Ciudad de México, abril 25, 2024 19:09
Dinorah Pizano Osorio Opinión

La polarización que nos divide…

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Las discordias interminables desmembran el ya de por sí muy lastimado tejido social. Las diferencias reales o imaginarias se acentúan y perdemos el sentido de cuerpo, de comunidad, de país.

POR DINORAH PIZANO

El año pasado el Centro de Opinión Pública de la Universidad Del Valle de México (COP) llevó a cabo una encuesta durante los meses de agosto y septiembre, para analizar el índice de polarización política de la sociedad mexicana.

A decir del estudio, la mayoría de la población, aproximadamente un 65 %, estaba convencida de que el ambiente político y social que se vivía en nuestro país estaba dividido.

Dicha percepción aumentaba en el estrato de población más joven, es decir los menores de 25 años en este caso el 72 %, consideraba que estamos sumamente divididxs. En el caso de los mayores de 55 años, el 54 % también lo consideró así.

Por su parte el estudio también reveló que la gran mayoría de las personas encuestadas percibían que el ambiente político y social era incierto en un 72%, mantenían un estado de enojo en un 61 %,  aseguraban que la sociedad se encontraba en estado de inseguridad en un 57 % y un dato muy relevante, es que manifestaron que existía una desconfianza hacia el gobierno del 62 %.

El incremento de la desigualdad, la creciente injusticia social, y la molestia contra la clase política eran y siguen siendo en realidad las causas de esta tendencia.

Ciertamente, gobernar en este esquema es altamente complejo. Pero construir ciudadanía desde y para la sociedad civil, también resulta altamente complejo si no hay un genuino interés social que la apuntale.

¿Pero cuál es en realidad la causa de nuestra polarización?

Según maquiaveloyfreud.com: “La polarización política es la alta concentración del voto (y/o de las preferencias ciudadanas) en torno a dos partidos o candidatos principales que son visualizados como los únicos en condiciones reales de ganar la siguiente elección. Esto ocurre debido a un entramado de causas tanto coyunturales como históricas, y tanto políticas como económicas y culturales. El gran aliado y soporte de la polarización es el propio cerebro humano, el cual en aras de simplificar los procesos tiende con mucha facilidad hacia lo binario: ellos y nosotros, blanco y negro, cerca y lejos, amigo y enemigo, ceros y unos.”

Desde la dimensión ideológica, es menester iniciar analizando la relación de las y los ciudadanos con la esfera política, incluyendo todas sus partes elementos y estructuras, el actuar del Estado, las decisiones de los partidos políticos y la relación de todo este entramado, con la economía.

De ahí que polarización ideológica provenga de una multiplicidad de problemas o de relaciones que hay que tomar en cuenta.

Polarización ideológica significa entonces que hay diferencias en las opiniones, intereses, posturas, contraposiciones de las y los individuos que, de sus diferencias pasan a oposiciones.

Esas oposiciones suelen ser por desgracia conflictivas. Pero lo verdaderamente relevante es que el concepto de polarización per se radica en que esos conflictos suelen tener vida propia y tienden a estructurarse.

Pasamos de oposiciones a un complejo sistema de contradicciones donde dos partes quedan claramente determinadas como expuestas en una relación estructural. Y en general el término polarización nos revela que los términos de esa estructura se distanciaron por lo general, radicalmente.

Ahora bien, en el campo de la política, esto significa que a las y los actores políticos institucionales, los partidos políticos, pero también a los actores informales de la vida política, desde la sociedad civil, les cuesta ponerse de acuerdo sobre los medios legítimos que deben usarse para resolver los problemas del Estado.

Es decir, existen desacuerdos sobre cómo el Estado organiza los medios de la política de gobierno, pero también sobre el orden de las prioridades de los problemas que tiene que atender.

En el caso mexicano y en el marco del 2º Informe, la oposición acusa al gobierno de una parálisis, de clientelismo en sus políticas públicas, de incapacidad de planificación del Estado, de sus contradicciones en el tema de la corrupción, y del desmantelamiento del andamiaje gubernamental causando inoperatividad; de adjudicaciones directas ilegales. En una palabra de ingobernabilidad.

Desde la postura gubernamental tal oposición nace desde la convicción y difusión de prejuicios sociales sobre todo los del clasismo, del racismo, xenofobia, homofobia, en una palabra, desde la discriminación y la indolencia.

Desde una posición ideológica cuya orientación de justicia es ciega, sorda y muda con relación a los privilegios de gobiernos pasados. De sus excesos, corrupción y malos resultados.

Desde una élite empresarial que se veía sistemáticamente favorecida por contratos millonarios y desvíos desde el gobierno en turno,  tales como el de la Estafa Maestra, por citar sólo un ejemplo.

Asegura que sólo obedecen a intereses creados, a su necesidad de recobrar sus beneficios perdidos de los últimos tres sexenios.

Y tenemos el resultado. La polarización política está perjudicando seriamente a nuestra sociedad.

Las discordias interminables desmembran el ya de por sí muy lastimado tejido social. Las diferencias reales o imaginarias se acentúan y perdemos el sentido de cuerpo, de comunidad, de país.

Los consensos exigen a las y los dirigentes apego a la tolerancia y reorientar el camino en la búsqueda del bien común.

Es menester perseguir la armonía. Se necesita de una gran integración para asumir los problemas que tenemos por delante, especialmente el grave problema del Covid-19.

Un país dividido, con autoridades divididas, en medio de la persecución y represalias, no resolverá  nuestros enormes problemas. Lo que la justicia tenga que hacer que lo ejecute, pero nuestro país necesita la unidad de todos los sectores.

Se avecinan tiempos electorales. Estamos aún en medio de una terrible pandemia.

Las diferencias políticas, ideológicas y de cualquier otra índole son necesarias en toda sociedad democrática, pero la polarización sólo abona a que perdamos nuestro mayor objetivo.

Debemos entonces dejar claro en dónde estamos, en qué creemos y con qué nos comprometemos. Hoy más que nunca, nuestro país nos necesita a todxs.

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