Murallas ‘feministas’
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Foto: Mario Jasso / Cuartoscuro
¿Dónde quedó la empatía presidencial hacia las mujeres y las niñas mexicanas?
POR ITZEL GARCÍA MUÑOZ
Tenemos suficientes barreras por derribar para que las compas
en el poder nos pongan vallas, aunque sean moradas.
Una de las noticias del 8 M fue que se rompió un récord histórico puesto que más de 200,000 mil mujeres marcharon en la Ciudad de México. Y surge una pregunta muy simple ¿por qué si tenemos una mujer presidenta y a muchas féminas en el poder, incluso paridad en el congreso federal, más mujeres y niñas salen a protestar en esta fecha? la respuesta es simple, la condición de las mujeres y las niñas no ha cambiado, cada día en este país siguen asesinando a 10 mujeres por el simple hecho de serlo: la violencia, de todo tipo, no cesa.
Es verdad que simbólicamente es importante que más mujeres lleguen a posiciones de poder. Sin embargo, hasta la fecha, la paridad en el Congreso federal no se ha traducido en un avance en las políticas públicas en favor de las mujeres y las niñas básicamente porque las instituciones no funcionan y las leyes no se cumplen.
Y si bien es demasiado pronto para etiquetar al gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum como feminista, constituyen una contradicción a su discurso en favor de las mujeres el apoyo que brindó a las reformas constitucionales sobre Poder Judicial de la Federación y la ampliación de la prisión preventiva oficiosa, reformas que afectan principalmente al sector femenino.
Una cuestión que también es opuesta a su discurso feminista es el hecho de que la primera mujer presidenta de esta nación permitió que se levantaran vallas metálicas amurallando el Palacio Nacional, sede de su gobierno. Simbólicamente éste tipo de medidas son muy desafortunadas, significan que ni nos ve ni nos escucha…
¿Dónde quedó la empatía presidencial hacia las mujeres y las niñas mexicanas? En este contexto de indiferencia, las protestas del 8 de marzo tienen el efecto de ser una especie de desahogo para las mujeres frente a la violencia, discriminación y desigualdad que padecemos todos los días en todos los espacios. Y es importante poner atención en que la inconformidad femenina se ha normalizado, al igual que la violencia y la desigualdad; y en que nuestras demandas no han sido satisfechas.

En cambio, muchas mujeres que están en la política han utilizado nuestras causas para obtener beneficios personales, de grupo o de partido.
Por ello, desde esta pequeña trinchera hago un llamado a mis compañeras y aliadas del feminismo para elevar el nivel de exigencia. Necesitamos que quienes toman decisiones de política pública realmente nos representen y estén comprometidos con la defensa y garantía de nuestros derechos.
Cuando la lucha feminista se partidiza, se contamina. La causa de las mujeres es colectiva y debe estar por encima de toda clase de intereses.