleza. S preferible gastar en trabajos que hagan lucir as la autoridad, como vialidades, transporte, jardines.
Ante el inminente próximo cambio de gobierno en la Ciudad, el tema puede ser un elemento de decisión clave para los electores. Se trata de un asunto tan importante para la vida de los capitalinos que esta vez deberá ser verdaderamente prioritario. No más demagogia, no más promesas, no más declaraciones. Queremos y debemos exigir hechos. Así lo reclama esta ciudad sedienta… y descuidada.