Ciudad de México, mayo 2, 2024 19:42
Revista Digital Julio 2020

Vecinos en Cuarentena / Noventa y nueve días

No obstante, entre mis cuatro muros como crujía o monasterio, empecé a comprender que lo único que me quedaba era trabajar en mi persona y seguir adelante con mis proyectos de vida. Convoqué a mis amigos y comenzamos a trabajar, lentos pero seguros, en nuestros asuntos para el día que se pueda abrir nuevamente el telón y se vuelvan a encender las luces.

RAFAEL PARDO ORTIZ

Han pasado 99 días, 19 horas y 25 minutos que no veo la luz del sol ni respiro aire fresco, sin ver ni recibir a nadie, por una condición especial de salud que exige que mi confinamiento sea extremo. Con excepción de mi querida amiga Marcela, que prácticamente con escafandra a doscientos metros de distancia viene dos veces a la semana a leerme un poco.

Mi socio Mauricio Bonet y yo teníamos todo para estrenar una magnifica puesta en escena el próximo mes de febrero de 2021, en la que llevábamos más de año y medio de trabajo. De repente, como una ola que te cae, el mundo se paró. Se pospuso nuestra fecha de estreno y todos los creativos involucrados tuvimos que parar sin saber cuándo volveremos a recomenzar. Independientemente de ello, en diciembre próximo cumpliríamos 32 años ininterrumpidos de la Tradicional Pastorela Mexicana del Claustro del Instituto Cultural Helénico, la cual cada vez veo más lejos de poder llevar a cabo.

Además, me llenó de frustración ver a médicos que juegan a ser políticos y políticos que juegan a ser médicos, llenos de pifias y desacuerdos, informaciones cruzadas que sólo nos han llevado a más contagios y más muertos, sin importar el dolor y la tristeza que produce el ver a tantas familias desesperadas, llenas de dolor por la pérdida de sus seres queridos o las que han perdido su trabajo y prácticamente no tienen qué comer.

No obstante, entre mis cuatro muros como crujía o monasterio, empecé a comprender que lo único que me quedaba era trabajar en mi persona y seguir adelante con mis proyectos de vida. Convoqué a mis amigos y comenzamos a trabajar, lentos pero seguros, en nuestros asuntos para el día que se pueda abrir nuevamente el telón y se vuelvan a encender las luces. También comencé a repasar las cuestiones en que debía mejorar, ser más cuidadoso, cauteloso y tomar más conciencia, entenderme más y a los que me rodean. Esto no ha sido fácil, pues implica un trabajo de cognición aunado a mi forzosa vida célibe, que compenso con meditación y Taichí, que aparte de los beneficios ya conocidos, me han permitido estirarme cual gato pardo. Además, tomé la decisión de dejar fluir mis emociones libremente, lo que me ha llevado a tener momentos de tristeza y no saber en dónde estoy parado. Lo único que sí les puedo asegurar es que al salir de este confinamiento veo la luz de la vida que me está esperando para vivir y gozarla, intensamente. Agradezco todas las bendiciones que tengo y estoy seguro que el día que esté fuera, lo mejor que podré recibir y dar, para crear y crearme un mundo mejor, es llenarme de amor.


Vecino de la colonia Extremadura Insurgentes. Director y productor de teatro.

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