Ciudad de México, abril 20, 2024 05:26
Opinión Francisco Ortiz Pinchetti

POR LA LIBRE / Hacer comunidad

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Es importante partir de la autocrítica para valorar realmente nuestro entorno y, en consecuencia, avanzar hacia la formación de una auténtica comunidad.

POR FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI

Once vecinos de la colonia Del Valle, en su mayoría periodistas o comunicadores, aportan sus testimonios sobre lo que significa formar parte de esta comunidad y enriquecen enormemente la edición digital de Libre en el Sur correspondiente al mes de noviembre.

En sus textos, con diferentes matices y desde diferentes ópticas, ellos describen en general una comunidad dinámica y progresista cuyo entorno urbano permite una convivencia grata y recientemente más segura. Hablan de los parques, de las facilidades de movilidad, de la privilegiada ubicación geográfica de su colonia, pero sobre todo destacan aspectos cotidianos que dan sentido a la vida.

En su mayoría, los autores de esos textos no son oriundos de la Del Valle, sino que llegaron a vivir en ella hace dos, tres décadas apenas. No obstante se refieren a su colonia ya con un dejo entrañable, afectivamente positivo, y sobre todo la hacen suya.

Podría sumarme por supuesto a esas apreciaciones y a ese sentimiento. Vivo en la Tlacoquemécatl del Valle hace ya cuarenta años y la siento absolutamente mía. Soy de aquí. Al igual que mis vecinos, me parece un privilegio vivir en esta comunidad urbana a la que se ha denostado recientemente desde el púlpito de Palacio Nacional, descalificando a sus habitantes de manera absolutamente injustificada.

La respuesta que a través de Libre en el Sur dan los vallesinos a esas agresiones, pienso, no deben considerarse como simple reacción ante los dichos del Presidente. Me parece que es importante que sea más bien la afirmación de una identidad apenas incipiente, del sentido de pertenencia a una comunidad relativamente joven, a diferencia de otros barrios capitalinos y aún de la propia alcaldía Benito Juárez con raíces profundas y larga tradición, como Tacubaya, Peralvillo, Tacuba, Tlalpan,  Xochilimlco o Mixcoac.

La Del Valle tiene apenas poco más de un siglo de haber nacido como colonia, con el fraccionamiento de terrenos labrantíos que pertenecieron a grandes haciendas como la de San Francisco de Borja, propiedad de la Compañía de Jesús.  El supuesto origen porfirista que equivocadamente se le quiere atribuir, se limita a unas cuantas mansiones d descanso que personajes de este período histórico tuvieron en las inmediaciones de nuestra actual colonia, que por cierto ha vivido una radical transformación urbana a raíz de la proliferación de desarrollo inmobiliarios, muchos de los cuales no cumplen cabalmente con la normatividad. Ez un hecho que la mayoría de las viejas y bellas casonas de estilo Colonial Californiana han desaparecido para dar lugar a modernos edificios de condominios.

Es importante, empero, partir de la autocrítica para valorar realmente a nuestro entorno y, en consecuencia, avanzar hacia la formación de una auténtica comunidad. Es cierto que un rasgo todavía distintivo de nuestra comunidad es el individualismo, que se manifiesta en indiferencia, indolencia y hasta complicidad ante una problemática común que debiera ser enfrentada de manera solidaria.

Un mero ejemplo es la actitud de no pocos vecinos –y visitantes, hay que reconocerlo– en la afectación de nuestros parques, al tirar basura en las áreas verdes o no respetar la Ley en cuanto a mantener a nuestras mascotas con correa en la vía pública y no permitir que destruyan las áreas enjardinadas.

Otro es la apropiación de espacios públicos para fines particulares, lo que incluye el solapamiento de infracciones que cometen terceros, como los inefables franeleros y los vendedores ambulantes que a pesar de todas las promesas subsisten en algunas zonas de la colonia.

Y sobre todo, la necesidad de que esa apenas naciente “identidad juarense”, en referencia a nuestra alcaldía, profundice y se manifieste en el cuidado cotidiano de nuestros jardines, nuestros árboles, nuestros vestigios históricos y nuestra diaria convivencia. Ese es el reto. Válgame.

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