Llena ‘marea rosa’ hasta los portales del Zócalo
Zócalo lleno. Foto: Adolfo Vladimir / Cuartoscuro
Irrumpen campanadas de Catedral por 7 minutos, en pleno discurso de Lorenzo Córdova
Aparece en marcha cívica multitudinaria un nuevo grito: ¡Narcopresidente, narcopresidente…!
FRANCISCO ORTIZ PARDO
La cifra de 700 mil asistentes que manejaron los organizadores de la manifestación cívica en defensa de la democracia suena exagerada. Lo que es un hecho es que la muchedumbre vestida de rosa y blanco –colores cada vez más notorios en la medida en que las personas se fueron despojando de las prendas con las que se habían cubierto del frío de la mañana– colmó hasta los portales a las orillas del Zócalo, entre las calles de Madero y 16 de Septiembre, justo frente a un Palacio Nacional blindado con vallas.
A la manifestación acudieron no menos de 300 mil personas, si se toman en cuenta las decenas de miles que quedaron “atoradas” en las bocacalles adyacentes, donde escucharon a través de pantallas el discurso de Lorenzo Córdova, el único orador del acto, que arengó a defender el voto, las elecciones libres y el Poder Judicial antes que el estruendoso coro diverso, más de gente madura que de jóvenes, cantara el Himno Nacional en punto de las 11:59 de la mañana.
Habían llegado ahí a través de caudales peatonales en que se convirtieron las calles desde el Eje Central o Fray Servando Teresa de Mier o Pino Suárez, donde entre los gritos fue notoria una nueva consigna, reptida una y otra vez: ¡Narcopresidente, narcopresidente…!
La intervención de Córdova fue interpelada en su parte final, durante siete minutos, por las campanadas de Catedral, que no parecían que se limitaran a llamar a misa. En el disurso, el expresidente del INE hizo un repaso de la lucha democrática y advirtió sin reparo del riesgo que hoy corre por decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien no mencionó por su nombre.
“Que quede claro, no estamos impidiendo el cambio. Hay muchas cosas que pueden y deben mejorarse, pero eso no implica que se deba echar por la borda lo que hemos conquistado”, espetó. “Hay quien dice que las instituciones sí se tocan, y claro que sí, pero solo si es para mejorarlas. Si es para desmantelarlas, claro que no se tocan”.
Para ese momento el sol pegaba a plomo y las decenas de miles de asistentes no se movían de su sitio. Alguien pasaba por ahí gritando “¡que viva López Obrador”, sin que le hicieran caso, mientras que Córdova acusaba que el gobierno ha mentido sobre el costo del INE y ha intimidado a los integrantes del instituto, además de asfixiar económicamente y amenazar mediante reformas para alinearlo a sus intereses.
A la manifestación, que fue convocada por 250 organizaciones civiles, acudieron los líderes del PAN y del PRD, Marko Cortés y Jesús Zambarno, respectivamente, pero el estrado fue reservado únicamente para el propio Córdova, la activista de derechos humanos, Mariclaire Acosta; el ex presidente de lo que fue el Instituto Federal Electoral, José Woldenberg; el ex ministro de la Corte, José Ramón Cosío y la ex presidenta del Tribunal Electoral federal, Maricarmen Alanís.
La petición previa que se difundió profusamente en las redes sociales de que no se llevaran mantas ni cartulinas de apoyo a la candidata presidencial opositora Xóchitl Gálvez tuvo un éxito sorprendente. En cambio predominaron las banderas de México y otras muchas rosas con la leyenda “La democracia no se toca”. Otras iban en contra de una “dictadura” o una “tiranía”.
“No podemos quedarnos cruzados de brazos, no podemos quedarnos así y volveremos cada que sea necesario para decir que la democracia no se toca, ni las condiciones para el voto libre. Por eso, asumamos que el futuro de la democracia está en nuestras manos”, finalizó Córdova entre una ovación… y el repique de las campanas.