Las víctimas invisibles de la política mexicana
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Javier Sicilia en el aniversario del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, en marzo pasado. Foto: Margarito Pérez / Cuartoscuro
Sí a una Comisión de la Verdad, Sí al paso hacia una justicia transicional, como respuesta a las violaciones sistemáticas o generalizadas a los derechos humanos de las víctimas. Sí a la promoción de iniciativas de paz, reconciliación y democracia. Y especialmente SÍ a la apertura de puertas de Palacio Nacional hacia todas y cada una de las víctimas, tras tres años de ni verlos, ni escucharlos.
POR LAURA BALLESTEROS MANCILLA
Mucho se ha hablado en los últimos días sobre las víctimas de violaciones de derechos humanos, por parte del Gobierno, del Estado, en el marco de la consulta ciudadana de este fin de semana. Fue justamente parte de la narrativa del partido oficial y sus voceros, para legitimar un ejercicio confuso, más cercano a la simulación y propaganda, que a una movilización democrática y de empoderamiento ciudadano. Como lo decía en mi columna pasada, mientras las preguntas y la movilización vengan desde una lógica de gobierno y de partido, su objetivo será sumar votos y poder político, y no así participación ciudadana. Y eso fue percibido por la gente, no pesó la diatriba presidencial, y reflejándose en el pobre 7% acumulado en la jornada.
Sin embargo, no es de mi interés sobre racionalizar lo sucedido con la falta de participación ciudadana en la consulta no consulta, ciudadana con pocos ciudadanos. Me interesa hablar sobre la reivindicación de las víctimas tanto en el discurso como en las acciones de gobierno, promovido por el activismo de quienes de forma genuina fueron a votar, y expresar su exigencia de justicia.
Hablamos de los 43 estudiantes asesinados en Ayotzinapa, de las matanzas de Acteal, Aguas Blancas y Nochixtlán, del asesinato del hijo de Javier Sicilia y seis jóvenes más en Morelos presuntamente a manos del ejército. Hablamos también de las más de 374 mil personas asesinadas a manos del crimen organizado de 2001 a 2019. Y deberíamos hablar también de lo que pasó hace más de 50 años en la matanza de estudiantes de 1968 y 1973, o de la masacre de niños, y sus madres, todos miembros de la familia LeBarón. De las 10 mujeres asesinadas diariamente, de las más de 16 mil personas que mueren al año por hechos viales, y los 26 capitalinos que perdieron la vida en el Metro de la Ciudad de México.
El llamado de la consulta para López Obrador es clara: Justicia y atención para las víctimas, reparación del daño, garantías de no repetición. Porque la justicia no ha llegado, porque las víctimas hoy no son ni recibidas, porque diariamente se suman más familias en duelo. Porque parece que los gobiernos hacen, pero no hacen. Porque casi 10 años después de la promulgación de la Ley de Víctimas, se siguen sin hacer efectivos sus derechos, sin ser atendidos, sin ser protegidos. Porque no hay juicios, ni responsables.
Presidencia nunca aceptará que la consulta fracasó, si se mide en los números de participación que esperaban despertar y movilizar. Por el contrario, dirán que fue un éxito, y culparán al que se deje de lo ocurrido. No se espera otra cosa de ellos. Sin embargo, hay algo que sí puede hacer suyo López Obrador, como un éxito inesperado en este proceso emprendido, y es el cambio de su política de atención y reconocimiento de las víctimas. Gracias a los millones de personas que creyeron en su consulta y fueron a exigirlo.
Sí a una Comisión de la Verdad, Sí al paso hacia una justicia transicional, como respuesta a las violaciones sistemáticas o generalizadas a los derechos humanos de las víctimas. Sí a la promoción de iniciativas de paz, reconciliación y democracia. Y especialmente SÍ a la apertura de puertas de Palacio Nacional hacia todas y cada una de las víctimas, tras tres años de ni verlos, ni escucharlos. De lograr esto último, al menos esto último, la Consulta habrá valido la pena.
En la Banqueta:
¿Cuánto tardará en instalarse, de instalarse, la Comisión de la Verdad? Si le meten la velocidad que le han puesto al desafuero de los dos diputados impresentables, aliados de Morena, los números no les darán para hacerlo en este sexenio, y las víctimas tendrán que volver a esperar.