Ciudad de México, octubre 9, 2024 13:52

LETICIA CALDERÓN CHELIUS

El arte de gobernar es una suerte de equilibrio que implica que los gobernantes  busquen maximizar su beneficio en el uso del poder pero a cambio de ofrecer algo de las promesas que hicieron en tiempos de campaña. Cuando esto no ocurre todo se torna muy extraño y en lugar de estar ante políticos profesionales nos encontramos con merolicos que buscan convencer al público de que compre sus productos milagro, nomás así, porque ellos lo dicen.

Esto lo digo a propósito de la falta de oficio político y simplificación extrema de la capacidad de liderar a una comunidad por parte de los funcionarios de la Delegación Benito Juárez que en un acto francamente incomprensible han insistido en instalar sus ya famosas BeJotas por toda la demarcación.

No me quiero detener ahora a discutir si costaron 5 millones todas las letrotas o si cada una costó 960 mil pesos como se ha dicho en otros medios de comunicación, porque la información no es pública y lo que hasta ahora se sabe son solo partes de investigaciones que han ido obteniendo vecinos en lugar de que esto apareciera en el portal de la Delegación con nombres y apellidos de  distribuidores, beneficiarios del proyecto, tiempos y objetivos de la licitación que le dio sentido, etc.

A lo que quiero llamar a la reflexión es al punto con el que abrí este comentario. ¿No creen ustedes que la imposición de las BeJotas es un sinsentido político?, ¿algo así como ponerse la soga al cuello sin necesidad alguna?

Como recordarán muchos, los funcionarios de la Delegación ya traían sobre sí el cuestionamiento de su honestidad en duda por la vendimia en que han convertido el metro cuadrado de cada una de nuestras calles, ofreciendo el uso de suelo al mejor postor revestido de inmobiliaria con nombre (cosa chistosa) casi siempre en inglés.

Ese tema que todos mencionábamos y sobre el que no hay nadie que pueda decir que se libró de que le hayan construido un nuevo edificio que rompe las normas de construcción básica sea junto a su casa, en su calle o en las partes que circula de esta Delegación, explotó con el sismo de septiembre pasado. Con esa tragedia no quedó duda de la falta de escrúpulos de quienes tienen a su cargo este tema que ha enriquecido a rabiar a varias generaciones de egresados de las mismas filas.

La violación a la leyes de construcción que provocaron muchas de las tragedias que llenó las primeras páginas de diarios de circulación nacional e internacional parecía ser un golpe directo que obligaría a los funcionarios a cargo a mostrar un poquito de respeto a los deudos y a los vecinos en general en el manejo eficiente del presupuesto.  ¿Pero que creen? No pasó nada.

Los funcionarios cuestionados siguen ahí, despachando felices y seguramente terminando los negocios que traen entre manos y que les urge que concluyan antes de que acabe esta administración.  Solo por mencionar un ejemplo ahí está la muy dudosa negociación para privatizar a toda prisa el Deportivo Gumersindo Romero, #ElGume ubicado en la col LetranValle cerquita del parque de los Venados, caso que ejemplifica esa ruta de buscar un aparente beneficio cuando en realidad es solo un pretexto para permitir el famoso “moche” a los funcionarios que aprueban estas y tantas otras obras que todos vemos y sobre lo que hemos hablado desde hace años.

Y es ahí donde el tema de las BeJotas se vuelve una incógnita hasta para los más aptos. Si les digo que estos señores políticos están cuestionados por varios frentes y desde hace varias administraciones, ¿como para qué insistir en instalar las letrotas, abrir un nuevo tema de debate, hacerse visibles a vecinos y ciudadanos de otras demarcaciones?  ¿Cuál es la utilidad política de confrontar a grupos de vecinos y aún más, cuál es la estrategia de generar un movimiento que abarca toda la delegación porque como han puesto las BeJotas en todas partes, nadie se puede hacer el que no las ha visto y menos alegrarse de que usen su dinero para eso mientras seguramente enfrente de sus casas no barren su calle, asaltan, o faltan luminarias, por decir lo más leve porque con los estragos de los sismos mucho serviría el dinero de esas letrotas hasta para agilizar la remoción de escombros.

La verdad en mi larga experiencia nunca había visto algo parecido: Que la propia autoridad, ella misma, se esmerara en construir las condiciones para lograr que surja un tema en común pero en contra de la misma autoridad.

La teoría política más básica dice lo contrario y aun más en tiempos preelectorales,  no generar mayorías contrarias, no provocar temas que aglutinan a aliados y adversarios, no sumar negativos.

Lo único que me hace pensar esta actitud tan envalentonada de insistir en que las letras van porque van, es que los encargados del barco prefieren sacar el mayor recurso posible de las arcas públicas antes de la retirada y por eso les vale un sorbete generar consensos.

Ningún tema en la Delegación Benito Juárez enardeció a tantos de tantos rumbos, ni siquiera las consecuencias de los sismos que muy pronto se volvieron, desafortunadamente, un tema de preocupación y acción sobre todo de los directamente afectados.

La ironía es que tal vez la imposición de las letrotas del joven delegado con su estilo retro setentero habrán hecho el milagro de que vecinos de todas partes se conozcan, establezcan redes y sobre todo, que seamos conscientes que detrás de las letras algún funcionario y político con peinado engomado se está riendo (de usted y de mi), al mismo tiempo que compra su nuevo depa en Miami.

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