Movimientos sociales
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¿Está hoy el gobierno mexicano más dispuesto a la negociación con los movimientos sociales de lo que estuvo antes de la alternancia?
POR NANCY CASTRO
A lo largo de la historia de México han existido una serie de movilizaciones sociales de diversos tipos y demandas, a pesar de que la mayoría hayan tenido un desenlace violento y fueron fuertemente reprimidas en pos de la estabilidad y del orden social, aportaron un capital social importante que a la fecha colabora a conformar el ideal de país democrático que aún se está construyendo. Hablar de movimientos sociales es hablar de participación ciudadana por la reivindicación de mecanismos existentes que no son compatibles con el bien común. Con la intención de transformar una situación que se considera injusta para el conjunto de personas involucradas. Los movimientos sociales se caracterizan por sus diversas formas de organización y manifestación. Los movimientos sociales buscan la representación de la sociedad civil desalentada por la partidocracia, refiriéndose esta por ontonomasia a la ejecución del poder en manos de los partidos políticos, en México los partidos políticos gobernantes se desvinculan de las necesidades reales de los ciudadanos, los movimientos sociales denuncian las carencias económicas, de seguridad pública, de corrupción, de derechos humanos y estudiantiles.
Los movimientos sociales buscan la representación de la sociedad civil desalentada por la partidocracia…”
Uno de los fines en los movimientos sociales es poder ejercer el derecho a la libre manifestación. La historia contemporánea no podría comprenderse sin la existencia de luchas sociales contra los autoritarismos, las injusticias y exclusiones generados por el capitalismo. Las movilizaciones sociales contemporáneas son efecto de sus contextos históricos sociales, que demuestran la presencia conjunta de crisis: política, económica, ecológica, humanitaria, de seguridad y/o violencia, etc, etc. A raíz de estas condiciones adversas, el tejido social se debilita y la solidaridad es cada vez menos frecuente en las interacciones sociales.
El desarrollo del México contemporáneo se ha caracterizado por la presencia de movimientos de diversas formas de organización y manifestación, desde la Revolución mexicana, como primer movimiento radical. A mitad del siglo XX experimentó una consecución desde el movimiento obrero, muralista, sindicalista, telegrafista, hasta el del 68, un parte aguas de los movimientos contemporáneos con la inclusión de la clase social menos vulnerable –la clase media– y de los profesionistas. Después del movimiento estudiantil de 1968, el gobierno posrevolucionario empezó a perder las cualidades que le habían posibilitado la permanencia del régimen; esto es, legitimidad, estabilidad y control.
A tantos años de lidiar con diferentes protestas sin resolver, los mecanismos del gobierno para poner orden se habían desgastado, en este sentido, después de lo ocurrido el 2 de octubre en Tlatelolco, el Estado ya no tenía la capacidad para mantener bajo control a los grupos disidentes, pues las prácticas autoritarias ya no funcionaban e iban en aumento. En este lapso de la historia una constante en los movimientos, que atraviesa horizontalmente, es la presencia de la violencia de manera descarada en sus más diversas formas para salvaguardar el orden social, prácticas habituales del régimen.
Una vez perdido el control, el gobierno de turno usaba la violencia estructural que va desde la agresión directa con represión física, tortura, desaparición forzada, a la muerte de miembros del movimiento. La omisión e ignorancia de las demandas, es lo que vive el ciudadano cada día en este país, es este tipo de violencia la que hace explotar sociedades, cada vez con más diferencias sociales y pérdida de la clase media.
Hoy día las necesidades imperan en diferentes aristas, y a cada encuentro con los paradigmas políticos y sociales resurgen demandas que en mucho no han cambiado desde hace 30 años. Desde la reivindicación de los zapatistas por los derechos de los pueblos originarios, Cheran, Atenco, pasando por la denuncia del movimiento #Yosoy132, movimiento por la paz con Justicia y Dignidad, el movimiento de los padres de los 43 alumnos de Ayotzinapa, el movimiento feminista, el movimiento de madres buscadoras. Son movimientos que responden a problemas propios de su sector con necesidades muy específicas. El tema conmina a diferentes preguntas. Estos movimientos se han dado a conocer a través de manifestaciones que han aglutinado a miles de personas en su momento pero, ¿han influido los movimientos sociales en cambios institucionales? ¿Está hoy el gobierno mexicano más dispuesto a la negociación con los movimientos sociales de lo que estuvo antes de la alternancia?
AMLO, en su afán paternalista populista en plena campaña electoral le prometió a los movimientos de padres que se haría cargo del tema de la desaparición de sus hijos, hace dos días el periodista Témoris Grecko, tras dar a conocer la defensa de fuerzas armadas, expresaba su amarga decepción con el cambio de AMLO sobre el caso Ayotzinapa “pasó del compromiso de buscar la verdad y la justicia a renunciar a seguir hasta el fondo de las complicidades a lanzarse en la defensa total del Ejército y de Peña Nieto y a descalificar ya no solo las investigaciones del GIEI y de la fiscalía especial sino también las de la CoVaj –la comisión presidencial que él creó– al asegurar que los crímenes solo son responsabilidad de malosos de nivel municipal y no de federales”.
Para concluir, y hablar sobre el discurso de Claudia Sheinbaum sobre el 2 de Octubre, afirmando que el mejor homenaje que se puede hacer a quienes participaron en el movimiento estudiantil del 68 es el de ganar las elecciones de 2024, pero no solo la presidencia, sino también las candidaturas, senadurías y diputaciones. Es de una soberbia impertinente que un partido político se jacte de un movimiento social. ¡Basta de populismos!