DAR LA VUELTA / Una imagen…
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.
Foto: Especial
“Cada día que transito por nuestra “alcaldía” y veo la enorme cantidad de ‘bombas’ que circulan por nuestras avenidas; me preocupo cada vez más…”
POR DIEGO A. LAGUNILLA
Escribo estas líneas muy afligido ante las terribles imágenes que nos dejó lo ocurrido en la zona del puente de la “Concordia” en Iztapalapa, particularmente por una fotografía, la de doña Alicia, completamente quemada, caminando como puede, la nieta pequeña cargada en brazos por un policía que las socorre, de nombre Sergio Ángel, qué en su nombre lleva lo que fue para ellas (y para todos nosotros) en ese momento.
El “retrato”, como decimos en México, me sacude, busco el nombre de quien la capturó, solo encuentro que trabaja para la agencia de noticias “EFE”, la madrileña, la originalmente republicana, lo dudo, debe ser de un ciudadano de a pie que la subió a la red e inmediatamente se difundió por todos lados, lo que sé, es que sin él o ella y su rápida respuesta, no nos hubiéramos enterado.
Recuerdo de inmediato un par de “instantáneas” que desde mi adolescencia me acompañan, y aturden; la de un pobre caballo, abrasado y apenas sostenido en pie como consecuencia de la explosión de la planta de Pemex en San Juanico, donde fue de tal magnitud que algunos vecinos calificaban el desastre como si se hubiera “caído el Sol”.
La otra imagen, cuando vivía en la calle de Atlanta, en la colonia Nochebuena, y en la casa de al lado, de unos estimados vecinos, se registró un estallido por “thinner”. Uno de los pintores prendió un cigarro y voló por los aires, me sacude recordar cómo lo sacaron apenas de pie y su ropa prácticamente pegada a la piel.
El horror manifiesto.
Entiendo que la abuela murió y espero con todo mi ser que la nieta, y todos los afectados se recuperen, que la actitud ejemplar del policía sirva para que no olvidemos nuestro arraigado sentido de solidaridad y que los superiores de don Sergio lo promuevan a una plaza donde pueda germinar su buen corazón.
Abrigaba la esperanza que las autoridades realizaran un peritaje profesional, donde hubieran deslindado responsabilidades y nos informaran abiertamente de los hechos, sin patrañas, ni encubrimientos, como lo de los “pernos” en el metro. Circularon varias hipótesis, entre ellas que el accidente de la pipa se debió al mal estado del asfalto combinada con la velocidad del transporte. Pero, como ciudadano de a pie, el resultado de las investigaciones fue otra vez lo mismo, no se llegó a fondo, la culpa fue toda del chofer -que murió desgraciadamente- y a darle la vuelta la página en el país donde “no pasa nada”.
Cada día que transito por nuestra “alcaldía” y veo la enorme cantidad de “bombas” que circulan por nuestras avenidas, día con día, me preocupo cada vez más…

















