Ciudad de México, abril 19, 2024 08:08
Opinión Mariel Miranda

¿Qué hacemos?

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Sabemos que este sexenio es de narrativas, de movilizaciones, de imaginar y poner la inteligencia a funcionar para ganar el futuro, porque el sexenio renunció a la transformación y optó por la nostalgia. ¿Cómo ganaremos el futuro?

POR MARIEL MIRANDA

¿Qué hacemos? Solo sé que no podemos seguir haciendo epitafios en redes sociales a cada pedazo y pieza que toman del CIDE. Y no porque no lo merezcan aquellas piezas que han sido derrocadas arbitrariamente o que se han inmolado, sino porque un homenaje en redes sociales en estos tiempos está lejos de ser una estrategia de resistencia y mucho menos de conquista del futuro. Y entonces, ¿qué hacemos?

Dudo que en este momento cualquiera tenga una ruta por implementar. Mientras pensamos juntas, juntos, juntes, podemos ir teniendo algunas certezas.

La certeza, por ejemplo, de que nos mantenemos a lado de las profesoras y profesores, alumes que en este momento tienen enojo, frustración e incertidumbre, así como ellos se mantuvieron de pie a nuestro lado cuando llamamos a un paro en el CIDE en 2014 porque estábamos enojados, frustrados e inciertos de este país.

La certeza de que caminaremos a lado de esos profesores cuando decidan movilizarse, así como muchxs de ellxs caminaron detrás de nosotros cuando decidimos sacar al CIDE a las calles para protestar por la desaparición forzada de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa.

Y nos mantendremos a lado de todas las profesoras que hoy son amedrentadas así como ellas individualmente decidieron mantenerse junta a nosotras para acompañar denuncias de acoso y la exigencia de una respuesta de la institución para reconocer el pacto patriarcal y reparar el daño en 2017 y 2018.

Existe la certeza, también, de que somos capaces de dejar los escritorios por un rato, como lo hicimos cuando un profesor nos dijo “qué hacen aquí tomando clases como si no acabaran de desaparecer a muchachos estudiantes como ustedes?” y entonces dejamos la clase para ir detrás de lo que entendíamos como justicia.

Y seguiremos pensando juntas, juntos, juntes, ¿qué hacemos?

Cruzará nuestra mente la certeza de que lo que cuidamos no es solo a las personas, a los perfiles que tanto molestan a quienes dan conferencias por la mañana y mucho menos a un edificio. Tenemos la certeza de que defendemos un espacio que nos convenció de que la prioridad es abordar los temas públicos con integridad y poniendo lo que sabemos al servicio del país.

Y vendrán a nuestra mente las certezas que han guiado nuestro camino. Que el conocimiento importa, que las ideas importan, que la evidencia importa, que no se puede construir país desde las mentiras ni desde el ejercicio unilateral del poder.

Y por supuesto, estarán susurrándonos al oído las certezas sobre todo lo que hay que transformar en el CIDE. Le daremos la razón a quienes nos dicen que al CIDE hay que exigirle más porque, igual que otras universidades, existe gracias a los recursos públicos. Le daremos la razón a quienes nos digan que hay que ampliar las posibilidades de que cualquiera tenga la oportunidad de estudiar ahí, porque es cierto, porque es a lo que debemos aspirar, a que el CIDE sea el estándar y no la excepción.

Y llegarán quienes vengan a decirnos que no entendemos el discurso del dirigente partidista porque somos privilegiados. Y les diremos que sí, que tenemos la certeza de que fuimos las, los, les privilegiadxs de la clase media con la suerte de nacer en familias que nos procuraron, de acceder a becas de vivienda y comida, de que lxs contribuyentes fondearan parte de nuestra educación.

Tenemos la certeza de que vendrán los que circulan un video con intención de voto en 2018. Y no habrá certeza más grande que ésa. Que el CIDE nos enseñó que hay que remediar las desigualdades, que hay que entrarle al tema de violencia, que hay que tomarnos en serio la política de drogas después de que un gobierno nos dejó un cementerio, y que la integridad es prioridad porque el país no puede seguir permitiendo casas blancas, despilfarros, estafas maestras ni el robo del erario público.

“El reto subyacente ha sido siempre el mismo: justicia con libertad, sabiendo que la primera sin la segunda termina por imposibilitar a las dos y que la segunda sin la primera convierte esta última en algo similar a un privilegio de casta.” (U. Pipitone, 2015)

Llegarán también quienes reclamen que el CIDE no le ha servido al país, empezando por nuestras tesis “neoliberales”, y les haremos un listado, con toda certeza de aquellas personas que incluso hoy sirven en la administración pública poniendo su inteligencia al servicio de lo público. Y hablará quienes habiendo pasado por el CIDE escupan sobre él, y no importará porque sabemos que no podrían ser críticxs ni analíticxs si antes no hubieran pasado por esa escuela, porque sin ella ellxs no serían.

Por supuesto algunos dirán que no es contra el alumnado, sino contra los profesores que pertenecen, pero nosotros tenemos la certeza de que seremos quienes les sigamos exigiendo a esos y esas profes excelencia, empatía con el alumanado, e integridad, empezando por presentar su 3de3.

Y a todx aquel o aquella que llegue a señalar desde la buena fe o desde la saña todo lo malo que hace el CIDE, le escucharemos porque tenemos la certeza de que nuestro agradecimiento al CIDE no es ciego y que sabemos mejor que nadie todo lo que tenemos pendiente por ajustar para que el CIDE sea lo que aspiramos.

Seguiremos pensando juntas, juntos, juntes, ¿qué hacemos?

Seguiremos sin saber, pero tendremos la certeza de que este sexenio no se juega solo con las reglas de la técnica, cartas con abajofirmantes, adjetivos hacia la persona que hoy tiene la mayor aprobación del país, y mucho menos con un texto abierto. Sabemos que este sexenio es de narrativas, de movilizaciones, de imaginar y poner la inteligencia a funcionar para ganar el futuro, porque el sexenio renunció a la transformación y optó por la nostalgia. ¿Cómo ganaremos el futuro?

¿Qué hacemos? Desplegar lo que sabemos y poner al servicio del CIDE lo que tengamos. Exgir y demandar que respeten las reglas. Convocar a nuestras familias a que defiendan la escuela que nos dio hogar. Tomar la carreta. Las dos si es necesario. Esperar a que el profesorado y lxs alumnxs dicten el rumbo. Vetar ambas opciones de candidatos porque lo que tienen en común es la grilla. Llamarles a debatir como última medida. Convocar a lxs exalumnxs que le debemos la vida profesional al CIDE. Ganar la batalla con memes o desde el “networking”. Llenar los chats con la certeza de que hay que hacer algo. Proyectar frente a SU Palacio frases para hacerle saber que, por ser serviles, sus administradores se están cargando a estudiantes y al futuro. Mentorear a chavitxs de secundaria y preparatoria porque ellxs seguirán ocupando al CIDE que resiste. Unirnos con otros centros de investigación y la UNAM. Ir a la Comisión Interamericana y escalar la defensa de derechos. Ganar la resistencia desde los amparos. Promover que la clínica del CIDE arme la defensa de su escuela. Pedirle a exalumnxs que hoy toman decisiones que no olviden que están ahí porque hubo una escuela pública que les arropó. Generar conversaciones de la comunidad CIDE, desde exalumnxs hasta servicios escolares y quienes llegan al propedéutico. Escuchar. Ir a paro. Buscar la autonomía. Respaldar a este pliego de las, los, les estudiantes que están ahí, presenciando cada hecho y poniendo el cuerpo por el CIDE.

Pensaremos juntas, juntos, juntes, ¿Qué hacemos?

Llegará la certeza más grande: que cuando seamos convocadas, convocados, convocades, ahí estaremos para cuidar a las nuevas generaciones que se van a rifar por su CIDE, por nuestro CIDE, por el CIDE que somos y por el CIDE que viene. Y así, cada vez que lo pidan profes, alumnxs y la comunidad, porque eso somos.


Mariel Miranda es egresada del CIDE de Ciencia Política y Relaciones Internacionales 2011-2015. Hoy es parte de una organización civil que combate la corrupción. 

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