Ciudad de México, noviembre 23, 2024 07:35
Opinión

Urbanología post pandemia

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Deberíamos tener debates centrados en el futuro de la metrópolis, en la planeación, en la movilidad, el desarrollo urbano, pero me parece que dominará el lodazal que, de manera creciente, ha prevalecido en la política mexicana.

POR ROBERTO REMES TELLO DE MENESES

Es difícil ser optimista tras dos años de encierro por la pandemia. La recuperación económica es lenta, el régimen político favorece la polarización y las alternativas para detonar una transformación profunda en nuestra sociedad son cada vez menos. Lo mismo podemos decir de la transformación urbana.

La peatonalización de Madero en la Ciudad de México fue quizá un parteaguas en 2010. La década estuvo marcada por un número creciente de actores a favor de la nueva agenda urbana y los gobiernos locales. Durante la segunda década del siglo XXI vimos proyectos de transporte público, ciclovías, dietas de carriles y, sobre todo, más voces demandando cambios en las ciudades. Todo este esfuerzo terminó, me parece, en marzo de 2020, con el inicio de la pandemia de Covid-19.

Ahora son más voces las que piden ciclovías en los proyectos, exigen rampas para personas con discapacidad y mejor infraestructura peatona. Sin embargo, vuelven las voces a favor del auto. Con un aeropuerto tan distante de sus centros de demanda, el Felipe Ángeles podría imponer una red creciente de carriles, en toda la zona conurbada. Con la tragedia de la línea 12, los gobernantes tenderán a evitar la edificación de nuevas líneas del metro. Con el tráfico creciente, es más fácil impulsar las autopistas elevadas que los trenes.

En cuanto al desarrollo urbano, las señales son aún más preocupantes. Ante la urgencia de recuperar el ritmo de la economía, las palabras malditas vuelven a ser pronunciadas: “Polígono de actuación” y “Transferencia de potencialidad”. Esto no tendría nada de malo si antes se hubiera hecho un trabajo profundo de ajustes al marco normativo para minimizar las afectaciones y potenciar los beneficios, pero esto no fue así. Viene una oleada de instrumentos del desarrollo inmobiliario con las mismas tendencias depredadoras de la ciudad que han predominado desde hace décadas.

En las campañas de 2024 deberíamos tener debates centrados en el futuro de la metrópolis, en la planeación, en la movilidad, el desarrollo urbano, pero me parece que dominará el lodazal que, de manera creciente, ha prevalecido en la política mexicana. Esto nos dice que las voces que demandan la transformación urbana deben hacerse oír de forma cotidiana, buscar nuevos aliados locales y reflexionar sobre la transformación de los problemas mediante un abordaje profundo que rompa con la superficialidad política.

A veces pienso que pido demasiado.


Urbanólogo.

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