Largo discurso que confirma la continuidad
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Claudia Sheinbaum en el Zócalo. Foto: Mario Jasso / Cuartoscuro
“En el Zócalo se corroboraron las complicidades transexenales; la demagogia será el fundamento de la práctica cotidiana y de la comunicación con un pueblo adormecido”.
POR GUILLERMO FABELA QUIÑONES
La concentración masiva en el Zócalo el pasado sábado permitió confirmar que la continuidad del régimen de la Cuarta Transformación está asegurada. No podía ser de otro modo, teniendo en cuenta que ningún mandatario, desde el triunfo de la Revolución Mexicana, había tenido bajo su control todas las instituciones públicas, pues se tenían reglas que permitieron un presidencialismo autoritario, pero que garantizaba la estabilidad política y económica, sexenalmente. La primera de ellas, la más eficaz, era la ley no escrita del relevo pendular que favoreció la movilidad de la sociedad, con estricto respeto a las políticas fundamentales del Estado.
El discurso de la presidenta Sheinbaum, teniendo a sus espaldas, en la primera fila del presídium, a los gobernadores más cuestionados por sus hechos y formas de conducir el curso de sus administraciones, no dejó dudas de que al frente del sistema político continúa el fundador del movimiento. La actual mandataria no representa un riesgo para el proyecto de su mentor y guía, con todas las implicaciones que se derivan de esta vinculación. Como en sus anteriores alocuciones en el mismo escenario, se dedicó a elogiarlo y señalar, por si hubiera dudas, que su gobierno sigue los cauces que abrió su antecesor, sin una mínima desviación.
Lo que también se corroboró es que las complicidades transexenales se mantendrán sólidamente; que la demagogia será el fundamento de la práctica cotidiana y de la comunicación con un pueblo adormecido e inmovilizado; que cualquier desviación o mínima intención autocrítica será castigada; que no se admitirá una leve modificación al principio de que, por encima de la capacidad para un puesto, está la lealtad. Este será, a no dudarlo, el punto desde el cual se podrá vislumbrar si la actual inquilina de Palacio Nacional tiene una mínima voluntad para ejercer el poder, como lo reclaman las clases medias, el sector social que su antecesor considera “peligroso”.
Otro punto del mayor interés es la impudicia para deformar la realidad, tal como lo hizo siempre el fundador del movimiento. Los autoelogios sin ningún recato, a sabiendas de que la población beneficiaria de la política asistencialista y clientelar, se siente obligada a aplaudir y apoyar al gobierno, no porque se le pida expresamente, sino por su condición de ciudadanos indefensos y sin criterio propio. La amplia exposición está llena de ejemplos en tal sentido, baste referirse a unos cuantos para demostrar lo anterior. Dijo, sin ruborizarse: “La Austeridad Republicana significa reducir los privilegios y destinar los recursos públicos para beneficio del pueblo. En nuestro país, donde la mayoría de las y los ciudadanos viven con un salario mínimo que alcanza (sic) para cubrir lo más básico, no puede haber justificación moral, ética ni política para que quienes sirven al pueblo vivamos rodeados de lujos y privilegios; mucho menos si se asumen como parte de un movimiento que hemos prometido, desde nuestro origen, poner fin a los abusos del poder y transformar la vida pública de la nación”.
Más adelante continuó: “Se trata de construir o seguir construyendo una nueva ética desde el poder, donde el servidor público entienda que no está nunca por encima del pueblo, sino al servicio del pueblo; que gobernar no es para tener privilegios, sino es una responsabilidad profundamente humana. En este camino, el principio juarista de la ´justa medianía´ debe ser faro y debe ser guía”. Seguramente, quienes la escuchaban en el presídium, con algunas pocas excepciones, deben haber sentido un gran alivio: se les estaba dando una autorización tácita para seguir actuando como están acostumbrados.
Dedicó un amplio espacio de su arenga, a deslindar la política económica del régimen de la neoliberal, como si realmente fueran diferentes una y la otra, tema del que nos ocuparemos en otra entrega periodística. Aquí nos ocuparemos de lo más preocupante por sus implicaciones políticas y sociales para las nuevas generaciones de mexicanos, como lo que llamó falacias de los adversarios de la Cuarta Transformación. Puntualizó algunas: “Una de las mentiras más socorridas y recientes es que ´México es cada vez menos democrático’; como si el México del pasado hubiese sido democrático”.
Pasó a enumerar hechos que prueban la falta de democracia en el pasado: el fraude electoral de 1988 contra Cuauhtémoc Cárdenas; el desafuero de López Obrador, “una de las acciones más autoritarias de la historia reciente; el fraude electoral del 2006; la compra masiva de votos en el 2012, por mencionar algunos… Siempre hemos luchado por la democracia y lo seguiremos haciendo. Gracias a la transformación, hoy existe plebiscito y la revocación de mandato, además de elecciones libres, limpias para el pueblo de México. Este año, entre todas y todos, elegimos el nuevo Poder Judicial. La democracia, decía Abraham Lincoln: “es el poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Como si las elecciones de junio para elegir el nuevo Poder Judicial, no se hubieran caracterizado por su ilegitimidad en todo el proceso, que culminó con una burda intromisión de los poderes Ejecutivo y Legislativo a fin de asegurar la voluntad expresa del ex mandatario de sumar los tres poderes a su proyecto de nación. El uso de los llamados “acordeones” quedará registrado en la historia como la prueba más evidente del concepto que tiene de la “democracia” la cúpula del llamado Movimiento de Regeneración Nacional. Aunque tamaña burla al pueblo sea olvidada por tanta demagogia, siempre será recordada como la muestra más obvia de los excesos a los que puede llegar un grupo en el poder con tal de conservarlo.
Otras “falacias” a las que se refirió para refutarlas fueron, en este orden, que el gobierno de la Cuarta Transformación es represor: “¡Falso! Siempre hemos luchado contra la represión y actuamos en consecuencia. Nunca hemos reprimido al pueblo. Y si un servidor público se sobrepasa, es sancionado. La represión se dio en la época del PRIAN: la de los maestros, la de Atenco, por mencionar algunas”. Que no hay libertad de expresión. “¡Falso! Calumnian y critican al gobierno en medios, redes, y no hay un solo acto de censura que hayamos cometido. Se respeta la libertad de expresión, de prensa y de manifestación”.
No se necesita el uso de la fuerza bruta para reprimir las ideas, sino la capacidad del Estado para sancionar a quienes critican sus acciones autoritarias, como por ejemplo el retiro de publicidad a los medios, las “sugerencias” a que se ejerza una sutil autocensura para evitar problemas entre ambas partes. El respeto a las manifestaciones, lo hemos visto, es una de las tácticas para provocar incertidumbre entre la población, a fin de que se caiga en la desesperación y con ello surjan el miedo, la frustración y que se quiera recurrir a la violencia social de manera desorganizada, como lo vemos todos los días hasta en la Ciudad de México, y en muchas del país con plantones y marchas que llegan al absurdo, por el número de participantes y por motivos nimios que sin embargo afectan a “los que menos tienen”.
Párrafos adelante siguió: “Una mentira más: ´que no se apoya a los jóvenes’. ¡Falso! Ellos fueron los que cerraron los espacios para la educación y el empleo, cuando ellos los llamaron ´rechazados´ o ´ninis´. Ahora hay becas, se construyen más escuelas y se apoya a los jóvenes que construyen futuro… Una calumnia más: que ´los gobiernos de la transformación están vinculados con grupos delincuenciales´. ¡Falso! Fueron ellos los que iniciaron una supuesta guerra contra el narco y pusieron al frente a García Luna, que hoy está preso en Estados Unidos”.
Dejando de lado la supuesta división con los del PRIAN (como si el partido hoy en el poder no contara entre sus filas a ex militantes de ambos partidos), quien ha cerrado espacios a la educación es la Cuarta Transformación, los hechos lo avalan: las que llama escuelas “construidas” por Morena, no cumplen con las condiciones básicas requeridas, de capacidad, funcionalidad, equipamiento suficiente, maestros dedicados a su profesión. La causa es una: la educación pública no cuenta con los recursos fiscales para satisfacer las necesidades de la población que la demanda. Nunca, como en este régimen, se había reducido tan dramáticamente la asignación presupuestal anual al ramo educativo.
Lo mismo sucedió con la salud pública, ambas actividades prioritarias de todo Estado que se preocupa realmente por el desarrollo social. La justificación para dar ese paso fue la Austeridad Republicana, que “significa reducir los privilegios y destinar los recursos públicos para beneficio del pueblo”. ¿Qué mayor beneficio puede dársele al pueblo que garantizar su pleno derecho a la salud y la educación? ¿Por qué entonces, se pregunta el ciudadano que no lo comprende, se reduce el presupuesto de modo que se les paraliza y se estanca su labor, como es el caso desde el año 2019? Afirmar, como lo hizo la mandataria, que “inició el programa Salud Casa por Casa para todas y todos los adultos mayores, y se está acompañando con medicamentos gratuitos en las Farmacias del Bienestar”.
Si se hiciera un estudio riguroso sobre tal afirmación, se podría confirmar que se trata de una fantasía: ese “programa” es irrealizable, ni triplicando el número de Servidores de la Nación sería suficiente para llevarlo a cabo, de acuerdo con expertos en el tema. Y las tales “farmacias” son en realidad pequeños quioscos o puestos para vender verduras, anexos a hospitales del sector público. Es fácil corroborarlo. Aun así, afirmó: “En la atención a la salud, estamos mejorando todos los días… Salud universal para todos los mexicanos. Estoy segura que lo vamos a lograr. El acceso a la salud es un derecho del pueblo de México, no un privilegio o una mercancía”.
Si tal fuera el caso, no se habría modificado la Ley General de Salud que incluye la Salud Mental, en mayo del 2022, para que el gobierno delegara esa labor tan especializada en las propias familias, la mayoría de las cuales no cuenta con recursos para atender enfermos mentales. De ahí el incremento exponencial de hechos violentos “inexplicables”, en hogares y en las calles. Una vez que se confirma su estado de salud se les abandona. Lo paradójico es que se utilizó como argumento la defensa de los derechos humanos de los pacientes.
Finalizó diciendo: “Somos mexicanas y mexicanos que seguimos convocando a consolidar el renacimiento de México y a no perder, sino que, al contrario, avivar aún más, la llama de la esperanza. ¡Ánimo! ¡México es ejemplo ante el mundo y seguimos haciendo historia”. El tiempo dirá su veredicto definitivo. Lo que deja un mensaje, no de esperanza, es el abrazo tan efusivo a dos personajes de sobra conocidos que habían sido relegados: Adán Augusto López y Andrés López Beltrán.

















