JUVENTUD COMO SISTEMA / Pobreza como destino
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DINORAH PIZANO OSORIO
Durante una mesa de discusión de carácter económico sobre la cual se vertían argumentos en función de incrementar la competitividad de la planta productiva nacional, uno de los ponentes emitió una frase que da pie a mi escrito del día de hoy: “México es un país sobrediagnosticado. Lo que necesitan es comenzar a hacer cosas”.
El tema fue hilvanado bajo la lógica del beisbol. Un beisbolista es considerado como una super estrella cuando conecta tres de cada 10 pelotas. Es decir, un porcentaje de éxito de 33 por ciento cada que emprende. La metáfora sirvió para reforzar la idea de comenzar a propiciar que las cosas pasen, ocurran, sucedan.
Una manera de enfatizar que México está en pausa, sin probar nuevos mecanismos económicos que permitan a la gente mejorar su situación, es el estudio publicado en días recientes por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, según el cual siete de cada 10 mexicanos que nacen en las familias de menores ingresos no lograrán salir de la pobreza a lo largo de su vida.
El México del 2018. Movilidad social para el bienestar da elementos para, sin estridencia, dimensionar el reto que este país tiene frente a sí. Entre los datos contenidos encontramos que si la economía continúa con un ritmo de crecimiento promedio de 2.3 por ciento, manifiesto durante los recientes 10 años, el ingreso promedio de la población tardará 70 años o más en duplicarse.
Son tiempos donde escuchamos por diversas vías, tonos y mensajes, la necesidad de cambiar. Pero hemos de insistir en la urgencia de comenzar a movernos y pasar del diagnóstico a las acciones concretas. Como ciudadanos no contamos con un sólo elemento de juicio o referente que nos permita intuir que en materia económica las prácticas se modifican para obtener resultados diferentes.
De continuar por el camino del sobrediagnóstico el futuro asoma con mayores grados de adversidad. La falla que cruza de manera transversal la cotidianidad de millones es de carácter sistémico, ni siquiera estructural, por ello, y por tratarse de un asunto que la política puede resolver, los caminos para revertir el panorama requieren altura de miras, sentido de nación y vocación de desarrollo.
Menos diagnósticos, más acciones, la pobreza no necesariamente es destino.