Ciudad de México, diciembre 5, 2024 23:22
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Es el testamento un trámite inevitable

La importancia del testamento es desestimada por su costo o el temor a una muerte anticipada

STAFF / LIBRE EN EL SUR

Aunque el testamento es un instrumento legal útil para evitar problemas a futuro, un buen número de personas considera que se trata de un trámite costoso e innecesario que puede generar mayores problemas.

De acuerdo con la profesora de la Facultad de Derecho de la UNAM, Yadira Aideé Huerta Reyes, temas como este documento y herencia no deben pensarse como sinónimos de pleitos familiares o problemas legales, pues si se tramitan oportunamente y en forma adecuada pueden proporcionar tranquilidad a la familia. 

Recordó que el testamento es el instrumento legal en el cual se plasma la voluntad de las personas para disponer de sus bienes y determinar, con el aval de un notario, cómo se distribuirá su patrimonio al momento de fallecer.

En el caso de la Ciudad de México, es el único válido para acceder legalmente a una herencia, mientras que en otras entidades federativas se consideran más modalidades y posibilidades para heredar, precisó.

En este sentido, aclaró: contrario a la creencia popular, los escritos o manuscritos que se suscriben en cualquier tipo de papel, carecen de validez legal.

“La realidad es que eso de que dejo escrita mi herencia en un papel o en una servilleta, solo se ve en las películas o en las novelas. Es una idea muy romántica, porque en nuestro país el único documento que se puede hacer valer ante tribunales es el testamento público y abierto”, enfatizó.

La especialista en derecho civil y familiar agregó que hay dos razones principales por las que la mayoría de las personas se resisten a tramitarlo: se considera que acudir ante un notario es engorroso y costoso; y porque hay la creencia de que al suscribirlo se puede propiciar una muerte anticipada.

“En México tenemos miedo de llamar a la muerte. Cuando le preguntamos a la gente si ya hizo su testamento las respuestas más recurrentes son: tú ya quieres que me muera, qué tal si luego luego me muero; o no me quiero morir tan rápido”.

Huerta Reyes insistió en que el objetivo principal de contar con ello es evitar conflictos a largo plazo que en numerosas ocasiones terminan distanciando a las familias, al no existir un documento oficial en donde se estipule cuál es el destino que queremos para nuestros bienes.

Para su elaboración ante un notario, el requisito es acudir de manera libre y voluntaria; al momento de nombrar a los herederos no es obligatorio detallar las motivaciones de cada una de las decisiones, expuso.

Lo más importante, dijo, es que se especifique puntualmente cómo quedará el reparto del patrimonio para evitar confusiones futuras, además de que el documento puede modificarse las veces que se considere necesario.

En cualquier caso, subrayó, siempre habrá inconformes con la distribución de la herencia debido a que, desafortunadamente, todavía no tenemos la cultura del respeto a la voluntad de las personas.

Otro aspecto por considerar es la designación de la figura de un albacea que de manera obligatoria debe quedar asentada en el testamento; se trata de quien únicamente se encargará de administrar y supervisar que se cumpla la voluntad del testador.

“Hay personas que creen que el albacea es el dueño de la herencia y que puede disponer de la misma como se le da la gana, pero en realidad no es dueño de nada y solo debe fungir como administrador y brazo ejecutor de lo que disponga el autor de la herencia”, afirmó Huerta Reyes.

La especialista resaltó: debido a la desinformación sobre el tema, un número considerable de familias buscan otras opciones para, supuestamente, resolver rápido el tema de la herencia a través de mecanismos como donaciones en vida o ventas simuladas a bajo precio de las propiedades a heredar; sin embargo, esa simulación de actos jurídicos termina siendo más costosa y complicada que el trámite de un testamento.

Yadira Huerta sugirió que el mejor momento para iniciar el trámite es cuando las personas se encuentren sanas y en pleno uso de sus facultades, de tal forma que puedan elegir libremente quiénes serán los herederos y cómo se repartirá el patrimonio.

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