La caballada flaca
El sábado pasado circulaba por avenida Coyoacán y José María Rico, en la colonia Del Valle, la zona –de por sí atormentada por autos y camiones estacionados en doble y en triple fila– parecía propia de un Estado de excepción. Un impresionante convoy de Policías Federales fuertemente armados, Hummers artillados con metralletas de 50 milímetros con elementos del Ejército abordo. Cierto ahí, en esa confluencia, se ubica la sede del Partido Acción Nacional (PAN), que ese día realizaba su Consejo Nacional con la visita del primer panista del país, Felipe Calderón.
Luego, por los noticieros y los diarios nacionales, me enteraría que el presidente Calderón Hinojosa haría una recomendación sorprendente a sus correligionarios, misma que a la fecha no sé si obedeció a que ha visto que la caballada de su partido está anémica y sin fuerza para el arranque y la carrera de fondo rumbo a la sucesión presidencial, o bien a un afán democrático, que es de sano interés para la sociedad, buscaba abrir espacios a las candidaturas ciudadanas. Candidaturas ciudadanas hoy vetadas por la legislación electoral pese a ser una exigencia pública. Lo cierto es que de inmediato Gustavo Madero, dirigente nacional del PAN reculó a lo dicho por Calderón y de inmediato señaló que el candidato de su partido a la presidencia de la República será “99.99 por ciento panista”.
El senador con licencia fue más allá y puntualizó: “No quiero dar una señal equivocada, para la presidencia de la República es muy difícil que un candidato ciudadano alcance el posicionamiento o el liderazgo que ya tienen 10 de nuestros principales panistas”. Enfrascados en las alianzas, los panistas han aceptado ir de la mano con sus más disímbolos contendientes ideológicos, los perredistas. El empeño es tan grande por frenar al PRI y su, hasta ahora candidato natural Enrique Peña Nieto, que las señales de sus líderes los mantienen confundidos. El hecho también es que luego de dos sexenios, los panistas no han logrado convencer a la ciudadanía con sus actos de gobierno: desempleo, carestía e inseguridad son tres de las causas más profundas que los obligarían a dejar Los Pinos.
No obstante lo dicho por Calderón en el sentido de que para el 2012 el PAN debe elegir a los mejores candidatos, “sea militante o no” ya que lo que está en juego es el futuro del país y no sólo el futuro del PAN, da cierta posibilidad para que se abran a la sociedad las candidaturas a los puestos de elección popular. Calderón les sugirió estar abiertos a escuchar a todos, sin prejuicios, sin compromisos previos amarrados. Madero puntualizó que se habla solamente de candidatos para diputaciones, presidentes municipales. Y por qué no a delegados también, más aún que hoy en día los priístas ya le han puesto el ojo a la ciudad de México dadas las fracturas internas del PRD.
¿Hechos bolas o desesperados? Es pregunta. Calderón también aprovechó dicho acto para hacer política partidista y darle un raspón al PRI. Fustigó a quienes añorando privilegios y complicidades del pasado buscan reeditar viejas actitudes y vicios que terminaron sumiendo a México.Humberto Moreira, nuevo dirigente del PRI, no dejó pasar las palabras de Calderón y de inmediato señaló que lo dicho “liquidó a los candidatos del PAN a la presidencia”.
Los tiempos se aceleran y las caballadas se ven flacas, confundidas, desesperadas, salvo en la caballeriza de Insurgentes norte, allá por buena vista, donde lo único que pudiera pasar es que sobrealimenten a su pura sangre o bien alguien de dentro le rompa las patas. No hay que olvidar que en este año hay varios procesos electorales para gobernadores, y en el 2012 vendrá la contienda para la Presidencia de la República y solamente un candidato ciudadano, en alianza con diversos partidos, un hombre sólido, con calidad moral y apartidista podría parar al PRI, a su maquinaria y a su candidato.