DAR LA VUELTA / La basura y sus misterios
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.
Virgen para impedir que tiren la basura, en Mixcoac. Foto: Ana Cecilia Terrazas
¿Cómo no se nos ocurre que en el próximo paseo la basura seguirá ahí acumulada sólo que ahora con su mugrosidad vengativa nos hará el paseo menos lindo, más contaminado, menos amable?
POR ANA CECILIA TERRAZAS
Una se pregunta, ¿para qué se molestaron en hacer tantas jardineras con diseño a un costado del Wallmart-antes-Detodo, de Félix Cuevas, sobre la calle de Elefante?
Con mucho más esfuerzo que quizá el que tomara guardar la basura y ponerla en su lugar llegando a casa, hay quien acomoda en el interior de esas formas piramidales, cuidadosamente, los residuos de su comida, sus compras, su vida. Otras personas simplemente lanzan platos de unicel (desechables dentro de un millón de años), servilletas sucias o el PET de sus refrescos (con Exceso de azúcar como dice su etiqueta).
Dar la vuelta es fascinante salvo cuando una se fija solamente en los montoncitos producidos por los avientacolillas, sueltakleenex, tiracubrebocas o lanzaempaques-al-piso. También duele ver a quien adora al perro, pero no levanta. ¿Qué no pensará, aunque sea en el colmo del egoísmo, que tanto él como su propio perro pasarán por ahí, en próxima ocasión, poniendo en riesgo sus zapatos, las patitas?
La basura y nuestra educación nacional con relación a ésta siempre me ha parecido un misterio. ¿Por qué pensamos que sacarla y dejarla en la banqueta, tirarla en un rinconcito, arrojarla al espacio público, equivale a desaparecerla, desintegrarla o apartarla para siempre de nuestras vidas?
¿Cómo no se nos ocurre que en el próximo paseo la basura seguirá ahí acumulada sólo que ahora con su mugrosidad vengativa nos hará el paseo menos lindo, más contaminado, menos amable?
Si a usted le tocó la campaña setentera de Ponga la basura en su lugar, seguro pertenece al club de quienes consideramos insólito que se haya olvidado por completo ese mensaje.
La harta-tanta-basura, aventada ahí nomas, contrasta mucho con un contexto y mundo que gritan de mil maneras la urgencia por ser más sostenibles o moriremos ahogados en nuestros propios desperdicios.
Eso sí, lo más misterioso (¿o será lo menos?) del ejercicio de colocar la basura en donde no va o no debe ir es que, quienes se ven afectados en primera persona por el acumulamiento residual enfrente de su acera, saben muy bien que a la Virgen de Guadalupe esta situación no le parece nada buena. Es por eso que surgen, con frecuencia generosa, espontáneos altares urbanos procurando amedrentar a los arrojadores profesionales de basura.