Ciudad de México, mayo 6, 2024 06:00
Francisco Ortiz Pardo Opinión

EN AMORES CON LA MORENA / El poeta que multiplicó la vida

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“Un día Luis Melgar llegó con su familia procedente de El Salvador para instalarse en esta enorme ciudad. Sus dos hijas, Ivonne y Gilda adoptaron este país y siguieron los pasos de su padre con la misma congruencia y la fina pluma que les cultivó”.

POR FRANCISCO ORTIZ PARDO

La vida se va en un segundo que puede durar 80 años. Hay quien dice que en realidad la muerte comienza en el momento que nacemos. Pero eso pocos lo entienden. Porque se suele vivir como si se fuera a vivir cuando menos esos ochenta años y, tener por ejemplo 62, es útil para engañarse con que la vida será todavía larga. El asunto es que esa vida de ochenta años se acorta demasiado cuando no se vive pensando en los otros, derrochándola en lujos, banalidades, egoísmos, nimiedades, que no pocas veces dejan una secuela de daños, amores regados, hijos abandonados. Solo en el punto final es ineludible aceptar que ya no hay nada que hacer para remediarlo.

El 25 de junio del 2023, el poeta José Luis Melgar Brizuela entró repentinamente en un hospital de San Salvador, su ciudad natal, para ser atendido de emergencia por un infarto cerebral. Hago énfasis en que fue poeta más que un sesudo estudioso de pueblos originarios y leguas hispanas, de literatura, porque tal vez aquellla parte de ese su todo es lo más significativo en el buen ser humano que identificaron camilleros, enfermeras, médicos, cuidadores, al entrar al nosocomio. Muchos de ellos nunca lo habían visto, pero lo conocían desde niños, cuando como autor de libros escolares de Ediciones de Pulgarcito sobre literatura y estética dejó una huella indeleble en la formación de todos ellos.    

Entre sus muy valiosas aportaciones está la de haber sido un estudio de poetas. Poetas singulares, como él, que un día llegó con su familia procedente de El Salvador para instalarse en esta enorme ciudad. Sus dos hijas, Ivonne y Gilda adoptaron para siempre este país como el suyo y siguieron los pasos de sus padres con la misma congruencia y la fina pluma que les cultivó.

Maestro de la Universidad de El Salvador, participó en la guerrilla en favor de los más desposeídos y contra el militarismo fascista; y en la avenida Insurgentes Norte de lo que fue el Distrito Federal fundó con un grupo compacto la agencia informativa Salpress, que más tarde se convirtió en el “brazo” informativo de la revolución del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. En el Colegio de México obtuvo su doctorado en letras hispanoamericanas, con una tesis en que esculpió un libro que a la postre se volvió célebre: Las Brújulas de Roque Dalton.

Entre el 73 y el 75, el poeta Roque Dalton había colaborado con el Ejército Revolucionario del Pueblo, una guerrilla muy militarista y extremista en la que no sepudo sostener ideológicamente y finalmente fue asesinado –“ajusticiado”, se suele decir– por su propios compañeros, en una forma que aún es misterio en cuanto a la intromisión probable de la CIA y del propio gobierno salvadoreño. El libro de Melgar relaciona cada uno de los poemarios de Roque Dalton con el momento histórico y biográfico en que fue producido. Como Dalton, Luis Melgar compartió la defensa de la vía armada como la única posible de un momento para lograr la democracia, pero no calló acerca de los excesos de la guerrilla.

José Luis Melgar Brizuela fue sepultado en San Salvador este sábado 9 de marzo, en una ceremonia en la que fue recordado por sus familiares, alumnos y compañeros de la Universidad de El Salvador, como un profesor que, en palabras de su hija Ivonne, impulsó hasta sus últimos días la importancia de la investigación de los pueblos originarios, las aportaciones de la creación literaria y muy significativamente el legado de Roque Dalton.

Fue un gran maestro tanto por la promoción académica de los valores estéticos y literarios como por alentar a los creadores jóvenes, poetas y escritores, cuentistas y novelistas, a hacerlo. Nos cuenta Ivonne que en el sepelio se recordó cómo todo escritor que logró consolidarse como tal cuenta bajo su acervo con un libro que en sus inicios José Luis Melgar les prólogo y que tal vez pudo haberles prologado también otras novelas ya otros trabajos o otras antologías de poesía más terminadas porque también fue un un este integral de incansable de todos los certámenes de valoración poesía en El Salvador y en Centroamérica.

Amante de las zonas arqueológicas –Copán, Chichén Itzá, Monte Albán y Teotihuacán–, un día en Machu Picchu su esposa Candelaria Navas sufrió el contratiempo de pensar que se le había perdido en medio de las ruinas porque él podía quedarse horas disfrutando y tratando de dimensionar y entender lo que significaban esos signos del tiempo.

Luis Melgar no derrochó su vida, sino que multiplicó sus 80 años de existencia. Lo sabe su hija Ivonne, mi amiga y admirada colega, a la que le dejo un abrazo entrañable con la convicción de que ella es la mejor herencia que pudo dejar un padre.  

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