Ciudad de México, abril 25, 2024 22:42
Opinión Rebeca Castro Villalobos

La esperanza y sus pruebas de vida

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Hoy leí y me cayó el veinte que en las pruebas de la vida, como viene siendo  esta maldita pandemia, existe una forma de cómo encontrar la fe y la esperanza. Que los médicos, esos que tratan problemas mentales advierten que uno de los principales males de esta época, es el dejarse derrotar fácilmente y perder la esperanza y es superando obstáculos que se recobra. Debemos pues estar conscientes que cuando la esperanza muere, hay muy pocas posibilidades de que la fe y la caridad sobrevivan.

 POR REBECA CASTRO VILLALOBOS

Como cualquiera, una tienen sus altas y sus bajas, hablando de estados de ánimo; yo me sincero: en mi caso, predominan las bajas.

Sin embargo, hoy, nublado y con lluvia –días que me caen como patada de mula y me hacen correr y casi meterme abajo de la cama–, el clima no ha causado estragos porque impera desde esta mañana, después de mis rezos habituales, una sensación de esperanza.

Y no se trata de estar contenta y/o animada; al contrario mis oraciones como lo han sido en estos últimos meses, van encomendadas a conocidos y parientes que han dejado este mundo, lo cual no es nada agradable;  también van esas plegarias para los que padecen algún mal o sufren en las actuales circunstancias. Y les confieso que el saber de más pérdidas me acongoja y quebranta mi corazón. (Aquí hago un paréntesis por Gilberto Sandoval, un gran ser humano y excelente esposo, padre y hermano. En paz descanse).

En fin, hoy leí y me cayó el veinte que en las pruebas de la vida, como viene siendo esta maldita pandemia, existe una forma de cómo encontrar la fe y la esperanza.

Que los que médicos, esos que tratan problemas mentales, advierten que uno de los principales males de esta época, menos evidente en los jóvenes, es el dejarse derrotar fácilmente y perder la esperanza y es pues que superando obstáculos que se recobra.

Parte también de lo que hoy aprendí es que cuando la esperanza muere, hay muy pocas posibilidades de que la fe y la caridad sobrevivan.

Nadie mejor que yo para decir que no es nada fácil. Las caídas están a la orden del día, y de ahí que debemos estar conscientes para alejarnos de esos baches, esquivar esas piedras del camino y seguir adelante; continuar con fe y esperanza.

Yo, como muchos otros, pienso que llegará el día que todo termine, que descubrirán y/o aplicarán la bendita vacuna para este virus y todo quedará atrás. Todo ello, por la fe y la esperanza que debemos asumir.

Si bien retomaremos nuestras vidas, quizás ya no será de la misma manera. Empero, eso sí aseguró, que cuidaremos más lo que tenemos. Empezado por el medio ambiente. Seremos más cuidadosos incluso a la hora de elegir gobernantes. Velaremos por los que menos tienen y, lo más importante: estaremos agradecidos con Dios por darnos otra oportunidad.

Mientras tanto, queda aprovechar este confinamiento y/o aislamiento asumiéndolo como una prueba, y tratar a toda costa de superarla. Cada quien sabrá el cómo. Yo, lo reiteró, agradeciendo al de Arriba porque me ha bendecido, otorgándome grandes, a veces pequeños pero siempre valiosos detalles de familiares y amigos, como sucedió este día con mi hermano al comprar y venir a instalarme una antema de televisión, a efecto de que me distraiga y mi mente no esté siempre supeditada al clima y/o estado de ánimo.

Así, hoy constate que viene siendo hora de dejar a un lado las quejas porque no tengo ingresos; al contrario en estos meses he obtenido más atenciones y bendiciones que nunca espere y no se trata precisamente de dinero.

*Para concluir este artículo no debo dejar pasar inadvertido:

Otro mes más que inicia en este año y en sus peculiares circunstancias. Pero no es un mes cualquiera: es el de mi Padre, de mi amado Padre que se puso alas para volar al cielo y reencontrarse con otros seres queridos.

 A diferencia de otros años, ocho en  total, no estoy cierta si podré visitarlo, rezarle y llorar su ausencia. Mucho menos sé si podré convocar o mejor dicho convencer al resto de mi familia a que hagan lo propio. El hecho es que yo haré hasta lo imposible por estar y confiando que el encargado de abrir las criptas, me haga el favor por unos minutos.

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