Ciudad de México, abril 23, 2024 11:38
Opinión Rebeca Castro Villalobos

¿Un año perdido?

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Si se tiene Fe, las cosas acaban ocurriendo. Cuando pones Fe en ellas centras toda tu energía, toda la motivación la ilusión, ideas, proyectos, decisiones… Y  esto no hay duda, ayuda a conseguir  lo que más se anhela.

POR REBECA CASTRO VILLALOBOS

Mucho he escuchado que este 2020 no cuenta. Incluso, para mi reciente cumpleaños el pasado domingo, algunos amigos y amigas como parte de sus felicitaciones me subrayaban esa frase: “este año no vale”.

Sin embargo, pensando en el ello, me percato de todo lo contrario: este es el que más valoro de gran parte de mi existencia.

Voy sabiendo que para la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), promovida por la agencia EFE y la Real Academia Española, se ha seleccionado el término confinamiento como la palabra del 2020, y aunque no digo que se equivoquen,  para mí hay otra que es más adecuada en este año: “Fe”. Es esa palabra de sólo dos letras que, sobre todo a los creyentes católicos, nos mantiene vivos, esperanzados y confiados en que saldremos adelante.

Bien dice ese refrán bíblico: “La Fe mueve montañas”, significando que con confianza, es posible realizar cualquier cosa. La Fe es una creencia que firme que algo bueno va a ocurrir, o de que nada malo sucederá. También es una firme convicción de que existe algo más, no puramente material, que vela por nuestros sueños, que nos sorprende con experiencias de aprendizaje, que nos da buena suerte, que nos cuida, nos empuja.

Cierto que nada ha sido fácil para nadie. Hablando en primera persona, desde el desempleo previo, el encierro, dejar de ver a mi pareja, mis amistades,  mis visitas a la casa familiar, donde ya era una tradición reunirnos a comer los domingos; pero sobre todo el  tener que dosificar mis encuentros con mi adorada madre, la cual  por su edad y condición de salud es imprescindible protegerla en esta maldita pandemia, aunque en muchas ocasiones es difícil que comprenda nuestro distanciamiento.

Más doloroso el saber de personas, ya sean conocidas o no, que han fallecido a consecuencia del virus. De las que se han infectado, sin deberla, como los trabajadores de la salud; aquellos que por descuido o relajamiento, ahora tienen secuelas. También de las que deambulan por las calles, arriesgándose al contagio a cambio de unos cuantos centavos para llevar de sustento a sus hogares.

Y a pesar de todas esas y otras tribulaciones que he tenido que sentir, ver y padecer en estos ya nueve meses, yo sí estoy agradecida con esta nueva oportunidad de cumplir un año más de vida y sobre todo en buen estado de salud. Y con mucho orgullo, muy apapachada, aunque sea a distancia y/o de manera virtual, por tantas personas que me tienen en su mente y en su corazón.

Más que dar gracias, me siento  bendecida  por Dios, la Virgen y todos mis santos a los que diariamente me encomiendo y ruego por todos mis seres queridos, allegados e incluso he de confesar también lo hago por aquellos que no lo ameritan: “Por los que te hacen sufrir”, dice el título de mi rezo.

No sé si esas suplicas siempre han existido, pero llama la atención que durante esta epidemia podemos encontrar oraciones para la depresión, los miedos, pánicos y fobias, estas últimas muy socorridas para la salud mental por este confinamiento; aunque también hay para la sana convivencia de las familias, en especial de las parejas; para el perdón, la reconciliación.

Las súplicas e  invocaciones me provocan más tranquilidad y paz. Han sido una luz que se ha prendido y palparé en todo su esplendor cuando recorra todo lo que se me tenga asignado en esta vida.

Así, sea cual sea la creencia exacta de cada persona hay una realidad en la misma. Si se tiene Fe, las cosas acaban ocurriendo. Cuando pones Fe en ellas centras toda tu energía, toda la motivación la ilusión, ideas, proyectos, decisiones… Y  esto no hay duda, ayuda a conseguir  lo que más se anhela.

Así pues, en mi opinión personal, y creo que en la de muchas personas este 2020 nos ha dejado muchas lecciones, un año en el que hemos aprendido a valorar lo esencial.

Como bien se señala en un texto del portal ZENIT, en español, uno de los tantos a los que se puede acudir para conocer  las actividades en el Vaticano, como son las palabras del Papa Francisco, entre otras muchas reflexiones, como la que transcribo.

“De las cosas que aprendí en este 2020, están primeramente que existe un superhéroe en cada personal de salud y en cada trabajador que nos demostraron que nadie se salva solo;

Qué el amor derriba toda clase de fronteras y la oración nos mantiene más unidos que nunca, asimismo el que Dios habita en cada hogar, con cada familia que lo recibe dispuesto a fortalecer la fe en quienes lo conforman”

Además “aprendí que toda crisis en una oportunidad para crecer y aprender con la fortaleza interior que Dios nos ofrece; el que en la vida de cada ser humano es invaluable, y que hoy no existe mayor acto de amor que cuidar de ellas quedándonos en casa”.

Finalizo citando las palabras de este 30 de diciembre del Papa Francisco, durante su Audiencia General: “Todo acontecimiento y toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias” (n.2638). De este modo agradezcamos y transmitamos esperanza.

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