Ciudad de México, octubre 15, 2024 08:59
Opinión Rodrigo Cordera Thacker

Regreso a las aulas: sí, pero ¿cómo?

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No se puede generar confianza a las madres y padres de familia si el gobierno, el encargado de diseñar protocolos, nuevos modelos entre híbridos y presenciales, se lava las manos y les pide a ellos firmar una carta de responsabilidad.

POR RODRIGO CORDERA THACKER

No sé cómo se encuentre usted querido lector y lectora, pero yo me encuentro agotado. Traigo eso que le llaman agotamiento pandémico. Día con día las noticias nos auguran que todavía falta rato para salir de esta crisis de salubridad, pero ya todos estamos pensando o entendiendo que esto más bien es una crisis de la historia. Un cambio social de grandes dimensiones que todavía no podemos entender.

Me temo que nuestro gobierno se encuentra enclaustrado en el 2018. Y lo digo porque siguen utilizando el inútil tapete sanitizante, desinfectando espacios, pero no buscando la ventilación y la circulación del aire. Parece que siguen pensando que el virus se esparce en las superficies, cuando toda la ciencia y la razón nos dicen que es por aerosoles.

El presidente anuncia que se abrirán las escuelas “llueva, truene, o relampaguee”. Y creo muchos estamos de acuerdo en que se debe de buscar un modelo nuevo para poder abrir las escuelas. Pero no se puede generar confianza a las madres y padres de familia si el gobierno, el encargado de diseñar protocolos, nuevos modelos entre híbridos y presenciales, se lava las manos y les pide a ellos firmar una carta de responsabilidad.

Cuando empezó la pandemia, el gobierno de México se desentendió de la educación. No se pensó como una prioridad. Surgieron sus programas de televisión educativa y por desgracia se demostró de nueva cuenta la desigualdad total que padece la república.

Mientras las escuelas privadas se modernizaron y encontraron métodos y tecnologías para seguir dando clases. Nuestra Secretaría de Educación Pública no se puso a chambear para idear, diseñar y experimentar diferentes tipos de modelo para el eventual regreso a clases. Y esto, queridos lectores, solo demuestra que este gobierno no tiene programa educativo. Vamos, su transformación consiste solamente en la concentración de poder en la figura presidencial. Eso de la emancipación por la educación es un privilegio burgués diría uno que otro funcionario.

Ahora; no hay tiempo que perder. El mundo entero está en proceso de experimentación en el tema educativo. Busquemos modelos que sirvan, inventemos, dialoguemos.

Pero me temo que el debate y el diálogo no es una de las fortalezas de este gobierno. Un gobierno tan personalista como el que padecemos, solo escucha el eco de la voz presidencial y jamás a expertos y críticos de esta administración.

Cuando este gobierno esté por concluir, habrá que retomar la senda del diálogo y la deliberación republicana para apoyar a los estudiantes de este país, que además del abandono educativo, han visto perder familiares y amigos por la pandemia, generando también un problema en la salud mental, que tampoco es de interés ni prioridad para la 4T.

¿A poco no estamos en un momento crisis de la historia para empezar a replantear nuestro sistema educativo?

Sería muy sano que existiera un debate en torno a la educación de todos los jóvenes y no tan jóvenes de nuestro país.

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