Nomás no ‘pega’ el ahuehuete de Reforma; sería retirado en cinco semanas
El ahuhuete,que se seca. Foto: Victoria Valtierra / Cuartoscuro
El ejemplar sustituyó a la Palma de Reforma con la ocurrencia de una encuesta por internet
Contrastantemente, crecen vigorosos en San Pedro de los Pinos siete ahuehuetes, sembardos con semillas de la cepa original de Moctezuma II
Habían insistido los funcionarios de Sedema en que el árbol se encontraba en “adaptación” porque el ahuahuete es un árbol que tira follaje; ahora queda solo la esperanza de la primavera.
STAFF / LIBRE EN EL SUR
Un capricho político de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, de seleccionar con una encuesta poco seria por internet para determinar la especie con la que debería ser sustituitída la centenaria Palma de Reforma, que murió por la invasión de un hongo, está a punto de fracasar.
Efectivamente, el ahuehuete o que se colocó en la glorieta del Paseo histórico, y que ha quedado rodeado de un memorial imprivisado por familiares de desaparecidos, tiene sus días contados, y si en cinco semanas no lo salva la primavera, será retirado. Ello, después de que los asesores de la Sedema y los propios funcionarios insistieron una y otra vez en queel árbol no moriría, sino que se trataba de un mero proceso de “adaptación”.
La Sedema informó en un comunicado que luego del último recorrido encabezado por la doctora Marina Robles García, titular de la Sedema, en la Glorieta de Paseo de la Reforma, el ingeniero Adrián Cavazos Cavazos, dueño de Viveros Regionales, previó –todavía– que el ahuehuete plantado en la rotonda recupere su follaje en la próxima primavera.
“Como lo hemos estado haciendo, venimos a revisar las condiciones del ahuehuete y a tener una opinión más de los ingenieros que han estado monitoreando, revisando y atendiendo al ahuehuete junto con nuestros técnicos para poder darle las mejores condiciones a este árbol y para poder darle tiempo de que se convierta en un árbol hermoso para la Ciudad de México”, mencionó la doctora Marina Robles.
El experto en producción de ahuehuetes y propietario de las zonas productivas de Montemorelos, Nuevo León, donde se produjo el ahuehuete donado a la capital del país, reiteró que es normal que el árbol de 20 años de edad pierda sus hojas, ya que es una especie caducifolia.
“Los sabinos, como se les conoce en el norte, son caducifolios, esto significa que tienen la capacidad de tirar el follaje o desvestirse; es una protección del Taxodium mucronatum que resintió estrés físico y entró en dormancia (un estado de reposo), pero nos va a brotar”, precisó.
Para la mejor adaptación del árbol, especialistas recomendaron mantenerlo en aislamiento, lo que ha permitido disminuir las diferentes presiones a las que el ahuehuete ha estado sujeto, como la compactación del suelo y accidentes automovilísticos. Además, para garantizar su desarrollo y crecimiento, el ahuehuete ha recibido tratamiento, como la aplicación de fungicidas y fertilizantes orgánicos.
Debido a que ha recibido los cuidados adecuadamente, según aseguró, Adrián Cavazos prevé que el brote de hojas sea en febrero o marzo, ya que además de humedad, habrá condiciones de temperatura ambiental, presión barométrica y temperatura de suelo.
La historia es sumamente contrastante con la que da cuenta de la iniciativa de vecinos que ahora mismo gozan de los ahuahuetes sembardos solo con semillas nativas por ellos mismos en San Pedro de los Pinos, de la cepa original de Moctezuma II, un relato publicado por Libre en el Sur el 2 de julio de 2022. Aquí la reproducimos:
El milagro de los ahuehuetes en San Pedro de los Pinos
En el centro de un pequeño basamento piramidal con un águila ornamental de piedra brotaba un manantial de agua en el que se bañaban las hijas del emperador azteca Moctezuma II. De él no quedó piedra sobre piedra cuando en 1922, al construir la colonia San pedro de los Pinos, el vestigio fue demolido y retirado en partes para edificar las primeras casas. Hoy ese lugar es ocupado por un pozo de agua que aún funciona. “Nos bañamos con el elixir del emperador”, vacila el historiador Emilio Arellano, que realiza un recorrido con los reporteros de Libre en el Sur. De hecho este territorio perteneció a la segunda hija de Moctezuma, María Xipaguazin, que más tarde fue capturada por las milicias de Hernán Cortés y llevada a España como rehén y luego se convirtió en pareja de un barón catalán.
El islote, que con los siglos se convirtió en el parque Miraflores de dicha colonia, era uno de los muchos de la zona a los que rodeaban canales por los que llegaban canoas desde Tenochtitlan. Las herederas de Moctezuma eran llevadas ahí por sus doncellas y bañadas con el agua perfumada con flores. Al terminar, retomaban el viaje a través de las regueras del lago milenario para acudir a los rituales en honor de Mixcóatl, cuyas ruinas permanecen hasta nuestros días a un costado del Anillo Periférico, en los confines de San Pedro.
La historia del ojo del agua –poco conocida incluso entre los habitantes de San Pedro—, se entrelaza con otro relato todavía más misterioso. Aunque la siembra del famoso Ahuehuete de Chapultepec ha sido adjudicada a Nezahualcóyotl, se ha podido constatar con pruebas de Carbono 14 que el árbol data en realidad de tiempos de Moctezuma, el noveno emperador azteca que gobernó de 1503 a 1520. La cepa de ese árbol, Moctezuma-CEPAE, es considerada el símbolo de la nación mexicana, que hoy es por cierto políticamente sobre explotada por la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, que sustituyó con un ejemplar la palma canaria malograda en la glorieta de Reforma.
Pero resulta que a partir de 1902 se detectó que dicha especie de ahuehuete estaba al borde de la extinción. Fue entonces cuando José Ramírez Mateos, presidente del Ayuntamiento e Ciudad de México en 1903; y el naturalista Román Ramírez Mateos, maestro fundador de la Escuela de Agricultura de Chapingo, ambos hijos del insigne Ignacio Ramírez, mejor conocido como El Nigromante, realizaron una investigación botánica y forestal en las cercanías de la capital mexicana para localizar especímenes de la especie endémica de ahuehuetes.
Ellos se encontraron con la sorpresa de que en realidad sobrevivían unos pocos: El de Chapultepec, que finalmente pereció en 1969, así como ejemplares localizados en Tacubaya y el que se ha considerado “el verdadero árbol de la noche triste” en el pueblo de Totoltepec, Estado de México. Otros ejemplares se encontraron en el Santuario de Chalma, en la casa del cura Miguel Hidalgo en Dolores, que él mismo plantó, y en el ex convento de Churubusco.
En 1904, Miguel Ángel de Quevedo, “El Apóstol de los Árboles”, logró la reproducción original de la cepa Moctezuma, con lo que se logró evitar su extinción definitiva. Hoy los Viveros de Coyoacán, que han contado con el apoyo de los expertos de la Escuela de Chapingo, son un ejemplo único en el mundo por su personal capacitado en la siembra y reproducción de estas especies.
El 21 de febrero de 2014, Luis Munguía, entonces coordinador vecinal de la colonia San Pedro de los Pinos, gestionó la plantación de 150 ahuehuetes, donados a Emilio Arellano –descendiente de los Ramírez—para ser plantados en el parque de Miraflores a fin de reconocerle al sitio el origen azteca de aquel islote en que se bañaban las hijas de Moctezuma. Se consideraba que el terreno húmedo de 7,493 metros cuadrados era propicio para su crecimiento. Frustrada la propuesta por razones poco aclaradas, hoy se encuentran sin embargo, vigorosos y en crecimiento, siete hermosos ahuehuetes de la cepa originaria.
Y probablemente las generaciones que vivan en 500 o 1000 años los disfrutarán en toda su altura y esplendor y se preguntarán cómo es que llegaron ahí.