Ciudad de México, abril 25, 2024 04:23
Revista Digital Enero 2022

Cartas a los Reyes Magos / De caballos, camellos y elefantes

Me gustaría un mundo sin erratas, un país sin correcciones y un entorno de perfecta sintaxis.

POR OSWALDO BARRERA FRANCO

Si tuviera que pedirles algo a aquellos reyes magos que a principios de enero acostumbraban visitar la casa de mis padres, recibidos con las debidas galletas para sus altezas y agua para sus animales, comenzaría por una buena dosis de humor, a fin de sobrellevar lo que viene, porque tomarse las cosas con una sonrisa sería una buena forma de burlarme de los desfiguros y las complejidades de una realidad pospandémica que aún se hace rosca.

También me gustaría un mundo sin erratas, un país sin correcciones y un entorno de perfecta sintaxis, pero eso sería darme un tiro en el pie. Verán, soy corrector (de estilo a medias, porque tampoco tengo por qué meterme con las sutilezas de la moda) y eso significa que me dedico a perseguir muletillas, anfibologías, faltas de concordancia y errores ortográficos de todo tipo y vileza, por lo que dependo de las fallas constantes de quienes abordan la redacción de sus textos con profunda convicción, pero con cierta ingenuidad en ocasiones.

Quienes nos dedicamos a este oficio seguiremos requiriendo de los autores que confíen en nuestro buen ojo y experiencia para componer aquellos textos que, más allá de milagros navideños y cartas a los reyes magos, necesiten una manita de gato (montés, a veces) y en los que señalemos inconsistencias que harían dudar al más confiado. Por lo que, si las mágicas majestades de la edición lo consideran apropiado, ojalá nos den mucho trabajo los próximos meses.

Y para no quedarme sin un modo honesto de ganarme el pan, optaré por incluir en mi humilde solicitud lo siguiente: que los espléndidos monarcas tengan a bien concedernos el don del entendimiento mutuo, para que podamos llegar a acuerdos sin tanta consulta, elegir lo que convenga mejor a esta nación de múltiples identidades y convenir en que, aunque diferentes, tenemos la capacidad de coincidir; que sus exóticas magnificencias nos llenen de la capacidad de sentir empatía y entender que hay varias formas de ver lo que nos rodea, sin que unas sean necesariamente mejores que otras; que con su regia indulgencia nos den la inteligencia suficiente para discernir lo justo de lo caprichoso, lo proporcionado de lo superfluo, lo auténtico de los datos a modo, hablando en términos de corrección ortotipográfica y social.

Espero que todo esto quepa en mi zapato y que los reyes magos nos visiten desde el Oriente sin temor a represalias o engorrosos trámites migratorios, porque luego uno anda con aspiraciones desmedidas y otras fruslerías similares, sin importar que se viva en casa de barrio de añejas costumbres o residencia en colonia de pedigrí.


Corrector de estilo.

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