Ciudad de México, abril 30, 2024 04:10
Opinión Rebeca Castro Villalobos

Elogio del molcajete

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.


Ante la aparición en el mercado de falsos molcajetes fabricados en China, los artesanos de Comonfort, en Guanajuato, decidieron registrar su producto de origen prehispánico, indispensable en la cocina tradicional mexicana, y obtuvieron un certificado de Marca Colectiva que es el antecedente de la Denominación de Origen internacional, como lo ostentan el tequila o la Talavera poblana…

POR REBECA CASTRO VILLALOBOS
Durante mi niñez y parte de mi vida de casada, el molcajete tuvo una constante presencia. Mis primeros recuerdos de este instrumento se remontan a la casa de Catalina, mi abuela materna, en la céntrica calle de Positos de la capital guanajuatense. Era parte de la vida cotidiana de la cocina, junto con las ollas y cazuelas de barro y el metate. El mortero de piedra, de origen milenario, resultaba sencillamente imprescindible, no solo para elaborar las salsas sino también para moler diferentes granos, chiles, hierbas y especies usados en la rica gastronomía del mi estado.

Posteriormente, conviví con él en la casa paterna, donde ya alternaba con la licuadora eléctrica pero seguía siendo indispensable para algunos platillos. Después, formó parte de mi propia indumentaria de cocina donde volvió a hacer un objeto de primera necesidad por la afición que mi ex tenía por las salsas molcajeteadas… que por cierto le quedaban exquisitas.

Nunca me pregunté el origen de tan útil utensilio, hecho de piedra volcánica, que era tan común en las casas mexicanas. Tampoco supe entonces que un pueblo de Guanajuato se distingue por ser cuna de una verdadera industria casera de fabricación de molcajetes.

Ahora me entero por las redes sociales que los habitantes de esa población, Comonfort, situada entre los límites de Apaseo el Grande, San Miguel Allende y la cajetera Celaya, acaba de obtener la Certificación como Marca Colectiva, paso previo a que se le otorgue la Denominación de Origen, lo que la preservaría a nivel internacional de las falsas imitaciones.

Ocurre que en efecto, los fabricantes de molcajetes de Comonfort, que además es Pueblo Mágico desde 2018, sufrían ya la competencia desleal de falsificadores chinos que elaboran el mexicanísimo instrumento con cemento, en lugar de utilizar como debe de ser la auténtica piedra volcánica.

La marca se llama “MCG Molcajetes de Comonfort, Guanajuato” y el permiso fue entregado a la Asociación Civil “Artesanos de Piedra Volcánica de Comonfort, Guanajuato, Tradición Mexicana Milenaria”, que se integra por veinte productores de dicha localidad.

En mi indagatoria, se informa que el nombre de marca se otorgó en noviembre del año pasado y tiene vigencia a diciembre de 2029. Incluso se menciona que el Gobierno del Estado de Guanajuato reconoció en un comunicado que el pasado nueve de agosto realizó el acta de entrega oficial de la marca.

Tal hecho por parte de la administración estatal causó confusión en medios de comunicación. Varios portales nacionales difundieron que dicha Asociación logró la dedicatoria de Denominación de Origen, lo cual no es exacto, aunque ciertamente la solicitaron desde el 2019, sin que a la fecha resulte positivo el fallo.

Al otorgarles Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) la Marca Colectiva es para que se reconozca a estos utensilios prehispánicos de Comonfort como artículos únicos, pues su elaboración está estrechamente relacionada con la región.

Y es que en ese municipio guanajuatense el molcajete se elabora desde épocas ancestrales y sus procesos materiales son específicamente obtenidos en ese lugar, motivo por el cual es posible pensar en la declaratoria de Denominación de Origen en el futuro, consiguiendo que las artesanías de Comonfort sean reconocidas como producto originario y exclusivo de esa región.

Cabe mencionar algunos de los productos en nuestro país que ya cuentan con esa denominación son los cafés de Veracruz y Chiapas, la vainilla de Papantla y el chile habanero de Yucatán, el tequila de Jalisco y Guanajuato, el mezcal de Oaxaca o la Talavera poblana, entre otros.

Al continuar mi investigación, hallo una entrevista que realizan a alguno de los molcajeteros del municipio, mismo que junto a 19 personas que comparten el oficio, presentaron ante el IMPI el expediente para acreditar que sus artesanías son únicas en el mundo.

Juan Manuel Quintero, es la tercera generación de una familia de artesanos. En el portal de “Animal Gourmet”, refiere que se buscó la declaratoria después que la competencia china apareciera en los supermercados con opciones económicas pero de baja calidad. Asegura que no son de los tradicionales materiales y que duran poco, pero las personas las adquieren por ser más accesible en el precio.

El entrevistado precisa que el Colectivo realizan la producción del mortero desde el origen: Inician con la búsqueda en el monte de la piedra volcánica que labrarán con herramientas que ellos mismos fabrican.

Pulir, cincelar, esculpir, delinear y terminar, hacer un molcajete auténtico es casi una obra de arte en la que tardan hasta cuatro días de trabajo y lo venden por doscientos pesos. “Al obtener la Marca del IMPI, se puede aumentar el precio de venta hasta un 25 por ciento, excedente que asegura también al comprador, certeza, calidad y artesanía”, subraya.

Pero, me preguntó, ¿qué se requiere para obtener la mentada Denominación de Origen? Encuentro que los trámites se hacen ante la Organización Internacional de la Propiedad Intelectual. En México estos documentos se tramitan inicialmente ante el IMPI y debe reconocerse primero a en el ámbito federal parar aspirar a la protección en todo el mundo.
Toda vez que no es fácil conseguir esta declaratoria, se crearon las Marcas Colectivas y las indicativas geográficas, lo cual por lo menos aseguran que se preserven artículos con alto valor cultural en una región determinada.
Ahora que he enriquecido mi acervo sobre esta tan invaluable artesanía, en la primera oportunidad que tenga acudiré a recorrer ese pueblo. Seguro adquiriré uno de sus tantos molcajetes que se producen. Mientras, buscaré en la casa paterna si todavía tienen en posesión el tan mentado instrumento prehispánico y darme a la tarea de preparar una risa salsa “molcajeteada” o un guacamole de rechupete.
@FOBIA44

Compartir

comentarios

Artículos relacionadas