Ciudad de México, octubre 14, 2024 22:17
Opinión Dinorah Pizano Osorio

El enorme reto migratorio MEX-EE.UU.

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Por muy diversas presiones y en aras de mantener una relación estable con nuestros vecinos, México ha actuado en su frontera con Centroamérica como un brazo operativo del control de inmigración de Estados Unidos.

POR DINORAH PIZANO

El martes 3 de noviembre,  se llevaron a cabo las elecciones en Estados Unidos, un ejercicio democrático en donde millones de estadounidenses eligieron, entre la continuidad en el poder y una nueva alternancia con los demócratas, y de la mano de Joe Biden.

Para nadie es ajeno que elección de nuestros vecinos impactará de forma determinante tanto en nuestra economía y la situación migratoria, como en nuestra vida interna.

Uno de los puntos primordiales a definir de aquí en adelante, será por ejemplo el esquema con el que se seguirá gestionando el tratado comercial que actualmente tienen México, Estados Unidos y Canadá: el T-MEC, signado durante el mandato de Donald Trump, y que sustituyó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Otro de mayor gravedad y urgencia, y que será el que trataremos en la presente entrega, es el tratamiento que se les dará a las y los inmigrantes en esta nueva estapa, en medio del duro conflicto que existe en nuestras fronteras.

Durante todo su mandato, Donald Trump insistió en la idea de un México “amigo” pero en un contexto de sometimiento. Básicamente, el discurso republicano una y otra vez, fue que lo que se ordenaba, México debía cumplirlo sin chistar.

El control del flujo de migrantes, la construcción del famoso ¨muro¨ o la exigencia de Trump de apostar miles de elementos de la Guardia Civil a lo largo de nuestra frontera, fueron factores que mantuvieron una tirante relación diplomática.

Precisamente por todo ello, los expertos consideran que una victoria demócrata será de utilidad para matizar el discurso de sometimiento del vecino del norte, transformándolo en un nuevo sendero de colaboración, respeto, reconocimiento de los sendos valores y mutuo beneficio.

Joe Biden ha sido un político congruente con sus dichos y acciones durante toda su trayectoria. No sólo durante esta campaña, sino durante décadas de servicio como Senador y Vicepresidente.

Ha demostrado también tener una visión opuesta a la de Donald Trump quien ha mantenido una política de confrontación. Por el contrario, es un político dialogante, promotor de consensos, respetuoso de la diversidad propia de las personas. Tras haber sido electo ha expresado que gorbenará para todas y todos sin distingos.

Es precisamente su humanismo lo que ha creado la expectativa de que las complejas condiciones migratorias sufran un cambio positivo y radical y se minimice uno de los ámbitos donde mayor tensión ha existido en la relación entre ambos países, y la cooperación que debemos mantener por compartir una extensa frontera.

Un asunto prioritario de nuestra relación implica atender urgentemente lo que sucede en nuestra frontera sur. Por muy diversas presiones y en aras de mantener una relación estable con nuestros vecinos, México ha actuado en su frontera con Centroamérica como un brazo operativo del control de inmigración de EE.UU.

Desde 2015 ha impedido a cientos de miles de centroamericanos viajar hacia el norte, deportando a muchos más que EE.UU. Sin embargo también ha procurado también otorgar el estatuto de refugiado a miles de ellos, como medida de protección frente a los frecuentes golpes que asestó en sus momento la presidencia de Trump.

Sin embargo y a pesar de sus esfuerzos, a medida que los centroamericanos continúan huyendo de la pobreza y la violencia de sus países de origen, las barreras protectoras de México se han convirtiendo en zona permanente de conflicto.

La xenofobia, la delincuencia, la trata de personas, el narcotráfico entre otras terribles circunstancias, hacen que el sur de México sea cada vez más peligroso para los refugiados y los migrantes.

A pesar a sus múltiples intentos de asegurarles mejores condiciones, el gobierno mexicano se ha visto rebasado en virtud de su creciente número y de los grupos delictivos que se han apostado en ambas fonteras para aprovecharse de la pobreza, el hambre, la vulnerabilidad y desesperación de las y los viajeros.

De ahí que México se ha propuesto impulsar y concretar un plan multipartito para que con el apoyo de los Estados centroamericanos, la Unión Europea y el mismo Washington, pueda fortalecerse el esquema de protección a las personas refugiadas y migrantes, la prevención y atención de la delincuencia, y el desarrollo en la zona de ambas fronteras mexicanas, sur y norte.

En concordancia con este objetivo, el medio digital estadounidense Politico, afrimó que parece inminente que Joe Biden ordene como una de sus primeras acciones de gobierno, el retiro de las tropas de la Guardia Nacional que Trump envió a la frontera con México para apoyar al Departamento de Seguridad Nacional.

Asimismo parece firme su compromiso de dar prioridad a la reunificación de las familias que aún estén separadas bajo la deshumanizada política de “tolerancia cero” de la administración Trump, que llevó a la separación y detención de más de 2,800 familias y niños migrantes en 2018.

Es por todo lo anterior que el Gobierno de México a traves de su Cancillería, tendrá la enorme responsabilidad de aprovechar la buena voluntad de Biden para insistir con todas sus fuerzas en impulsar el plan ya descrito para mejorar las condiciones de la zona, controlar el flujo migratorio, pero salvaguardando los derechos de las personas migrantes.

Se trata sin duda de un ambicioso plan que involucra la interacción  de Estados, ciudadanos y personas migrantes, desplazadas y refugiadas. Es el momento idóneo de intentar abrir un canal de resolución cuya prioridad sea la garantía de sus derechos por medio de un pacto social en el complejo contexto fronterizo. Hacemos votos para que se vuelva realidad.

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