Ciudad de México, diciembre 26, 2024 17:22
Revista Digital Marzo 2021 Alcaldía Tlalpan

Se ‘exilian’ danzoneros por el virus… en un kiosco

FRANCISCO ORTIZ PARDO

Álvaro y Yolanda son esposos y viven en la colonia La Fama, que así se llama porque hace tiempo hubo en aquel terruño una fábrica de textiles con ese nombre. Es por el rumbo del parque Fuentes Brotantes, en las inmediaciones del cerro del Ajusco. Desde que comenzó la “cuarentena”, la vida de ellos fue alterada por la pena adicional de no poder bailar más en la plaza central que está frente al edificio municipal en el centro de Tlalpan, a donde acudían dos veces por semana.

“Los viernes había danzonera en vivo”, cuenta Álvaro entre animado de haber encontrado alguien que le pregunte por su afición y la nostalgia manifestada en sus ojos por algo que se esfumó. “Llegábamos hasta 120 parejas”.

La pareja de septogenarios buscó entonces una opción que fuese segura para abatir su ansiedad y resistir al virus… bailando. Y la encontró con otras dos parejas de amigos –una de su mismo barrio y otra de la colonia Del Valle –en el kisoco del parque Cuauhtémoc de la colonia Toriello Guerra, justo a unas cuadras del centro de Tlalpan. Llegan ahí en coche para evitar el transporte público, bien cubiertos con cubrebocas y careta.

Puntuales a las cinco de la tarde de cada jueves, él sube la breve escalinata con guayabera blanca y ella con un vestido oscuro y conservador, con estampados en amarillo. Tras encender un pequeño amplificador con bocina, ponen a sonar el danzón de una grabación antigua, como de película de Tin Tan. Enlazados por la cintura, mueven suavemente sus cuerpos, dirigidos magistralmente por los pies: un-dos-tres, un-dos-tres; respetan las pausas que impone el ritual y se separan con los brazos hacia el cielo aborregado de invierno.

Y así hasta el anochecer, cuando se retiran como engañando a la tristeza. “Algunos han muerto por el coronavirus, unos diez de los que bailaban allá”, dice mientras se le va desdibujando la sonrisa. “Por más que se cuidan, ya ve que no falta quien los visita y los contagia. Por eso a muchos les da miedo venir. Pero venga usted cuando quiera”.

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