Ciudad de México, septiembre 7, 2024 17:32
Opinión Rebeca Castro Villalobos

Mi mágica chimenea

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El requisito indispensable ha sido que la cabaña o habitación en la que nos hospedemos tenga una chimenea que funcione, la cual encendemos al anochecer y disfrutamos durante largas horas hasta quedarnos dormidos mientras las brasas se van agotando una a una…”

POR REBECA CASTRO VILLALOBOS

Fue mi querida amiga Verónica quien tuvo la gran idea de convocar en su cumpleaños en una cabaña enclavada en la Sierra de Santa Rosa, en Guanajuato.  El Secreto del Bosque, se llamaba (y habló en pasado porque ese encantador lugar ya no funge como tal). Era de mis primeras ocasiones en que encontré el gusto por la chimenea, toda vez que parte del festín cumpleañero era el pasar la noche en el lugar, mismo que vale la pena pues se ubicaba entre sierra y montaña.

Acondicionada como oficina, la cabaña contaba con aditamentos propios de una casa, como una peque estufita y su baño, ambos  conectadas a un cilindro de gas, aunque he de confesar que por lo que supe ninguno de los seis invitados  se le ocurrió darse un regaderazo, debido principalmente a la baja  temperatura.

Después de degustar los manjares que cada uno llevó, y ya anocheciendo, se hizo necesario prender la hoguera de troncos previamente dispuesta.

A aunque no tiene mucho que ver, la chimenea para mí es una semejanza con el árbol de Navidad; pero más el significado del inicio de una Navidad, pese a que por la época era más bien primavera.

Continuaron las reuniones con ese grupo de cuates, hasta desaparecer; pero eso no ocurrió con mi ánimo y mi gusto, así que mi pareja y yo decidimos tomar camino en plena época navideña y/o decembrina, que generalmente coincidía además con mi cumpleaños.  Así que desde entonces, hace ya varios años,  cada que veo una chimenea es parte de mi Navidad.

De este modo hemos conocido varias pueblos mágicos y por ende sus cabañas y chimeneas.  Menciono  un parque, La Escondida, que se encuentra en Calvillo, municipio de Aguascalientes. También en Tapalpan, Jalisco, se encuentran hermosos sitios para disfrutar. Un poco más famosas están Zirahuén, en Michoacán, frente al lago. Y en ese mismo rango Cuetzálan y Zacatlán, ambos en el estado de Puebla.

En todos esos lugares, y muchos otros, el requisito indispensable ha sido que la cabaña o habitación en la que nos hospedemos tenga una chimenea que funcione, la cual encendemos al anochecer y disfrutamos durante largas horas hasta quedarnos dormidos mientras las brasas se van agotando una a una… Por eso digo que para mí la chimenea ¡es mágica!

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